Fray Francisco del Niño Jesús, el limosnero de los pobres





Fray Francisco del Niño Jesús. Talla policromada del Hospital de Antezana



Si hiciéramos una relación de los santos vinculados con Alcalá, podríamos clasificarlos en varios grupos. El primero estaría formado por los Santos Niños y aquellos otros vinculados de una u otra manera con su culto: san Vidal (pese a que existen fundadas sospechas de que pudiera ser apócrifo), san Paulino de Nola, san Asturio Serrano, san Fructuoso y san Urbicio. Ajeno a ellos, también se podría incluir en este apartado a san Félix.

Dentro ya de lo que podríamos considerar como santos modernos, mucho mejor documentados que los anteriores, tendríamos a los santos vinculados a la Universidad de Alcalá: santo Tomás de Villanueva, san Alonso Rodríguez, san Ignacio de Loyola, san Juan de Ávila y san Juan de la Cruz, todos los cuales alcanzaron una gran relevancia histórica, literaria y, por supuesto, religiosa.

Por último, nos encontraríamos con los que podemos denominar santos limosneros: personajes modestos cuya principal virtud fue la práctica de la caridad. Cierto es que a santo Tomás de Villanueva también se le podría incluir en este apartado, pero dada su formación universitaria y su importante carrera eclesiástica -llegó a ser arzobispo de Valencia-, encajaría mal con quienes, carentes de estudios formales, no pasaron de ser unos humildes monjes, lo que no les impidió descollar por sus méritos propios.

El más conocido de éstos es sin duda san Diego, que alcanzó fama de santidad en vida y, todavía más, a raíz de su muerte, y que por ser su historia sobradamente conocida no voy a repetirla aquí.

Pero no fue el único. Existen, además de san Diego, otros dos personajes mucho menos conocidos con unos paralelismos muy significativos en sus respectivas biografías: fray Julián de Alcalá y fray Francisco del Niño Jesús. Ninguno de ellos ha sido canonizado, aunque cuentan con distintos grados de reconocimiento: fray Julián es beato -pese a que algunas fuentes le llaman erróneamente san Julián- y fray Francisco venerable, el primer paso previo hacia la santidad.




Visión del venerable hermano Francisco del Niño Jesús, de Juan de Sariñena


En esta ocasión voy a hablar de fray Francisco del Niño Jesús, sin duda el más desconocido de los tres. Nació nuestro personaje en 1544, bajo el nombre de Francisco Pascual Sánchez, en la localidad de Villapalacios, donde todavía se conserva su casa natal, perteneciente a la comarca albaceteña de la Sierra de Alcaraz. Según sus biógrafos no destacó en su infancia y primera juventud por su inteligencia sino justo lo contrario, hasta el punto de que su padre y su madrastra -su madre había muerto joven-, avergonzados de su rusticidad, le enviaron de pastor al campo. Hacia 1566, cuando Francisco contaba con poco más de veinte años de edad, un desgraciado accidente -una pelea con un guardamonte que quiso robarle, saldada con la muerte de este último- le obligó a huir de la justicia y de su pueblo natal. Gracias a la ayuda de un pastor alcarreño que volvía a su tierra acabó dando con sus huesos en Alcalá, donde no le quedó otra opción que mendigar siendo alojado por caridad en uno de los mesones de la entonces floreciente villa.

Fue aquí donde tuvo lugar un hecho que cambiaría su vida. Deambulando por Alcalá entró en la Iglesia Magistral, la cual le atrajo de tal manera que comenzó a acudir a ella de forma cotidiana. Pasaba allí tantas horas, que acabaron ofreciéndole trabajar de monaguillo y de ayudante del campanero y del sacristán, como así hizo; pero sus escasas dotes intelectuales hicieron que acabaran despidiéndole.

Recaló entonces en el Hospital de Antezana, a donde fue llevado por Jerónimo Ruiz, mayordomo de la institución, para sustituir a un enfermero que había fallecido. Iniciada su labor el 1 de agosto de 1566, allí tuvo más suerte puesto que estuvo trabajando durante más de treinta años, siempre desempeñando las tareas más humildes como barrer y limpiar a los enfermos. También rezaba mucho y pedía limosna para socorrer a los pobres abordando hasta a los más encopetados miembros de la nobleza, con los cuales mantuvo trato frecuente, e incluso con el propio rey Felipe II.




