La familia Villafranca y Miguel de Cervantes
Un
nuevo libro cervantino de Emilio Maganto
Conocí al doctor Emilio Maganto durante la celebración del II Encuentro de historiadores del valle del Henares, allá por un lejano 1990, en el que él presentó un trabajo sobre el Francisco Díaz, un médico alcalaíno urólogo como él, pero cuatro siglos anterior en el tiempo, que pese a su gran importancia en la historia de la medicina española era entonces prácticamente un desconocido en Alcalá. El doctor Maganto no sólo me trató con total amabilidad sino que me regaló un ejemplar de su libro El doctor Francisco Díaz y su época, una versión ampliada de su ponencia en el Encuentro que, por haber sido publicado por un laboratorio farmacéutico en edición no venal, es decir, no puesta a la venta, resultaba ser una joya prácticamente inencontrable que además, hasta donde yo sé, nunca ha sido reeditado, lo cual es de lamentar puesto que se trata de un libro realmente importante para nuestra historia local.
Pese a ello el doctor Maganto se las arregló para que la figura de Francisco Díaz fuera conocida dentro y fuera de nuestra ciudad, de modo que hoy cuenta en Alcalá con una calle -hubiera merecido una vía más importante- y tiene también dedicado el centro de especialidades médicas, aunque yo habría preferido -méritos desde luego no le faltaban- que hubiera sido el hospital quien ostentara su nombre.
A partir de entonces, y han pasado ya veintitantos años, le perdí el rastro al doctor Maganto, pese a que durante todo este tiempo ha distado mucho de estar de brazos cruzados: una rápida búsqueda en la base de datos de la Biblioteca Nacional me ha dado un total de 16 libros suyos repartidos, conforme a la larga tradición de médicos historiadores que tanta raigambre ha tenido en España, entre trabajos profesionales relacionados con su especialidad, la urología, y trabajos históricos fruto de una concienzuda labor de investigación en los archivos. De estos últimos libros son varios los que tienen relación con Alcalá o con los alcalaínos, en especial con Cervantes tal como ya veremos más adelante.
Sin embargo, en esta relación faltaba su última publicación, que es la que ha motivado que escribiera este artículo. Fue el doctor Maganto quien se puso en contacto conmigo por correo electrónico, hace varias semanas, para comunicarme que acababa de publicar un libro que pensaba que podría ser de mi interés, del cual tuvo la amabilidad de proporcionarme un ejemplar. Tuve así ocasión de reencontrarme con él, por lo que supe que ya se había jubilado, pero que seguía trabajando en la investigación histórica con unos resultados nada desdeñables, puesto que en su nuevo libro, titulado La familia Villafranca y Miguel de Cervantes, recogía nada menos que varios documentos inéditos relacionados con el autor del Quijote, lo que ciertamente me sorprendió bastante puesto que siempre había dado por hecho que la investigación de la vida del alcalaíno más universal estaba ya tan estudiada que debería resultar imposible descubrir algo nuevo... encontrándome con que el doctor Maganto demostraba que no era así.
Éstos pertenecen a la categoría que los investigadores denominan documentos cervantinos de sus familiares o de sus parientes, correspondiendo en concreto a la familia de Ana Villafranca, la mujer con quien Cervantes tuviera fuera de su matrimonio a su única hija, Isabel de Saavedra. El libro completa a lo ya publicado en los anteriores Ana de Villafranca, amante de Miguel de Cervantes (2011) e Isabel de Saavedra, los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (2013), y en él el doctor Maganto reconstruye con toda minuciosidad la vida de varias generaciones de una familia, los Villafranca, con la que Cervantes se vio obligado a tratar con frecuencia, en ocasiones muy en contra de su voluntad, a causa de su desliz extraconyugal, con consecuencias profundas y por lo general poco agradables para el autor del Quijote.
El libro es ameno y se lee con interés, y quien esté interesado en la parte documental que constituye la base del mismo podrá consultar la transcripción de los documentos utilizados por su autor, e incluso las reproducciones fotográficas de los mismos. Pero no queda ahí la cosa, puesto que el cuerpo del trabajo, es decir, el ensayo dedicado a la familia Villafranca, viene precedido por un largo y jugoso prólogo de casi cuarenta páginas que constituye en realidad un opúsculo con entidad propia y no menos interesante que éste, razón por la que es imprescindible reseñarlo también aquí.
