Si bien la universidad de Alcalá hubo de esperar hasta finales del siglo XVIII para poder contar en sus filas con una doctora, ya en los albores de su historia pudo disfrutar de una profesora y además de postín, puesto que Francisca Martínez era hija nada menos que de Antonio Martínez de Jarava, más conocido como Antonio de Nebrija.

Dice el refrán que de casta le viene al galgo, por lo que no es de extrañar que Francisca Martínez (o Francisca de Nebrija, como también era conocida) recibiese una esmerada educación que le permitió sustituir en numerosas ocasiones a su padre en la cátedra que éste regentaba en la recién fundada universidad alcalaína.