El antiguo mercado de abastos
Si bien es de todos sabido que la historia alcalaína es tan extensa como profunda, suele ocurrir que todos nosotros asociemos inconscientemente al pasado alcalaíno con épocas más o menos remotas, pero siempre perdidas en el devenir de los siglos. Nada más normal en un acontecer histórico que alcanza, cuanto menos, varios milenios de antigüedad... Sin embargo, también existe una historia reciente de Alcalá no por más próxima menos interesante e importante.
La transformación acontecida en Alcalá en los últimos veinte o treinta años ha sido, por otro lado, una de la mutaciones más transcendentales de su historia, y no cabe la menor duda de que en la Alcalá de 1986 queda ya bastante poco de esa plácida y adormecida ciudad de provincias (en el sentido más subjetivo de la palabra) que me viera nacer hace ya más de veintisiete años. Era esa Alcalá de los abrevaderos y del carro de la basura, esa Alcalá que llenaba de puestos los soportales de la calle Mayor todas las ferias y en la cual el antiguo campo de fútbol, y no digamos ya el nuevo barrio del Campo del Ángel, quedaban tan lejos que los habitantes de este primer núcleo de expansión hablaban de bajar a Alcalá cuando debían desplazarse hasta el centro de la ciudad.
Puerta de entrada al
mercado
Fotografía de Félix González Pareja
Era una Alcalá distinta sin duda a la actual, una Alcalá mucho más circunspecta y cerrada en sí misma, libre felizmente de todos los problemas que hoy aquejan a una ciudad que ha visto cómo le caían en aluvión más de cien mil nuevos habitantes en poco más de quince años, pero privada de todas aquellas esperanzas de futuro que hoy constituyen la mayor garantía de progreso para nuestra ciudad.
Sí, era totalmente distinta de la actual, con todo lo bueno y todo lo malo que esto supone. Sin embargo, ésta fue también la ciudad de mi infancia, la ciudad que vio discurrir mis inquietos años infantiles entre los adoquines de la tranquila calle del Carmen Calzado y la ya bulliciosa (¡quién lo diría ahora!) calle Mayor, una calle Mayor a la que nadie había pensado en peatonalizar porque ninguna falta hacía.
Son muchos, lamentablemente, los recuerdos de esta Alcalá perdida que no podrá retornar jamás: La antigua parroquia de Santiago, identificada como el lugar mágico desde el que salían todos los veranos las carrozas de ferias; el abrevadero de la ronda del mismo nombre, situado allá donde la ciudad se hermanaba con el campo; las amplias eras de San Isidro, escenario anual de las exóticas ferias de ganado... Y el antiguo mercado de abastos, demolido hasta sus cimientos cuando apenas contaba yo con tres o cuatro años de edad, allá por el inicio de la década de los sesenta, para levantar en su solar el actual mercado municipal de la calle de Cerrajeros, sin duda mucho más funcional que el antiguo pero privado por completo de todo el encanto y toda la poesía que para la fértil imaginación de un niño pequeño tienen todas las cosas antiguas, mercado que a su vez ha corrido idéntica suerte que su predecesor en 2006, tras más de cuarenta años de servicio.
Vista general del
mercado
Fotografía de Félix González Pareja
Sí, yo recordaba nebulosamente la existencia de un antiguo mercado allá por los aledaños de mi casa natal, situada en la vecina calle del Carmen Calzado... Pero mi mente, domeñada por el paso implacable de unos años que me hicieron dejar ya muy atrás los dorados tiempos de la infancia, se resistía a concretar el borroso mundo de mis recuerdos infantiles. Sin embargo, no todo estaba aún perdido. Hace algún tiempo Félix González Pareja, alcalaíno de convicción que me supera en edad y comparte mi entusiasmo, me mostró algunas fotografías realizadas cuando el antiguo mercado comenzaba a ser derribado. Estas fotografías, fechadas en 1961, resultan ser el único documento gráfico que yo conozco sobre este pequeño trazo de nuestra historia local perdido ya para siempre; y estas mismas fotografías son las que ustedes pueden ahora contemplar, algunos con nostalgia y otros, los más, con esa sorpresa que supone descubrir algo nuevo y sin embargo antiguo.
Contemplen, pues, este pequeño retazo de una Alcalá que se fue para nunca más volver, y sirvan estas fotografías para apoyar la idea, felizmente compartida por amplios sectores de nuestra ciudad, de que Alcalá, la vieja y siempre renovada Compluto, ha de avanzar hacia el futuro sin olvidarse de mirar hacia su pasado; porque en definitiva, un pueblo sin pasado será siempre un pueblo sin porvenir.
Publicado el 31-5-1986, en el nº 1.002 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 17-10-2006