La restauración de la torre de las Agustinas
Han sido varias las ocasiones en las que he publicado en este semanario fotografías interesantes sobre nuestra ciudad, y en muchas de ellas he podido hacerlo gracias a la colaboración de una persona, Félix González Pareja, que jamás me ha negado su ayuda siempre que se la he solicitado. Félix cuenta con una interesantísima colección de fotografías que no por ser relativamente modernas (alrededor de los años sesenta) dejan de tener interés; aún más, me atrevería a decir que en ocasiones lo son más que las antiguas, ya que a pesar de tratarse de una etapa reciente de la historia de la ciudad quizá a causa de ello es bastante desconocida, en especial para aquellos alcalaínos (que son muchos) venidos a la ciudad, o nacidos en ella, con posterioridad a esta década que supuso el inicio de los más trascendentales cambios en la vida moderna (entendiendo como tal la de los últimos siglos) de nuestra ciudad.
Las fotografías que ilustran este trabajo están fechadas todas ellas entre 1963 y 1964, y recogen una serie de aspectos de la ciudad que hoy resultan francamente insólitos. Todas ellas fueron tomadas con ocasión de la restauración de la torre del convento de las agustinas, que quedó muy dañado durante la guerra civil, y reflejan tanto la restauración de la propia torre como varias vistas panorámicas tomadas desde la misma. Esta iglesia tendría bastante mala suerte ya que, aunque terminada la restauración en el exterior, las obras no serían finalizadas en el interior sino hasta mucho después, estando durante todos esos años partida por un tabique y con sólo una pequeña parte de la nave habilitada para el culto. La iglesia fue por fin totalmente restaurada, pero resultó imposible recuperar el magnífico retablo que poseyera, destruido también en la guerra civil. Aunque inicialmente se instaló en sustitución suya una composición moderna que en nada cuadraba con el entorno barroco, finalmente ésta se reemplazó por el actual retablo, mucho más adecuado..
Volvamos a las fotografías y contemplemos las dos primeras, las cuales recogen distintos aspectos de la citada restauración de la torre; en la primera de ellas la torre está en una fase de restauración todavía incipiente apreciándose cómo la linterna está siendo reconstruida, mientras que en la segunda se ve cómo la linterna ha sido terminada y rematada con la aguja. Las figuras de varias personas subidas en los andamios nos dan cabal idea del tamaño de la torre, pero podremos ayudarnos también por los comentarios de Antonio Arribas González, empleado durante más de cuarenta años en los desaparecidos talleres de forja de Ángel Fraile (situados en la esquina de Cerrajeros con Carmen Calzado) e implicado por dicha razón en la restauración de la torre.
Según Antonio Arribas, la bola que remata la torre debajo de la cruz mide 1,25 metros de altura y 1,10 metros de anchura, y está construida con cobre de 5 mm de espesor. Está formada por dos piezas encajadas una dentro de otra, y en ella se depositaron una botella de vino de la bodega de Torres Filoso (situada entonces en la calle del Carmen Calzado, justo frente al taller de Fraile) y varias monedas. La barra de hierro que atraviesa la bola y sirve de soporte a la veleta y a la cruz es de hierro forjado; es maciza, tiene seis metros de longitud y un grosor que oscila entre los seis y los ocho centímetros, y pesa 182 kilos con cruz incluida.
Y si interesantes son las fotografías de la torre, no lo son menos las de las vistas panorámicas tomadas desde lo alto de la misma. La más importante desde mi punto de vista es la que recoge una magnífica toma de la iglesia de los Caracciolos antes de que ésta ardiera en 1966. Puesto que en el incendio desaparecieron todas las cubiertas, fotografías como ésta fueron fundamentales para la reconstrucción de la iglesia, ya que la mayor parte de las vistas suelen estar tomadas desde abajo, y no desde arriba. Si se fijan con atención podrán apreciar cómo la linterna, demolida a mediados del siglo XIX, había sido sustituida por una especie de cucurucho que, según José R. Soraluce, era de latón. Aunque por esta foto es imposible adivinar cual pudo ser el aspecto original de la linterna, basándose en documentación más antigua los arquitectos que la reconstruyeron lograron darle una forma bastante similar a la desaparecida.
El resto de las fotografías también aportan bastante información a poco que se estudien con atención. La primera recoge una vista del ábside y la torre de la Magistral, pero lo más curioso es contemplar el lugar ocupado por el actual barrio de Reyes Católicos completamente limpio de edificaciones con sólo huertas extendiéndose hasta el horizonte. Quién lo diría hoy, ¿verdad?
Girando hacia el norte, es decir, hacia el campo del Ángel, vemos cómo esta zona sí estaba ya construida justo detrás del parque, es decir, en el actual barrio del Chorrillo. Bastante peor se aprecian los edificios del propio campo del Ángel, y justo ya en el borde de la fotografía se entrevé lo que entonces era todavía el solar donde se asentaría algunos años después la Universidad Laboral. Pero lo más interesante es en esta ocasión lo referente al casco antiguo de la ciudad, ya que se ve perfectamente la parte superior de la fachada, junto con el campanario, de la desaparecida parroquia de Santiago. Falta, por supuesto, el mamotreto del barrio que hoy se alza en las calles Diego de Torres, Madre de Dios y aledañas, y falta también la torre de la iglesia de las Bernardas, reconstruida en los años ochenta. En primer plano se ven los patios y los corrales de la manzana comprendida entre la calle Mayor y la de Escritorios, muchos de ellos desaparecidos a raíz de la construcción de edificios nuevos en la parte correspondiente a esta última calle.
Cambiando de fotografía, vemos que en la Virgen del Val pasaba exactamente lo mismo que en Reyes Católicos, es decir, que no había ni un solo edificio que tapara la perspectiva de los cerros con la iglesia de Los Santos al fondo. La parte de la calle de los Colegios no es demasiado diferente en la actualidad, aunque a la iglesia de los Basilios le falta, claro está, la torre que fuera reconstruida en los años noventa. La torre de Santa María, en la plaza de Cervantes, tenía entonces el chapitel original y no el ridículo cucurucho que hoy la remata, y a modo de curiosidad se puede apreciar el toldo de una pista de coches eléctricos, que entonces solían instalarse en la plaza de Rodríguez Marín. En primer plano, es decir, en el borde inferior, se ve como el antiguo palacio que estuviera situado justo donde hoy se alza el edificio del antiguo cine Alcalá, había sido ya demolido.
El último punto cardinal que nos queda, el sur, nos da una estampa asimismo insólita de lo que hoy es el barrio de Nueva Alcalá y de la carretera de Pastrana, con el Zulema al fondo y las cerámicas como únicas edificaciones ya que entonces Alcalá acababa prácticamente en la puerta del Vado. Ni la iglesia de las Claras ni el antiguo cuartel de Sementales han cambiado significativamente de aspecto, aunque si nos fijamos en las casas situadas entre ambos veremos que muchas de ellas han desaparecido ya y que algunas, como ocurre con la que está situada en la parte inferior derecha de la fotografía, estaban ya en ruinas con el tejado hundido.
Y eso es todo lo que he podido apreciar en estas siete interesantes fotografías, aunque a buen seguro si ustedes son observadores encontrarán todavía algún detalle más que a mí me haya pasado desapercibido. En todo caso, la conclusión es tan evidente como quizá por ello poco considerada: La Alcalá de hoy es muy diferente, para bien o para mal, de la Alcalá de hace tan sólo unas décadas.
Publicado el 8-7-1995, en el nº 1.438 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 19-10-2006