El Gran Teatro Cervantes de Tánger
Vista general del Teatro
Cervantes
Tánger, con un censo de 850.000 habitantes (aproximadamente como Sevilla), pero con una población real que quizá supere el millón, está entre las seis ciudades más importante de Marruecos, por detrás de Casablanca, Rabat, Marraquech, Mequinez y Fez. Sin embargo tanto su geografía como su historia la singularizan diferenciándola del resto del país.
Tánger está situada en el extremo atlántico de la costa africana del Estrecho de Gibraltar, al igual que Ceuta, de la que dista unos setenta kilómetros, lo está en el extremo mediterráneo. Ambas ciudades se ubican en la Península Tingitana, el vértice más septentrional del continente africano, separadas por el estrecho de Gibraltar de las costas españolas, las cuales se divisan perfectamente desde la costa tangerina. Aunque la distancia mínima entre las dos orillas es de tan sólo catorce kilómetros, la ruta marítima entre Tarifa y Tánger se extiende hasta los treinta y siete, poco más que la existente entre Alcalá y Madrid, lo que da una idea de su proximidad a nuestro país.
Rótulo con el antiguo
nombre español de la calle donde se ubica el teatro
También son numerosos los vínculos históricos. Durante el bajo imperio romano Tánger fue la capital de la Mauritania Tingitania, una de las provincias en las que fue dividida administrativamente Hispania durante el reinado de Diocleciano. Tras ser dominada sucesivamente por los vándalos, los bizantinos y los árabes cayó bajo el control del califato de Córdoba, en cuyo poder permaneció durante más de un siglo. En 1471 fue conquistada por Portugal, que después de casi doscientos años de dominio se la cedió a Inglaterra en 1661, la cual tan sólo logró mantenerla en su poder hasta 1684, fecha en la que volvió a manos de los sultanes marroquíes.
Convertida durante el siglo XIX en la puerta de África y en el lugar de contacto entre el gobierno marroquí y las potencias europeas y los Estados Unidos, al dividirse Marruecos en 1906 entre los protectorados español y francés, y pese a que por su situación geográfica Tánger debería haber formado parte del territorio asignado a España, la oposición de varios países europeos, en especial Alemania y ¡cómo no! Gran Bretaña, forzó en 1912 su segregación del resto del protectorado y su sometimiento a un estatuto de ciudad libre que la convertía en un condominio internacional ejercido por España, Francia y Gran Bretaña, a las que años más tarde se unirían Italia, Portugal, Holanda y Bélgica, todas ellas representadas por sus respectivos cónsules. Este peculiar estatus político se mantuvo hasta que, a raíz de la independencia de Marruecos, en 1956 se reintegró al reino alauita, sin más interrupción que una breve ocupación española entre los años 1940 y 1945.
Rótulo de
azulejos
Aunque los períodos de dominio español efectivo fueron, como acaba de verse, muy breves, su cercanía a las costas gaditanas hizo que Tánger tuviera tradicionalmente una fuerte influencia española que no sólo no acabó con la independencia de Marruecos sino que, incluso, se incrementó durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, ya que al igual que ocurriera con Orán, en Tánger se asentó una numerosa colonia española que contribuyó a estrechar fuertemente los lazos de la ciudad con nuestro país, impregnándola de un carácter que a mí me recuerda mucho al andaluz y que ha perdurado, pese a la casi total desaparición de la antigua población española, hasta nuestros días. Si a ello le sumamos que son muchos los tangerinos que hablan o, por lo menos entienden, el español, resulta inmediato concluir que Tánger es probablemente una de las ciudades más españolas del vecino Marruecos.
Fruto de esta influencia hispana, que dejó también su huella en el trazado urbanístico de varias de las principales avenidas de la ciudad, fue la construcción, entre otros edificios, de la suntuosa sede del Consulado; de las Escuelas de Alfonso XIII, conocidas también por el nombre de su mecenas, el marqués de Casa Riera; del Cine Alcázar; de la Casa Toledano o, ya con posterioridad a la independencia de Marruecos (fue inaugurada en 1961), de la catedral tangerina.
