Eduardo de Toda y Albertos, un alcalaíno desconocido
Aunque el espíritu de esta sección, tal como indica su título, es el de dar a conocer, siquiera someramente, las biografías de personajes vinculados a Alcalá poco conocidos, en algunas ocasiones me he encontrado con sorpresas descubriendo por casualidad algunos de estos otros alcalaínos de los que no tenía la menor idea que lo fueran. Y, con independencia de que su relación con nuestra ciudad no pasara de ser tangencial o que su importancia histórica fuera asimismo limitada, pienso que merece la pena recordarlos.
Éste es precisamente el caso de Eduardo de Toda y Albertos, nacido en Alcalá en 1817 y fallecido en Barcelona en 1888, a quien descubrí gracias al anuncio de la venta en internet de un lote de 60 cartas suyas fechadas entre 1852 y 1869. Puesto que su biografía, como veremos más adelante, se desarrolló en su práctica totalidad en Cataluña, cabe suponer que su nacimiento en nuestra ciudad fuera meramente accidental en una época en la que ésta no pasaba por sus mejores momentos, y eso que todavía estaban por llegar los dos mazazos del año negro de 1836, la supresión de la Universidad y el expolio artístico que supuso la desamortización de Mendizábal.
Aunque no he podido confirmarlo, hay un dato que pudiera justificar la razón de su nacimiento alcalaíno. Según la edición en catalán de la Wikipedia su padre, José Antonio de Toda y Tapies, fue capitán de granaderos, por lo que es posible que entonces estuviera destinado en Alcalá y viviera aquí con su familia. Dado que no he encontrado más datos el tema sigue abierto, pese no se cuestiona el lugar de su nacimiento. Lamentablemente entonces no existía el registro civil y los archivos parroquiales ardieron en 1936, por lo que no resulta posible investigar por esta vía.
En cualquier caso, el vínculo de Eduardo de Toda y Albertos con Alcalá acaba aparentemente aquí, sin que sepamos tampoco hasta qué edad pudo residir en nuestra ciudad. Lo único que he podido encontrar en un artículo escrito por Jaume Massó Carballido es que fue alcalde-corregidor1 de Reus entre 1851 y 1853. Residió más tarde en Barcelona, donde ejerció como abogado, y fue diputado en Cortes entre 1867 y 1868 así como funcionario del Ministerio de Estado, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores.
Su familia pertenecía a una dinastía de terratenientes y comerciantes que ostentaba el título de ciudadanos honrados, equivalente a los hidalgos castellanos, lo que le permitió constituirse en el heredero político de sus tíos Baltasar de Toda y Tapies, vinculado a los sectores más conservadores de Reus de la que fue alcalde entre 1819 y 1820, y Francisco de Toda y Tapies, del partido moderado, que lo fue entre 1844 y 1845.
Eduardo de Toda y Albertos es conocido principalmente por haber sido el padre de Eduardo Toda y Güell -éste prescindió de la preposición de-, uno de los más ilustres hijos de Reus junto con Antonio Martín y Coll -músico vinculado a Alcalá-, Mariano Fortuny, el general Juan Prim y Antonio Gaudí. Toda y Güell (1855-1941) está considerado el primer egiptólogo español, aunque también ejerció como diplomático, arqueólogo y sinólogo. Brillante estudiante dominaba siete idiomas, entre ellos el chino, por lo que tras licenciarse en derecho ingresó en el cuerpo diplomático en 1873 ejerciendo el cargo de vicecónsul en Macao, Hong Kong y varias ciudades chinas. Posteriormente fue destinado a El Cairo, donde permaneció varios años recorriendo Egipto e interviniendo en excavaciones arqueológicas. En su juventud fue amigo de Gaudí, con quien colaboró, junto con el médico José Ribera y Sans, en la elaboración de un proyecto de restauración para el monasterio de Poblet, aunque ésta no tendría lugar hasta 1930, restaurándose la vida monástica en 1940.
Es preciso reseñar que Eduardo Toda y Güell fue fruto de una relación extramatrimonial entre su padre y Francisca Güell y Mercader, una joven soltera de 19 años -él le doblaba la edad-, dándose la circunstancia de que Toda y Albertos se desentendió por completo de la madre y el hijo, que fue educado por su familia materna. Aunque por sentencia judicial se vio obligado a reconocerlo y darle su apellido, jamás asumió su paternidad y rehusó relacionarse con su hijo, algo que éste nunca le perdonó.
Y esto es todo lo que he podido averiguar de este personaje; no mucho, ésta es la verdad, pero sí lo suficiente para aportar un nuevo dato, aunque sea pequeño, a la historia de Alcalá.
1 Los corregidores no eran elegidos por los vecinos, sino nombrados directamente por el gobierno.
Publicado el 14-6-2022