Bajo el título Reivindicación de la auténtica investigación biográfica de Miguel de Cervantes, el doctor Maganto sale al paso de toda una serie de teorías peregrinas, cuando no directamente delirantes, que en estos últimos tiempos han pretendido cuestionar el nacimiento de Cervantes en Alcalá, no sólo alguna tan rancia y desacreditada como la de Alcázar de San Juan, sino también otras nuevas, pero no por ello menos fantasiosas, como la que le hace natural de la comarca zamorana de Sanabria, por no hablar ya de la surrealista defensa de un origen presuntamente catalán del escritor, incluyendo un Quijote ¡escrito en catalán! al que la Inquisición habría obligado a traducir al castellano, por supuesto haciendo desaparecer la versión original. Realmente resultaría difícil inventarse una aberración mayor, lo que no ha impedido que semejante disparate haya encontrado eco y apoyo en ciertos círculos nacionalistas empeñados en reescribir y falsear la historia a su antojo, al estilo de como lo hiciera el ominoso régimen totalitario imaginado por Orwell en 1984.
Ante tamaños despropósitos yo siempre he respondido que estos seudohistoriadores, que basan sus peregrinas conclusiones en meras especulaciones completamente arbitrarias carentes del menor rigor científico, difícilmente podrían enmendar la plana a toda una pléyade de cervantistas ilustres, tanto españoles como extranjeros, que a lo largo de varios siglos han convertido a Cervantes en el personaje de su época más investigado y conocido no sólo de España, sino probablemente de todo el mundo. Por esta razón no suelo molestarme en rebatirlos ya que, aunque no soy cervantista, me considero capaz de discernir entre los investigadores serios y los que no lo son, y puesto que sus peregrinas teorías se descalifican por sí solas, está claro que ni siquiera merece la pena perder el tiempo en hacerlo.
Pero el doctor Maganto sí ha recogido el guante, descalificando de punta a cabo todas estas mistificaciones seudohistóricas con un rigor absoluto y unos argumentos tan contundentes como son los abundantes documentos conservados en los archivos, únicas pruebas válidas para sacar conclusiones rigurosas e irrebatibles acerca de un hecho -el origen alcalaíno de Cervantes- que por lo demás quedó fehacientemente demostrado hace ya muchos años por toda una serie de insignes investigadores a los cuales estos advenedizos no les llegan ni a la suela de los zapatos.
Realmente parece mentira que a estas alturas haya que seguir estando así, y el doctor Maganto se indigna, con toda la razón del mundo, al comprobar que, pese a toda lógica, estos embaucadores hayan logrado alcanzar no sólo un cierto nivel de crédito por parte de la gente mal informada, sino incluso un sorprendente apoyo de ciertos sectores de los que cabría esperar un mayor rigor, como ha ocurrido con ciertos periódicos locales y en especial con uno, ABC, que siempre ha tenido a gala ser un firme puntal de la cultura... a no ser, claro está, que haya por medio algún tipo de deliberado interés en descalificar a Alcalá con estas patrañas, que todo pudiera ser vistos otros precedentes anteriores, aunque la verdad es que no alcanzo a entender el posible motivo de esta irracional inquina.
Se sorprende también el doctor Maganto ante la tozudez de estos falsos historiadores, empeñados en demostrar lo indemostrable al tiempo que atribuyen su fracaso no a su propia ineptitud, sino a algún tipo de misteriosa conspiración tejida en contra suya con objeto de silenciarlos... aunque yo, la verdad, no me sorprendo tanto, puesto que por desgracia esta actitud mitad esotérica, mitad victimista, es por desgracia mucho más frecuente de lo que cabría esperar en una época como la nuestra, en la que se supone que la razón debería haber triunfado ya de forma definitiva sobre cualquier tipo de creencia irracional... atavismo que, por el contrario, está repuntando en todos los ámbitos de nuestra sociedad, no sólo en el cultural sino también en otros tales como el político, con el auge de los nacionalismos reaccionarios y sectarios, o el seudocientífico, con toda una sarta de embaucadores tales como magos, astrólogos, videntes, falsos arqueólogos, defensores de los ovnis y los extraterrestres, curanderos, homeópatas y demás patulea que medra a expensas de una sociedad paradójicamente cada vez más crédula y desinformada.
Así pues, que un presunto historiador paleto pretenda enmendar la plana a los historiadores de verdad no deja de ser una mera anécdota... aunque, en eso sí estoy de acuerdo con el doctor Maganto, ésta puede llegar a resultar francamente molesta. Pero les pese o no, como dijo Galileo, eppur si muove.
Ver también: La partida de bautismo de Miguel de Cervantes y sus detractores. Un nuevo libro cervantino de Emilio Maganto
Publicado el 28-5-2014