Friso con una alegoría
de la música
Pero si bien todo lo anterior entra dentro de lo que pudiéramos considerar normal, mucho más llamativo resulta que Tánger llegara a contar también con una plaza de toros y con el más grande y uno de los más suntuosos teatros de todo el norte de África, bautizado con el nombre de Gran Teatro Cervantes. Y aunque tanto el cine como la plaza de toros y el teatro están cerrados desde hace varias décadas, ambos fueron muy populares en su momento. Dejando para los interesados en la tauromaquia la historia de la plaza de toros, inaugurada en 1950 con un aforo de 13.000 localidades y cerrada veinte años más tarde, fijemos nuestra atención en el Gran Teatro Cervantes.
Éste es bastante más antiguo que la plaza de toros, puesto que está a punto de cumplirse el centenario de su inauguración. Promovido por los empresarios Manuel Peña y Antonio Gallego, su primera piedra se colocó el 2 de abril de 1911, teniendo lugar la solemne sesión inaugural el 12 de diciembre de 1913. El lugar elegido para su ubicación fueron los terrenos denominados La Huerta, a mitad de camino de la cuesta que desciende desde el bulevar Pasteur hasta la actual calle de Salah Ed dine Al Ayoubi, que comunica la antigua plaza del Zoco Grande (actualmente 9 de Abril), antesala de la medina, con el recinto portuario, una vía urbana, por cierto, en la que todavía hoy se aprecia un inequívoco aire español. La calle en la que se asienta el teatro, llamada ahora Anoual, estuvo dedicada en su día a Esperanza Orellana, la esposa de uno de los dos promotores, tal como reza el rótulo de estilo sevillano que todavía hoy se conserva.
Esculturas del remate de la
fachada
En la construcción del teatro, cuyo coste ascendió a más de medio millón de pesetas de la época, no se escatimaron recursos, trayéndose de España toda clase de materiales nobles para su ejecución. El arquitecto que dirigió las obras fue Diego Jiménez Armstrong (1884-1956), un tangerino de origen español autor asimismo de otros importantes edificios de la ciudad, tanto en la medina como en el bulevar Pasteur, el eje principal de la ciudad moderna, así como de otros en ciudades marroquíes tales como Casablanca y Tetuán.
De formación académica francesa, Jiménez Armstrong diseñó el Teatro Cervantes siguiendo la estética modernista entonces en boga, pero dándole un inequívoco toque español y, más concretamente, andaluz, como refleja el gran frontal de azulejos, con el nombre del teatro y el año de su inauguración, que campea en la fachada del mismo, el cual bien podría haber estado en Sevilla. Los azulejos coexisten con otros elementos más internacionales, tales como el friso situado bajo éstos, una alegoría de la música de reminiscencias clásicas, o las esculturas que rematan la fachada, de estilo renacentista y que a mí me recuerdan un tanto, salvando las diferencias, a las que coronan la fachada de la Universidad de Alcalá.
Viasta panorámica del
interior del teatro
Fotografía de Carlos Rosillo tomada de
EL PAÍS
En el interior, según la documentación que he consultado ya que no me fue posible entrar en él, intervinieron notables artistas y decoradores venidos de España y hasta de Francia, tales como el pintor Federico Ribera, el escultor Cándido Mata, el constructor del escenario José de la Rosa, el escenógrafo Giorgio Busato (1836-1917), entonces responsable de los montajes del Teatro Real de Madrid y autor de los decorados y el telón, o Agustín Delgado, también llegado del Teatro Real para realizar la instalación eléctrica de más de dos mil bombillas, sin duda todo un alarde para la época. En la suntuosa decoración interior el estilo modernista alternaba con detalles casticistas tales como paneles de azulejos que representaban escenas del Quijote
Tánger era entonces una ciudad cosmopolita e internacional, y según las crónicas a la inauguración del teatro asistió lo más granado de la sociedad tangerina, que abarrotó las 1.400 localidades del teatro para asistir a la representación de la zarzuela El barquillero, de Ruperto Chapí, y la opereta La princesa del dólar, del compositor austríaco Leo Fall, probablemente en la versión española de Bruno Güell.
Estado actual del escenario.
