Francisco Pérez Cascales y su tratado de pediatría





Portada del Liber de affectionibus puerorum de Francisco Pérez Cascales



Dentro del nutrido grupo de personalidades que salieron a lo largo de varios siglos de las aulas de nuestra universidad, los médicos ocupan un lugar realmente importante. En la mente de todos estará, por supuesto, la figura de Francisco Vallés, al que acompañan otros no menos importantes como Andrés Laguna, Nicolás Monardes, Martín Martínez, Juan Fragoso, Francisco Hernández, Miguel Juan Pascual o los alcalaínos Francisco Díaz, Miguel de Barreda, Juan de la Cámara Bustamante o Cristóbal de Bustamante entre muchos otros, todos los cuales alcanzaron notoria relevancia en su época; y es también un médico a quien voy a recordar en esta ocasión, ya que Francisco Pérez Cascales cursaría estos estudios en nuestra universidad, como veremos más adelante, ejerciendo posteriormente como médico al tiempo que se convertía en un importante tratadista de esta materia. Pero veamos a grandes rasgos cómo fue su vida.

Aunque habitualmente se da a Pérez Cascales como natural de la vecina ciudad de Guadalajara, Francisco Javier Sanz apunta, en un artículo publicado en el número dos de Anales Seguntinos, que el hecho de que su segundo apellido fuera de Guadalajara ha inducido al parecer a error a algunos autores en lo referente a su nacimiento ya que, según documentos procedentes de la antigua universidad de Sigüenza, sería natural de Buges, una pequeña población que estuvo situada a mitad de camino entre Meco y Villanueva de la Torre y que hoy es un despoblado perteneciente al término municipal de la primera de estas dos villas. De este modo Pérez Cascales sería si no natural de Alcalá, sí de su comarca aunque, recordémoslo, en la época de su nacimiento -segunda mitad del siglo XVI- tanto Meco como Buges no pertenecían todavía a la jurisdicción de Alcalá sino a la de Guadalajara, lo que podría explicar asimismo esta aparente contradicción al referirse quizá estas fuentes, tal como sigue ocurriendo ahora, no a su aldea natal sino a la población de la que entonces dependía ésta.

En general, sus biógrafos apuntan que se licenció en la facultad de medicina de nuestra universidad en 1579, doctorándose un año después. Por el contrario, Francisco Javier Sanz explica en su ya citado artículo que los aludidos documentos de incorporación de Pérez Cascales a la universidad de Sigüenza afirman que cursó sus estudios de licenciatura y doctorado en la universidad de Huesca. ¿Cuál de las dos opciones es la correcta? Esta es, evidentemente, una tarea para los investigadores, aunque cabe apuntar que Luis Alonso Muñoyerro, que amén de historiador fue precisamente obispo de Sigüenza, afirma en su libro La facultad de medicina en la universidad de Alcalá de Henares que Pérez Cascales se licenció en Alcalá el 30 de diciembre de 1579 doctorándose también aquí el 4 de marzo de 1580, con lo que a mi modo de ver la duda queda suficientemente zanjada. Eso sí, Muñoyerro le hace natural de Guadalajara, y no de Buges, siguiendo la tendencia general de la mayor parte de sus biógrafos.

Unos años después de estar doctorado por la universidad de Alcalá, concretamente en 1586, Pérez Cascales intentaría acceder a una de las cátedra de Vísperas (las secundarias dentro de los estudios de medicina) que había quedado vacante al ocupar su titular anterior, el doctor Juan de la Cámara Bustamante (por cierto, compañero de promoción de Pérez Cascales), la cátedra de Prima o principal que a su vez había quedado sin titular por ausencia de su anterior poseedor, el doctor Juan Gómez. A la oposición, que tuvo lugar el 5 de marzo del citado año de 1586, se presentaron Francisco Martínez de Luna y el propio Pérez Cascales. Al final la cátedra sería para el primero de ellos, viéndose privado de la misma Pérez Cascales no a causa de los mayores méritos de su oponente, sino debido a un escándalo provocado por haberse visto implicado éste en ciertas irregularidades. Este desagradable suceso le obligaría no sólo a renunciar a sus pretensiones sino a abandonar incluso la universidad y la villa de Alcalá, marchando entonces al pueblo de Yepes, en la actual provincia de Toledo, donde fue nombrado médico del duque de Maqueda tras haber sanado de una enfermedad a uno de los hijos de este noble.

