Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, novelista y poeta





Después pasé a las riberas del Henares, donde el sutil estudio de la filosofía me ocupó dos años.


Con este texto, extraído de su obra Corona del Parnaso y plato de las Musas, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo nos explica como, al igual que otros tantos personajes de su época, estudió en su juventud en la universidad alcalaína. Sin embargo, y a pesar de que se trata de un escritor bastante importante del Siglo de Oro español, Salas Barbadillo no suele ser citado en las historias de nuestra ciudad a la hora de establecer éstas la enumeración de los principales alumnos de nuestra universidad. ¿Por qué razón? Lo ignoro, pero lo cierto es que Salas Barbadillo reúne los suficientes méritos como para ser recordado junto con los Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina, Calderón, Moreto, Pérez de Montalbán y tantos otros que, luego de ser estudiantes complutenses, figuraron con letras de oro en el firmamento de las letras españolas. Es este olvido el que deseo combatir de forma que este modesto artículo, cuya única intención es la de recordar un personaje olvidado en nuestra ciudad, pueda servir quizá de acicate para mayores empresas emprendidas por aquéllos que están en mejor situación que yo para hacerlo; porque Salas Barbadillo merece un lugar de honor, sin ningún género de dudas, en la nómina de estudiantes ilustres de nuestra universidad.

Comencemos, pues, con la biografía de este escritor. Nacido en la villa de Madrid el 29 de julio de 1581 hijo de Diego de Salas Barbadillo y de María de Porras, Alonso Jerónimo era el mayor de los ocho hijos de una familia relativamente acomodada puesto que su padre, después de haber vivido en América, era solicitador de los negocios de Nueva España, es de suponer que algo así como un agente comercial para los productos ultramarinos. Gracias a esa desahogada situación económica Salas Barbadillo viviría su infancia y su juventud sin sobresaltos aprendiendo sus primeras letras en Madrid para posteriormente estudiar Filosofía en Alcalá durante los años 1598 y 1599; finalmente, y con ocasión del traslado de la corte a Valladolid en 1601, Salas Barbadillo se trasladaría con su familia a esta ciudad, en cuya universidad cursaría estudios de Derecho completando así su formación académica.

Hasta 1603, fecha del fallecimiento de su padre, Salas Barbadillo debió de llevar una vida bastante relajada y sin preocupaciones, pero entonces se vio obligado a asumir los negocios paternos. Sin embargo no era ésta la vocación del joven Alonso Jerónimo ya que, según él mismo escribe, el dios Apolo, tradicionalmente considerado como el protector de los artistas, le reclamó como cortesano suyo. Dicho con otras palabras, renunció a continuar la carrera de su padre a pesar de contar con una formación académica apropiada, para dedicarse de lleno a su afición literaria. Y como al parecer pudo disfrutar de unas razonables rentas producto de la herencia paterna, Salas Barbadillo pronto comenzó a frecuentar los círculos literarios de la capital española.

Poco después comenzaría Salas Barbadillo a despuntar como escritor, siendo ya incluido en fecha tan temprana como es 1605 en Flores de poetas ilustres, una antología de los principales poetas de su época. Sin embargo, su vida debía de ser bastante desordenada como lo demuestra el grave altercado que en 1609 tuvo con un antiguo embajador de Persia, lo cual le costó una multa de 50 ducados y un destierro de dos años fuera de Madrid del cual sólo cumplió unos cuantos meses, viviendo precisamente en Alcalá, para retornar a la corte gracias a haber sido indultado. También se vería envuelto en otro pleito a causa de haber escrito unos versos satíricos en los que ridiculizaba a varios alguaciles madrileños, y sufriría asimismo un segundo destierro en 1613; de todo esto se puede constatar que Salas Barbadillo no tenía entonces un carácter precisamente plácido.

Fruto de esta fogosidad sería una de las constantes de la obra de este escritor, su carácter satírico y crítico contra la sociedad de su tiempo un tanto en el estilo de su contemporáneo Quevedo. Pero pese a ello Salas Barbadillo continuaría asentando firmemente su famas de escritor; en 1608 ingresó en la Congregación del Oratorio del Olivar junto con Cervantes, Lope, Calderón, Vicente Espinel y Quevedo, lo que suponía de hecho la aceptación de nuestro personaje por varios de los grandes escritores de su época algunos de los cuales, incluyendo a Cervantes y a Lope, le honraron con su amistad. Un año después, en 1609, publicaba su primera obra importante, el poema heroico Patrona de Madrid restituida.

A partir de aquí ya no dejaría de escribir. 1612 vería la publicación en Zaragoza de una de sus obras más conocidas, la novela picaresca La hija de la Celestina, que un año después corregiría y volvería a publicar con el título de La ingeniosa Elena. También por aquella época escribiría El caballero puntual, El sagaz Estacio, Corrección de vicios y Romancero Universal, pero las estrecheces económicas que empezaban a agobiar a Salas Barbadillo una vez agotadas las rentas paternas hicieron que su publicación se retrasase durante varios años por carecer su autor tanto de medios propios como de protectores que le pudieran ayudar.

Además de las obras citadas, finalmente publicadas hacia 1620, Salas Barbadillo continuaría escribiendo tanto poesía (Rimas castellanas, Los triunfos de la Beata Sor Juana de la Cruz) como novelas y comedias tales como Pedro de Urdemalas, El caballero perfecto, Casa de placer honesto, La escuela de la Celestina, El necio bien afortunado, La sabia Flora Marisabidilla, El cortesano descortés, Fiestas de la boda de la incansable mal casada, Don Diego de noche...

1623, año en el que fue publicada esta última novela, quizá una de las más conocidas de su autor, supuso también el declive de Salas Barbadillo a pesar de que, una vez fallecido Cervantes en 1616, era entonces uno de los más prestigiosos novelistas de su época. Pero como ya ha sido comentado Salas Barbadillo nunca consiguió vivir holgadamente de su obra, debiéndose su breve período de esplendor al mecenazgo de Juan Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, y de algunos otros nobles. Sin embargo, una vez perdido este apoyo nuestro escritor se aislaría socialmente y apenas publicaría nuevas obras, subsistiendo gracias a un modesto empleo cortesano, el de ujier de saleta de la reina.

Las obras principales de este último período de Salas Barbadillo son La estafeta del dios Momo (1627), El curioso y sabio Alejandro (1634) y su obra póstuma Coronas del Parnaso y Platos de las Musas (1635), en la cual su autor se presenta ante Apolo apadrinado por Cervantes y el poeta Pedro Liñán aprovechando tal situación para escribir varias obras de diferentes géneros literarios. Una segunda parte prometida por Salas Barbadillo nunca llegaría a ver la luz ya que este escritor fallecía en casa de su hermana, con quien vivía en la madrileña calle de Toledo puesto que siempre permaneció soltero, el día 10 de julio de 1635 sin haber llegado nunca a alcanzar una fama que en justicia le correspondía.


Publicado el 5-2-1994, en el nº 1.369 de Puerta de Madrid
Actualizado el 8-2-2006