El Cervantes sentado de la Habana
Cervantes sentado,
boceto de Carlo Nicoli
Fotografía tomada de
alcalafoto.blogsome.com
Una vieja broma que corría por Alcalá cuando yo era adolescente, consistía en afirmar muy serio, delante de alguien, haber sido capaz de ver a Cervantes sentado en la plaza homónima. El inocente chiste consistía en jugar a confundir el sujeto al que correspondía el adjetivo sentado, dado que quien adoptaba esta postura no era evidentemente la sufrida estatua, sino el propio espectador que se sentaba en los bancos situados frente a ella.
Sin embargo, y para sorpresa de muchos, entre ellos yo mismo, en realidad sí existía un Cervantes sentado, refiriéndonos esta vez a la propia estatua o, mejor dicho, al boceto de una variante de la misma en el que el autor del Quijote, en vez de permanecer de pie, aparece en postura sedente. Se trata de un hecho que yo me atrevería a calificar de desconocido por completo en Alcalá hasta que fue desvelado por la exposición Los Nicoli en Alcalá, montada en la Capilla del Oidor durante la primavera de 2009. Se trata sin duda de una de las principales aportaciones documentales de la citada exposición, junto con el desentrañamiento, esperemos que definitivo, del tradicional lío entre los dos Nicoli que trabajaron en Alcalá, Carlo, el autor de las estatuas de Cervantes y el Empecinado, y su tío Pedro, propietario de la empresa con la que Carlo colaboraba.
El boceto, al parecer en escayola y a tamaño real, en teoría debería de conservarse hoy en día en los almacenes de la Academia de Bellas Artes de la localidad italiana de Carrara, y digo en teoría porque al parecer todos los intentos realizados para localizarlo han resultado fallidos. Eso sí, basta con observar la fotografía con cierto detenimiento para descubrir que ambos Cervantes -el boceto y la estatua complutense- son virtualmente idénticos, diferenciándose tan sólo en la postura.
¿A qué se debe esta duplicidad? Según se explicaba en la propia exposición, al parecer Carlo Nicoli debió de realizar dos bocetos diferentes de la estatua de Cervantes -sentado y de pie- con objeto de que quienes le encargaron la escultura -una comisión formada a tal efecto a instancias del ayuntamiento alcalaíno- eligieran entre ambas alternativas, fundiéndose tan sólo el modelo elegido, que fue evidentemente el erguido. Aunque no se conserva el boceto en escayola de la estatua, sorprendentemente sí se ha encontrado el que fuera desechado, lo cual le convierte en un indudable objeto de interés.
De hecho, el alcalde complutense manifestó su deseo de adquirirlo, aunque al carecer de fondos el ayuntamiento traspasó el encargo a la Sociedad de Condueños, la cual en estos momentos tiene pendiente la restauración de la maltratada estatua de Cisneros, por lo que tampoco se pudo comprometer a nada.
En cualquier caso, al escribir la primera versión de este artículo comentaba que resultaría extraordinariamente positivo traer a Alcalá ese boceto e incluso, quién sabe, fundir en bronce a partir de él una estatua que pudiera acompañar a la de toda la vida, que ya se sabe que por mucho trigo nunca fue mal año.
Vista general de la
estatua de Cervantes en La Habana
Fotografía tomada de
ketari.nirudia.com
Las cosas cambiaron en octubre de 2009 con un artículo1 publicado en Puerta de Madrid por Asela Sanz y J. Vicente Pérez Palomar. En él informaban de que, junto a la aparentemente irresoluble imposibilidad de encontrar el citado boceto en la Academia de Bellas Artes de Carrara, habían descubierto la existencia de una estatua, realizada a partir del citado boceto, en la ciudad de la Habana, concretamente en el parque de su nombre, junto a la calle de San Juan de Dios de la capital cubana. Efectivamente, como puede comprobar cualquiera que lo busque en internet -se puede consultar, por ejemplo, en www.habanaradio.cu-, tal estatua existe y no cabe la menor duda de que fue tallada -a diferencia de la alcalaína está realizada en piedra- a partir del citado boceto.
Detalle de la
estatua de Cervantes en La Habana
Fotografía tomada de
www.habanaradio.cu
Lejos de aclarar el misterio, este hallazgo lo complica todavía más. Aunque la autoría es indiscutiblemente de Carlo Nicoli, la fecha de la erección del monumento habanero es, según el artículo, la de 1908, justo 30 años después de la del complutense. Así pues, como acertadamente apuntan los autores del citado artículo, nos queda la duda de si realmente Nicoli realizó dos bocetos para la estatua de Alcalá, aprovechando el descartado años después para la de la Habana, o si, por el contrario, se trató de un boceto distinto realizado ex profeso para esta última ciudad. En el primer caso nos encontramos con el inconveniente de los treinta años transcurridos entre ambas, y en el segundo la paradoja de la más que evidente similitud entre ambas obras, que parece sugerir un origen común y no dos diferentes separados por nada menos que tres décadas.
Sea cual sea la verdadera razón, se trata de un hallazgo importante por el que felicito a los autores del artículo a la par que insto a los alcalaínos a no olvidarse de él, ya que seguiría siendo sumamente interesante contar con una copia del monumento cubano.
1Sobre la otra escultura de Cervantes o Cervantes sentado. Asela Sanz Herranz y J. Vicente Pérez Palomar. Puerta de Madrid, nº 2.113, 24-10-2009.
Ver también: La presencia del Quijote en la Habana
Publicado el 20-5-2009
Actualizado el
15-11-2009