La Virgen y el Niño contemplando a Fray Francisco del Niño Jesús, de Juan de Sariñena


Además de los pobres, Francisco centró también su atención en las prostitutas, muy numerosas entonces en una población que, como Alcalá, rebosaba de estudiantes. Con el dinero obtenido de las limosnas compró en 1580 unas casas en la confluencia de la calle Escritorios con la travesía de Avellaneda, en las que fundó una casa de recogidas o de arrepentidas, una residencia o asilo para las prostitutas que desearan abandonar su oficio. Para sostener su fundación solicitó ayuda al arzobispo de Toledo don Gaspar de Quiroga, que le concedió una renta anual de 400 ducados. Algunos años más tarde, hacia 1668, don Andrés de Villarán, secretario del Real Consejo de Hacienda, refundaría la casa de acogida convirtiéndola en el convento de agustinas de Santa María Magdalena. Edificado de nueva planta en el solar contiguo, con vuelta a la calle del Gallo, destaca de él principalmente la airosa torre que constituye uno de los perfiles más notables del horizonte alcalaíno.

Pese a su destacada labor social, fray Francisco vio rechazado uno tras otro todos sus intentos de profesar como carmelita descalzo, a causa de sus orígenes humildes y de su carencia de formación o, según la terminología de la época, de su rusticidad, por lo que tan sólo le permitían ingresar como lego. Finalmente en 1598, gracias a la intercesión de Felipe II, que solicitó al papa Clemente VIII una dispensa, fray Francisco lograría su objetivo. Contaba entonces con 54 años, una edad muy respetable para la época, lo cual no le arredró en absoluto.

Aunque en Alcalá existía un convento masculino de esta orden, el de San Cirilo, éste era también un colegio menor adscrito a la Universidad, lo que puede explicar que fray Francisco no profesara en nuestra ciudad, a la que estaba tan vinculado, sino en Madrid, concretamente en el convento de San Hermenegildo, del que hoy se conserva tan sólo la iglesia convertida en la parroquia de San José, en la confluencia de la calle Alcalá con la Gran Vía. Su ingreso en la orden carmelita tuvo lugar el 12 de abril de 1598, siendo entonces cuando adoptó el nombre por el que hoy se le conoce.




El Niño Jesús bendiciendo al venerable hermano Francisco del Niño Jesús, de Francisco Ribalta


Tan sólo un año permanecería en el cenobio madrileño ya que en 1599 fue enviado a Valencia, donde gracias a su fama de santidad -se le atribuyeron poderes milagrosos para contener la epidemia de peste que asolaba Europa- logró fundar con el apoyo de Felipe III y del patriarca Juan de Ribera, entonces titular de la archidiócesis, el beaterio de arrepentidas de San Gregorio, una institución similar a la de Alcalá frontera con una casa de acogida de prostitutas existente desde 1345.

Fray Francisco residió tan sólo unos pocos años en Valencia, lo que no impidió que alcanzara un gran reconocimiento en capital del Turia. Según las crónicas de la época era asaltado en los caminos para arrancarle pedazos del hábito que convertían en reliquias. Reclamado por sus superiores en 1603 volvió a Alcalá, instalándose en el colegio-convento de San Cirilo. Desde allí fue enviado a Pastrana y posteriormente, al ser seguido por una multitud que perturbaba la clausura monástica, al cercano desierto de Bolarque, donde los carmelitas practicaban el eremitismo. De poco sirvieron estos intentos de aislamiento, por lo cual fray Francisco tuvo que volver a Pastrana y, poco después, a Madrid.

Fue en el convento madrileño de San Hermenegildo donde le sorprendió la muerte el 26 de diciembre de 1604, a los sesenta años de edad, siendo enterrado en la iglesia del convento tras unas solemnes exequias que también se celebraron en Alcalá y en Valencia.

Como era de esperar, pronto empezaron a solicitar a los carmelitas madrileños la cesión de reliquias suyas. A Valencia llevaron una mano, que el patriarca Juan de Ribera entregó al Real Seminario del Corpus Christi o Colegio del Patriarca, fundado por él. El colegio de San Cirilo recibió la mitad del cuerpo, que fue enterrado en un nicho de la iglesia; años más tarde, en 1618, se construiría una capilla aneja para albergarlo. El gran perdedor fue el Hospital de Antezana que, pese a alegar su larga vinculación con fray Francisco, no consiguió participar en el reparto de las reliquias.

