Hace unos días, mientras buscaba datos para un artículo por internet, descubrí por casualidad el monumento -una estela decorada con bajorrelieves de bronce- que Manuel Azaña tiene dedicado en Montevideo, la capital de Uruguay. Hasta ese momento yo no tenía la menor idea de su existencia, por lo que fue para mí una agradable sorpresa máxime cuando, según un artículo de EL PAÍS publicado en 1980 que encontré posteriormente, se trataba del único monumento que tenía dedicado en el mundo este ilustre escritor y político; lo cual entonces debía de ser cierto, puesto que la estatua alcalaína fue inaugurada en 1987 y el busto del Congreso de los Diputados -en realidad una cabeza- lo fue en 2011... sin que sepa de ninguno más, ni dentro ni fuera de nuestro país, salvo alguna lápida -las dos alcalaínas y la de la madrileña calle de Serrano-, y el retrato que se conserva también en el Congreso de los Diputados¹.

Y eso es todo, lo cual se me antoja demasiado poco frente a la innegable relevancia histórica de Manuel Azaña, sobre todo si lo comparamos con iniciativas similares dedicadas a otros políticos republicanos objetivamente menos importantes que él y algunos, incluso, bastante controvertidos históricamente. Pero es lo que hay.

Volvamos, pues, a la lápida uruguaya, que forma parte de un conjunto de varios monumentos similares levantados en Montevideo en homenaje a la Segunda República Española, a los uruguayos que participaron en las Brigadas Internacionales, a Luis Companys y a la localidad vasca de Guernica, junto con el de Azaña.

Según la página La columna uruguaya, todos ellos fueron erigidos en los primeros años de la década de 1940, antes incluso de que finalizara la II Guerra Mundial, por el gobierno constitucional de Alfredo Baldomir, que en 1942 había derrocado al dictador Gabriel Terra. Llama la atención que hubiera que esperar más de cuarenta años para que Azaña pudiera contar con una estatua en su ciudad y su país natal.

Ubicación de la plaza de Manuel Azaña (círculo rojo) en Montevideo
Fotografía tomada de Google Maps

La estela de Manuel Azaña está situada en la plaza del mismo nombre, una recoleta plazuela próxima al bulevar General Artigas, un importante eje viario situado en el ensanche decimonónico de la ciudad, a algo más de kilómetro y medio de Punta Carretas -o Punta Brava-, la península que a modo de espolón se adentra en el Mar del Plata marcando el punto más meridional de la capital uruguaya.

Dos vistas de la plaza de Manuel Azaña, presidida por el monumento
Fotografías tomadas de foursquare.com (superior) y de municipioch.montevideo.gub.uy (inferior)

Tal como se aprecia en la fotografía, sobre la base de una lápida de granito rosa de tres metros y medio de altura, cuyo borde superior está cortado de forma semicircular, se adosan dos cartelas fundidas en bronce. La superior reproduce el escudo de la ciudad junto con el nombre de la plaza, mientras en la inferior, de mayor tamaño, se aprecian unos bajorrelieves en los que resalta como elemento principal el busto de Azaña, enmarcado dentro de un triángulo que lo separa del resto de los elementos iconográficos: arriba, un jinete sobre un caballo encabritado sosteniendo una lanza rematada en una estrella; a los lados, diversas figuras humanas que parecen ser una alegoría del pueblo español.

El conjunto se completa con varias inscripciones. A ambos lados de la lanza que sostiene el jinete se lee una frase que resume perfectamente el ideal político y el devenir personal de Azaña:

LUCHO POR UNA
ESTRUCTURA SOCIAL
EN QUE FUESE RESPETADA
LA SOBERANIA DEL HOMBRE
... Y MURIO POR EL DOLOR
DE ESPAÑA

Bajo el busto una segunda inscripción explica los motivos por los que fue erigido el monumento:

HOMENAJE
DE LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES
DE ARGENTINA Y URUGUAY
PATROCINADO POR EL CENTRO
REPUBLICANO ESPAÑOL

MONTEVIDEO, 14 DE ABRIL DE 1945

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¹ Ver también:
La presencia de Manuel Azaña en Alcalá
La presencia de Manuel Azaña en Madrid
La presencia de Manuel Azaña en el Congreso de los Diputados