La literatura en el callejero complutense
No cabe duda de que el callejero de una población da una imagen -o mejor dicho, una sucesión de ellas, puesto que se trata de algo heredado que se va ampliando y renovando poco a poco- de las tendencias, digamos estéticas, de sus regidores, ya que no es lo mismo, pongo por caso, dedicar una calle a Mozart que hacerlo a un grupo de rock. En el caso concreto de Alcalá, dada su apuesta por la cultura cabría esperar que ésta se reflejara nítidamente en el callejero, máxime si tenemos en cuenta que buena parte de su casco urbano, y por lo tanto de su red viaria, es relativamente reciente; y así ocurre por lo general, lo que no impide que entre medias se hayan incrustado algunos nombres de difícil justificación, desde los impuestos por el oportunismo -cuando no el sectarismo- político, y no me estoy refiriendo a las desaparecidas denominaciones franquistas, hasta otros que no se sabe muy bien a que vienen, como es el caso del barrio de Juan de Austria, dedicado a la batalla de Lepanto simplemente porque Cervantes estuvo allí...
Por fortuna, y pese a estas intervenciones poco o nada apropiadas, el callejero de Alcalá es en su conjunto mucho más culto que el de poblaciones cercanas de similar tamaño, lo cual ha de ser motivo de satisfacción aunque de vez en cuando el nombre de alguna calle chirríe un poco, o un mucho. Y como muestra de lo dicho, baste con reseñar todas las dedicadas a la literatura... en un sentido amplio, puesto que existen escritores afamados, como Nebrija o María Moliner, por poner tan sólo dos ejemplos, que no crearon literatura, pese a lo cual sus aportaciones al idioma español fueron tan importantes que sería injusto no reseñarlos aquí.
Si hablamos de escritores presentes en el callejero complutense, inmediatamente nos vendrá a la memoria Miguel de Cervantes, cuyo nombre está reflejado en tres diferentes lugares del mismo: la plaza, la calle y la denominada plaza de la Quinta de Cervantes, un pequeño recinto urbano situado en la parte trasera de esta finca entre las calles Talamanca y Navarro y Ledesma. Pero hay muchos más, por lo que para su enumeración seguiré, de forma aproximada, un orden cronológico.
De la antigüedad tenemos a Aurelio Prudencio, un poeta hispanorromano natural de Calahorra que vivió a caballo entre los siglos IV y V. De religión cristiana, escribió varias obras dedicadas a ensalzar la memoria de los mártires, entre ellos a los Santos Niños, razón por la que le fue dedicada una calle del barrio del Pilar.
Varias son las calles que recuerdan a escritores medievales. La de Alfonso X, el rey poeta, está situada en Reyes Católicos. La del alcalaíno Arcipreste de Hita está en el casco antiguo, entre las de Trinidad y Portilla. La de Gonzalo de Berceo está en las cercanías de la plaza de la Juventud, al principio del barrio del Val, y la del Marqués de Santillana, por último, es una transversal de la calle Torrelaguna situada poco antes del paso subterráneo que salva el trazado del ferrocarril.
La fundación, a principios del siglo XVI, de la universidad de Alcalá y la confección de la Biblia Políglota Complutense, ambas iniciativas del cardenal Cisneros, trajeron a nuestra ciudad a un nutrido grupo de afamados humanistas que, sin ser creadores literarios en sentido estricto, sí realizaron importantes aportaciones a la cultura escrita. Aunque no todos, parte de ellos tienen sus nombres recogidos en el callejero complutense: Elio Antonio de Nebrija en el casco antiguo, entre las calles Libreros y Tinte. Alfonso de Zamora al final de la calle Ferraz, en su confluencia con la antigua carretera de Meco. Alfonso de Alcalá, Bartolomé de Castro, Demetrio Ducas, Pablo Coronel, Diego López de Zúñiga, Hernán Núñez de Guzmán y Juan de Vergara están en Reyes Católicos, y más concretamente en el barrio Puerta de Madrid. Gonzalo Gil, por último, se sitúa algo más lejos del centro que las anteriores, en el barrio del Pilar. Aunque posteriores a ellos, ya que vivieron en la segunda mitad del siglo XVI, podría incluirse también en este apartado a otros dos humanistas ilustres, Ambrosio Morales y Benito Arias Montano. La calle dedicada al primero es transversal al paseo de la Alameda, mientras la segunda se encuentra en el barrio de Caballería Española.
Otros escritores renacentistas recordados en el callejero de Alcalá son Beatriz Galindo y Luis Vives, en la Rinconada; Andrés Laguna, junto a la calle de la Pescadería; Garcilaso de la Vega, cercana a la plaza de la Juventud, y Lope de Rueda y Pablo de Céspedes en Caballería Española. Por último, el humanista Juan Huarte de San Juan tiene una calle dedicada en uno de los polígonos industriales de la carretera de Ajalvir.