Fotografía de Carlos Rosillo tomada de
EL PAÍS
Manuel Peña, uno de los dos promotores del teatro, estaba casado con Esperanza Orellana, y ambos eran unos grandes aficionados a la zarzuela, por lo que no es de extrañar que por el flamante escenario del Teatro Cervantes pasaran las más importantes compañías líricas españolas. Pero no fue sólo zarzuela de lo que pudieron disfrutar los tangerinos, sino también de ópera, teatro -incluyendo obras de Shakespeare-, flamenco, espectáculos deportivos, actuaciones de grupos artísticos árabes o conferencias de diversos temas, estando vinculado a nombres tan significados en sus diferentes ámbitos como los tenores Enrico Caruso y Miguel Fleta, las actrices María Guerrero y Margarita Xirgu, los artistas flamencos y de la copla Pastora Imperio, Antonio Mairena, Estrellita Castro, Carmen Sevilla, Lola Flores o Antonio Molina, el cantante hispaño-cubano Antonio Machín o los escritores Benito Pérez Galdós y José María Pemán, junto con muchos otros. Asimismo, fue utilizado como sede de elegantes celebraciones, fiestas de fin de año o bailes de máscaras, constituyéndose en uno de los principales focos culturales tangerinos.
En 1929, al resultarles gravosa su explotación, fue donado por sus propietarios al Estado español, que lo siguió gestionando durante más de cuatro décadas. Sin embargo, la independencia en 1956 del reino de Marruecos, y la consiguiente anexión de Tánger al mismo, significó el principio de su declive, marcado también por la inexorable y general decadencia de los diferentes géneros dramáticos durante la segunda mitad del siglo XIX, en beneficio del entonces pujante cine. De hecho, la paulatina desaparición de las programaciones teatrales y líricas vino compensada, siquiera en parte, por su conversión en sala de baile y posteriormente en cine, llegando a albergar incluso combates de lucha libre. A principios de los años sesenta el teatro era ya tan sólo una sombra de lo que había sido, y en 1974 fue alquilado por el Ministerio de Asuntos Exteriores al Ayuntamiento de Tánger por la simbólica cantidad de 1 dirham -9 céntimos de euro- al año.
Azulejo de temática
cervantina del interior del teatro
Fotografía de Antonio Montesinos
tomada del artículo de Juan Cruz Gárriz Ezcurra1
A principios de los años noventa tuvo lugar su cierre definitivo y, lo que es peor, su total abandono, lo que provocó un deterioro del edificio que todavía hoy no ha sido frenado, pese a unas intervenciones de emergencia realizadas en 2007 para evitar su derrumbe, algo que si no ha sucedido ya es gracias a su sólida estructura de hormigón armado, toda una innovación tecnológica en la época en la que fue construido.
Unas impresionantes fotografías publicadas por el diario EL PAÍS2 el pasado 18 de agosto de 2013, algunas de las cuales reproduzco aquí, dan clara muestra de su alarmante deterioro, sin que su indiscutible valor artístico e histórico, ni el interés mostrado por varias asociaciones culturales tangerinas y españolas, entre las que destaca la iniciativa Sostener lo que se cae3, hayan servido al día de hoy para conseguir que las autoridades responsables de ambos países se pongan de acuerdo para acometer su restauración, y ello a pesar de que el coste estimado para la misma, de alrededor de seis millones de euros, es una cantidad relativamente modesta a la par que asumible incluso en estos momentos de crisis económica.
Así pues, el próximo mes de diciembre el Gran Teatro Cervantes cumplirá cien años entre escombros y bajo la amenaza de su definitiva ruina.
BIBLIOGRAFÍA
1 GÁRRIZ EZCURRA, Juan Cruz. El Gran Teatro Cervantes cumple cien años. Revista Kasbah, nº 24. Junio de 2013. IESS Severo Ochoa de Tánger.
2 CEMBRERO, Ignacio. Cervantes muere en Tánger. Diario EL PAIS, 18-8-2013.
VALIÑA, Marina. Tánger con eñe. Diario EL PAIS, 8-5-2013.
Wikipedia: Teatro Cervantes de Tánger.
Publicado el 28-10-2013
Actualizado el
22-11-2013