Francisco Javier Gosé y Rovira, un modernista en París
Una de las conocidas ilustraciones
de Francisco Javier Gosé
Ilustración tomada de la
Wikipedia
Dentro del elevado número de alcalaínos, naturales o de adopción, que han merecido el honor de pasar a figurar en los libros de historia, no todos ellos son igual de conocidos llegando incluso algunos a ser completamente ignorados en la ciudad en la que nacieron. Éste es el caso de Francisco Javier Gosé y Rovira, un importante pintor y dibujante que triunfó en el París de la belle époque hasta el punto de ser considerado por sus coetáneos como el dibujante de la elegancia, lo que le valió que fuera el autor de los más celebrados dibujos alusivos al París frívolo de principios de siglo.
Pero comencemos por el principio. Javier Gosé, como es comúnmente conocido, nació en nuestra ciudad el 2 de julio de 1876 hijo de padre leridano desplazado a Alcalá por motivos profesionales, dado que ejercía como perito agrónomo del Instituto Geográfico y Estadístico. Su condición de alcalaíno fue, pues, circunstancial y breve puesto que a los pocos años del nacimiento de Javier Gosé, concretamente en 1879, su familia ya residía en la ciudad de Barcelona. Esto haría que la formación artística de nuestro personaje fuera esencialmente catalana y, más concretamente, barcelonesa, al matricularse en 1894 en las Escuelas de la Lonja, donde tendría como compañeros a Joaquín Torres García, Isidro Nonell, Joaquín Mir o Joaquín Sunyer; más tarde pasaría al taller del ilustrador José Luis Pellicer, donde completaría su formación artística dentro de la estética del realismo.
En 1899 Javier Gosé entraría en contacto con el grupo modernista de Els Quatre Gats convirtiéndose en el ilustrador de sus narraciones y realizando asimismo carteles. En abril de este mismo año expondría en la cervecería que daba nombre al grupo un total de 38 dibujos, los cuales obtendrían un gran éxito de público y crítica.
Pero la Europa finisecular tenía una indiscutible capital cultural, la ciudad de París, y hacia ella encaminó sus pasos el joven artista en el año 1900 coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal que tuvo lugar en la capital del Sena en dichas fechas. Instalado en el barrio de Montparnasse, el barrio de artistas por excelencia, Gosé no tendría unos principios fáciles viéndose forzado a llevar una vida de estrecheces muy de acuerdo con la idealizada bohemia, aunque consiguiera no obstante contactar con otros artistas que, como él, se habían instalado en París.
En los primeros meses de su estancia en la capital francesa Gosé colaboraría con diversas revistas catalanas tales como Cataluña artística o Hispania, aunque comenzó también a dibujar temas folklóricos españoles en publicaciones francesas. Entre 1901 y 1903 su estilo se adaptó a las características de la prensa satírica en la que publicaba sus obras, destacando ya nuestro personaje por la elegancia con la que trataba a las figuras y, especialmente, a las femeninas. En octubre de 1903 viajaría a Barcelona obteniendo un gran éxito con sus obras que, alejadas del inicial realismo, se presentaban ya mucho más sofisticadas. También aprovecharía Gosé este viaje para realizar varias ilustraciones tanto para obras literarias como para carteles.
Retornado a París triunfaría plenamente como ilustrador colaborando asiduamente en la prensa satírica pero también en publicaciones más serias -las denominadas revistas ilustradas- exponiendo en varias ocasiones en diferentes ciudades europeas. Su estilo, concretado en un tratamiento cuidado del color y en una línea esquemática característica de su obra, y su temática, agrupada en torno a ciertos elementos tales como la mujer frívola situada en marcos elegantes y sofisticados tales como restaurantes, cabarets, hipódromos u hoteles, hacen de la obra de Javier Gosé una de las más personales y atractivas del modernismo español y europeo.
Famoso y bien situado económicamente -vivía en un palacete de una céntrica avenida parisina-, Javier Gosé era en 1910 un triunfador que publicaba sus dibujos en las más prestigiosas revistas francesas del momento al tiempo que realizaba otras obras más pictóricas tales como carteles publicitarios -entonces muy prestigiados- o cuadros como los retratos femeninos al pastel ejecutados en los años 1912 y 1913. En 1911 retornaría de nuevo a Barcelona donde expondría una serie de dibujos cuya temática era el París frívolo de la época, dibujos que obtuvieron un clamoroso éxito.
Vuelto de nuevo a París, Javier Gosé permanecería en esta ciudad hasta el estallido, en 1914, de la Primera Guerra Mundial, circunstancia que le privaría del ambiente de la Belle Époque en el que tan bien se desenvolvía y en el que tan brillantemente había triunfado. Aquejado de una afección respiratoria Gosé se trasladaría primero a la ciudad francesa de Vichy, famosa por sus balnearios, retornando finalmente a Cataluña en un intento de huir del conflicto bélico. Recalaría primero Gosé en Barcelona, la ciudad a la que tanto debía en su formación como artista, y de allí se desplazaría a la Lérida de la que era oriundo, en la que se instalaría allá por navidad de 1914. Recién iniciado el nuevo año de 1915 su salud empeoraría irreversiblemente produciéndose su fallecimiento el l6 de marzo; no había llegado a cumplir los 39 años cuando fue enterrado en el leridano cementerio viejo de San Anastasio.
A pesar de su prematura muerte, Javier Gosé nos ha dejado un importante legado artístico que le configura como uno de los autores más personales de todo el modernismo español. Gosé es, así, el pintor del mundo galante parisiense, el pintor de la elegancia y la gentileza no exenta de picaresca que tan características son del despreocupado París de su época. Gosé fue también el retratista del ideal femenino del modernismo, con sus delicadas y estilizadas mujeres que tanto hicieron las delicias de nuestros abuelos y que aún hoy nos dan un mensaje de frescura cada vez que hojeamos las añejas y amarillentas páginas de las ya viejas revistas ilustradas de principios de siglo. Y este personaje, recordémoslo una vez más, había nacido en la ciudad de Alcalá.
Publicado el 27-4-1991, en el nº 1.237 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 2-2-2006