Pasando al Siglo de Oro, además de Cervantes nos encontramos con un nutrido grupo de escritores. En el barrio de San Isidro están las calles dedicadas a Francisco de Quevedo y Tirso de Molina, y en el vecino de Caballería Española las de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Rojas Zorrilla, Juan Pérez de Montalbán, Padre Mariana y Juan de la Cueva, nombre que recibe también el vecino parque. La calle de Agustín Moreto se encuentra en las cercanías de la Senda Perdida, ya en la carretera de Meco, y las de Mateo Alemán y Vicente Espinel en Reyes Católicos.
Aunque el siglo XVIII fue, en lo que a literatura se refiere, mucho menos lustroso que el anterior, contamos no obstante con calles dedicadas a Gaspar Melchor de Jovellanos, Leandro Fernández de Moratín y el Padre Flórez en Caballería Española, a Tomás de Iriarte y José Cadalso en el Ensanche y a Félix María Samaniego en Espartales.
Al siglo XIX, por ser uno de los más fecundos en lo que a esta recopilación se refiere, conviene subdividirlo en varios apartados. En el primero de ellos, correspondiente al período romántico, nos encontramos con el Duque de Rivas, Mariano José de Larra y José de Espronceda en el Ensanche, y con Fernán Caballero en el barrio situado en la carretera de Meco junto a la residencia de ancianos.
En cuanto a los escritores activos a mitad de la centuria, tenemos a Concepción Arenal, Ramón de Campoamor y José Zorrilla, en el Ensanche; a Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro en Espartales, y a Juan Valera en el barrio situado en la carretera de Meco, junto a la residencia de ancianos.
De la segunda mitad de este siglo son José María de Pereda, con una avenidad dedicada en el Ensanche; Leopoldo Alas Clarín, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós y Jacinto Verdaguer, con calles en Espartales, y José de Echegaray en el barrio situado en la carretera de Meco, junto a la residencia de ancianos.
A caballo entre los siglos XIX y XX tenemos la conocida generación del 98. De todos estos autores un puñado de ellos cuentan con avenidas, calles, plazas o rotondas dedicadas en Alcalá. Miguel de Unamuno tiene dedicada una importante avenida en el Ensanche, y también se encuentran en este barrio las calles de Concha Espina, Ramiro de Maetzu, Eugenio DOrs y las glorietas de Carlos Arniches y Jacinto Benavente. En Espartales tenemos las calles de Pío Baroja, José Gabriel y Galán, Manuel Machado, José Martínez Ruiz Azorín y Ramón María del Valle Inclán. Las de Juan Ramón Jiménez y Pedro Muñoz Seca están en la carretera de Meco, junto a la residencia de ancianos. Por último, las dos únicas existentes en el centro de la ciudad son la de Antonio Machado, junto a la avenida de Guadalajara, y la de Manuel Azaña, en el barrio de San Isidro; no olvidemos que este político alcalaíno fue también un afamado escritor.
Tras la generación del 98 viene, lógicamente, la del 27, cuyos representantes figuran repartidos también en los nuevos barrios del norte de la ciudad. En el Ensanche tenemos las calles de Max Aub, José Bergamín, Luis Cernuda, León Felipe, Agustín de Foxá, Juan Ignacio Luca de Tena, Miguel Mihura, Pedro Salinas, Ramón J. Sender y la glorieta de Vicente Aleixandre. En Espartales están las de Federico García Lorca, Miguel Hernández y José María Pemán, y en la carretera de Meco las de Carmen Conde, Rosa Chacel y Josep Pla.
Completan la lista, salvo los casos particulares que comentaré a continuación, las calles de tres autores contemporáneos que podríamos considerar contemporáneos, entendiendo como tales a los que desarrollaron la parte principal de su obra con posterioridad a la guerra civil: la de Dionisio Ridruejo en el Ensanche, la de Álvaro Cunqueiro en Espartales y la de Gloria Fuertes en la Garena.
Hemos de pasar ahora a los casos especiales. Son varios los escritores hispanoamericanos, todos ellos contemporáneos de las generaciones del 98 y el 27, que también tienen calle en Alcalá, más concretamente en Espartales: Miguel Ángel Asturias, Rubén Darío, Nicolás Guillén, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, junto con la rotonda de José Martí.
Otro apartado especial es el de los Premios Cervantes. En su momento el ayuntamiento complutense acordó dedicar calles a todos los galardonados en el nuevo barrio del Ensanche, y así se hizo con Jorge Guillén, Alejo Carpentier, Dámaso Alonso, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Juan Carlos Onetti, Octavio Paz, Luis Rosales, Rafael Alberti, Ernesto Sábato, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Buero Vallejo, Carlos Fuentes, María Zambrano, Augusto Roa Bastos, Adolfo Bioy Casares, Francisco Ayala, Dulce María Loynaz, Miguel Delibes, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, José García Nieto, Guillermo Cabrera Infante y José Hierro, es decir, hasta el galardonado de 1998.
La iniciativa se interrumpió entonces durante varios años, hasta que el trazado de nuevas calles en el barrio de Espartales Norte permitió extenderla a los Premios Cervantes comprendidos entre 1999 y 2008: Jorge Edwards, Francisco Umbral, Álvaro Mutis, José Jiménez Lozano, Gonzalo Rojas, Rafael Sánchez Ferlosio, Sergio Pitol, Antonio Gamoneda, Juan Gelman y Juan Marsé.