A raíz de las desamortizaciones del siglo XIX los restos que se conservaban en el colegio de San Cirilo fueron llevados al vecino convento de las carmelitas de Afuera, mientras los que habían permanecido en Madrid se entregaron a las carmelitas descalzas de Santa Ana y San José, asentadas entonces -el convento original, ubicado en la actual plaza de Santa Ana, había sido demolido en 1810 por José I- en la calle de Torrijos, actual del Conde de Peñalver. Lamentablemente la Guerra Civil arrasó todos estos templos, provocando la desaparición de las reliquias de fray Francisco que se conservaban en Alcalá, Madrid y Valencia. En concreto las del convento de Afuera fueron esparcidas por la huerta, sin que sepa si al menos parte de ellas pudieron llegar a ser recuperadas.




Fray Francisco del Niño Jesús bendiciendo a los jóvenes, de Bartolomé Matarana


Fray Francisco fue proclamado venerable en 1769 por el papa Clemente XIII, siendo de extrañar que no continuara adelante el proceso para otorgarle la beatificación primero, y la canonización después.

La vida ejemplar de nuestro personaje ha sido reflejada en varias biografías: Historia de la vida y virtudes del venerable Hermano Fray Francisco del Niño Jesús, religioso de la Orden de los Descalzos de N. Señora del Carmen (José de Jesús Maria. Uclés, 1624); Compendio histórico de la vida del Venerable Hermano Francisco del Niño Jesús, religioso de la orden de los descalzos de nuestra señora del Carmen (Ignacio del Niño Jesús. Valencia, 1806); Apóstol y Limosnero. Venerable Hermano Francisco del Niño Jesús (Fray Heliodoro del Niño Jesús. Ávila, 1969); Fray Francisco del Niño Jesús, experiencia de Dios aplicada a los pobres (Gonzalo Gómez García, Revista de Espiritualidad, nº 253. Madrid, 2004); el opúsculo Fr. Francisco del Niño Jesús. Fundador de la casa de mujeres arrepentidas y del convento de Santa María Magdalena en Alcalá de Henares (Jesús Fernández Majolero. Fundación Antezana. Alcalá de Henares, 2014), y la página web Historia de Villapalacios1.

Lope de Vega le dedicó la comedia El rústico en el cielo, en la que relata la vida de fray Francisco. Fue escrita en 1605, apenas un año después de su muerte, y publicada en 1623. Puede ser descargada en la página web www.cervantes virtual.com2.

También son varias las representaciones pictóricas de nuestro personaje. El pintor Juan de Sariñena (c. 1545-1619), con taller en Valencia, le dedicó dos cuadros: la Visión del venerable hermano Francisco del Niño Jesús (1605), que se conserva en el Ayuntamiento de esta ciudad, y La Virgen y el Niño contemplando a Fray Francisco del Niño Jesús, dos años posterior (Colegio del Patriarca, Valencia). Francisco Ribalta (1565-1628), también de la escuela valenciana, fue autor de El Niño Jesús bendiciendo al venerable hermano Francisco del Niño Jesús. Fechado entre 1607 y 1617, la figura de fray Francisco presenta un notable parecido con la del cuadro de Sariñena. Es propiedad del Museo de Bellas Artes de Valencia, y se encuentra en depósito en el Ayuntamiento de Cocentaina. Bartolomé Matarana (1573-1605), genovés afincado en Valencia y autor de los frescos de la iglesia del Colegio del Patriarca, representó en ellos, hacia 1603, a nuestro personaje bendiciendo a los jóvenes. A estos cuadros y frescos se suman varios grabados y portadas de libros.

En lo que respecta a las esculturas, cabe reseñar la magnífica talla propiedad del Hospital de Antezana convertida en una de las piezas estelares de la exposición Alcalá de Henares en la hagiografía clásica, que entre febrero y junio de 2014 estuvo abierta en la Capilla del Oidor. Es una talla en madera pintada y policromada y está fechada en el siglo XVIII, lo que hace suponer que sea posterior, aunque probablemente no demasiado, a 1769, año de su proclamación como venerable.

En cualquier caso, lo que queda fuera de toda duda es la necesidad de reivindicar la figura de fray Francisco del Niño Jesús como uno de los muchos alcalaínos, de nacimiento o de adopción, que se significaron en los siglos pasados.





Publicado el 19-9-2014