Tras residir quince años en Yepes se trasladaría en 1601 a Sigüenza, ciudad en la que se avecindó, siendo nombrado en 1607, y con un breve intervalo de dos meses, primero médico del cabildo catedralicio y posteriormente catedrático de Prima de medicina de la universidad segontina. Cierto es que la importancia de esta universidad era muy inferior a la de la complutense, una de las grandes, pero a la postre Pérez Cascales había conseguido ser catedrático. Por otro lado, en la ciudad del Doncel nuestro personaje conseguiría una relevancia social de la que hasta entonces no había disfrutado: Se le renovó en 1609 la cátedra y en 1613 asimismo el cargo de médico del cabildo, mientras que con ocasión de los fallecimientos de los obispos fray Mateo de Burgos, en 1611, y de don Antonio Venegas y Figueroa en 1614, en los períodos en los que existió sede vacante fue nombrado en ambas ocasiones alcalde mayor de Sigüenza. El último dato biográfico suyo del que dispongo dice que en 1615 se despidió del cabildo catedralicio solicitando que se le pagara el salario completo, tal como lo tenía estipulado en el contrato, debido a su estado de pobreza. Ignoro, pues, cuándo y en qué circunstancias falleció.

Hasta aquí, la biografía de Francisco Pérez Cascales no se diferencia demasiado de la de otros muchos estudiantes de la universidad alcalaína. Sin embargo, hay un factor que hace que este personaje haya pasado por méritos propios a la historia de la medicina española: La publicación en 1611 de un tratado sobre las enfermedades infantiles, una de las más importantes aportaciones españolas a la literatura pediátrica de su época. El libro, un volumen en octavo de casi trescientas páginas, tiene el larguísimo título en latín de Liber de affectionibus puerorum, una cum tractatu de morbo illo vulgariter Garrotillo appellato, cum duabus Quaestionibus. Altera, De gerentibus vtero rem appetentibus denegatam. Altera vero de Fascinatione. Está impreso en Madrid, en la imprenta del tipógrafo real Luis Sánchez, y está dedicado a don Antonio Venegas Figueroa, entonces obispo electo de Sigüenza, prelado cuyo escudo de armas constituye la portada del libro.

En cuanto a su estructura, el libro se compone de cincuenta capítulos dedicados a las enfermedades de los niños y de cuatro apéndices monográficos, y aborda tanto la teoría como la práctica. No se ocupa ni de puericultura ni de patología general infantil, y está estructurado de forma digamos topográfica comenzando a estudiar las afecciones de la cabeza y terminando por las de los pies tras recorrer todo el cuerpo de arriba a abajo. Este sistema de clasificación de las enfermedades coincide con el de otros autores anteriores, pero se diferencia en su contenido dado que Pérez Cascales, como seguidor que era de la escuela de Francisco Vallés, sigue los criterios del galenismo hipocrático (es decir, la tradición) en contraposición a las teorías renovadoras del renacentista Paracelso. De esta forma, Pérez Cascales dará gran importancia al estudio de la naturaleza, la localización, las causas y el desarrollo de las enfermedades, concediendo también gran importancia a la observación clínica y a los datos anatómicos obtenidos del estudio de los cadáveres.

El primero de los cuatro apéndices es un tratado sobre el garrotillo, es decir, la difteria, y constituye uno de los clásicos españoles sobre este tema. El segundo y el tercero abordan respectivamente los temas del ayuno y las sangrías como posibles causas de aborto. El cuarto, por último, es una crítica de la supersticiones y, en particular, de la fascinación o mal de ojo, que el vulgo de su época creía capaz de provocar enfermedades infantiles.

En otro orden de cosas es notable también la contribución que Pérez Cascales hizo en su libro acerca de la epilepsia y la retención de orina, acertando en la condición de enfermedad cerebral de la primera y apoyándose en sus propias experiencias clínicas para interpretar la segunda, siempre siguiendo las directrices del Divino Vallés, de quien Pérez Cascales se declara discípulo, al tiempo que hace hincapié en su larga experiencia como pediatra. “He estado dedicado a la profesión médica durante treinta y cuatro años y, con el auxilio de Dios omnipotente, he asistido y devuelto a su primitiva salud un número casi incontable de lactantes y de niños que padecían gravísimas y diversas enfermedades”, diría el propio médico.

Y eso es todo ya que, según comenté anteriormente, nada he podido encontrar acerca de los últimos años de Pérez Cascales, del que ni siquiera sé si continuó viviendo en Sigüenza hasta su muerte. En todo caso, sería interesante investigar más en la vida de este personaje vinculado con nuestra ciudad.


Publicado el 16-1-1993, en el nº 1.318 de Puerta de Madrid
Actualizado el 8-2-2006