Un tercer apartado englobaría a los escritores no literarios -con todo lo resbaladizo que resulta aplicar esta diferenciación-, estudiosos y filólogos por lo general. A este grupo pertenecen las calles de Julio Caro Baroja, Américo Castro, Marcelino Menéndez Pelayo y Claudio Sánchez Albornoz en el Ensanche, y Salvador de Madariaga, María Moliner y José Ortega y Gasset en la carretera de Meco. Los tres cervantistas que figuran en el callejero de Alcalá se encuentran en lugares bastante más céntricos: Francisco Rodríguez Marín tiene dedicada la plaza que une la de Cervantes con la calle de los Colegios, Francisco Navarro y Ledesma cuenta con una calle que discurre entre la Vía Complutense y Ferraz, y a Luis Astrana Marín, por último, se le dedicó el tramo inicial de la antigua carretera de Daganzo que bordea el parque ODonnell, entre la Vía Complutense y el puente sobre el ferrocarril.
Los autores locales, aunque en muchos casos no suelen figurar en las historias generales de la literatura, también tienen su rincón aquí. En el casco antiguo encontramos las siguientes: la de Esteban Azaña, padre del futuro presidente de la II República Española e historiador local, entre la calle Nueva y la plaza de Palacio; la de Bustamante de la Cámara, entre las plazas de Cervantes y de San Diego; la de Francisco de Figueroa, el Divino, en las cercanías de los Cuatro Caños, y la del historiador Miguel de la Portilla y Esquivel, entre la calle de San Julián y la puerta del Vado.
En Caballería Española tenemos las calles de Francisco Manuel de Huerta y Vega y de Heliodoro Castro, así como la plaza de José de Elola; en las proximidades de la estación, las calles de Pedro Laínez y Marcos Martínez; en el Campo del Ángel, las dedicadas al periodista Eduardo Pascual y Cuéllar, al historiador Liborio Acosta y al escritor del Siglo de Oro Manuel de León Marchante; y en Reyes Católicos, la de Pedro Serrano. Por último, en el barrio de Juan de Austria se encuentra la calle de Luis de Torres y, más adelante, las de José Demetrio Calleja, José Chacón, Luis Madrona y Fernando Flandes, seudónimo este último del autor de la letra del pasacalles Alcalá de Henares.
Como se puede apreciar, hasta el momento todos los personajes citados eran en su totalidad españoles o hispanoamericanos. La única excepción a esta regla la constituye el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, al cual se le dedicó una calle en el Ensanche coincidiendo con el centenario de su nacimiento en 1898, lo cual sorprende bastante teniendo en cuenta que otros muchos escritores de al menos la misma talla internacional, si no superior, brillan literalmente por su ausencia.
Terminada la visión de los autores, conviene también fijarnos en los personajes literarios que, aunque no demasiado abundantes, también los hay. Los más numerosos, como cabe suponer, son los salidos de la pluma de Cervantes: Don Quijote, junto al paseo de la Alameda, y Dulcinea, en Caballería Española, ambos del Quijote, junto con el Licenciado Vidriera, vecina a la ronda de la Pescadería. A ellas habría que sumar también la calle de Vargas Machuca, sita en Reyes Católicos, ya que se refiere a un personaje real, Diego Pérez de Vargas, cuyas hazañas luchando contra los moros durante el reinado de Fernando III el Santo, que le valieron el sobrenombre de Machuca, son celebradas por el Caballero de la Triste Figura. Hubo también, en la zona de Caballería Española, una calle hoy desaparecida dedicada a Mateo Vázquez, un secretario de Felipe II que aparece en el título de la Epístola a Mateo Vázquez cuya autoría es atribuida tradicionalmente a Cervantes. Además de estos personajes, nos encontramos con más referencias quijotescas en la calle Clavileño, en el Campo del Ángel, que homenajea al caballo de madera de este nombre, y con las de Los Batanes, Los Molinos, Puerto Lápice, Yanguas y El Toboso, todas en la Rinconada, que hacen alusión a diferentes lugares y edificios manchegos.
Fuera de la obra cervantina tenemos la calle del Rico Home, tras la plaza de los Santos Niños, que hace alusión al Rico Home de Alcalá, un personaje ficticio imaginado por Agustín Moreto como protagonista de El valiente justiciero, retomado en el siglo XIX por Manuel Fernández y González para su novela El rico-Home de Alcalá. Y desde muy recientemente, las calles interiores del centro comercial Cuadernillos, en la carretera de Guadalajara, ostentan nombres de personajes del Tenorio: Don Juan Tenorio, Don Luis Mejía, Doña Ana de Pantoja y Doña Inés de Ulloa, supongo que al socaire de la clásica representación de la obra de Zorrilla en Alcalá, aunque no por ello dejan de estar muy cogidos por los pelos al tiempo que se echan en falta otros personajes literarios famosos mucho más vinculados a nuestra ciudad como el Buscón o la Galatea.
Publicado el 11-7-2008
Actualizado el 22-7-2010