Don Quijote y Sancho Panza, una escultura de Ulpiano Checa
Dos vistas de Don Quijote y Sancho
Panza, de Ulpiano Checa, expuesta en el museo de Colmenar de
Oreja |
Ulpiano Checa, nacido en la localidad madrileña de Colmenar de Oreja en 1860 y fallecido en la ciudad francesa de Dax en 1916, fue uno de los pintores españoles más afamados de su época aunque, haciendo suyo el dicho de que nadie es profeta en su tierra, resulta ser hoy casi un desconocido en España.
Tras ser alumno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando entre 1875 y 1880, en 1884 obtuvo una beca para viajar a Roma, donde estuvo ampliando su formación hasta que en 1887 se trasladó a París.
A partir de entonces desarrollaría su actividad artística en Francia, alcanzando un gran prestigio con cuadros tales como La invasión de los bárbaros, probablemente el más conocido, y muchos otros de temática histórica (Los carros romanos, Los últimos días de Pompeya, La naumaquia), orientalista (Fantasía, Andalucía en tiempo de los moros), paisajista (Venecia, Torre de Colmenar de Oreja) o costumbrista (El velatorio, El vendimiador de Colmenar, Día de lluvia en París) conforme a los gustos artísticos del momento. Obtuvo numerosos galardones, entre los que se cuentan la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1887 por La invasión de los bárbaros, que volvería a ser premiado en 1888 con la segunda medalla de la Exposición Internacional de Viena, la tercera medalla en la Exposición Universal de París de 1889 con el lienzo En la iglesia, y la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900 con Los últimos días de Pompeya. Asimismo fue condecorado con la Orden de Carlos III en 1891 y con la Legión de Honor francesa en 1894.
Gozando de una sólida fama tanto en Francia como en Norteamérica -al parecer algunos de sus cuadros sirvieron de inspiración para las grandes superproducciones históricas de Hollywood- e Hispanoamérica, su salud comenzó a resentirse a finales de la primera década del siglo XX. Al estallar la I Guerra Mundial, y ya enfermo, se retiró a la localidad de Bagnères de Bigorre, en los Altos Atlánticos, donde su familia política poseía una residencia, de la que pasó a Dax, cerca de Bayona, donde le sorprendió la muerte el 5 de enero de 1916. En 1960 el ayuntamiento de su localidad natal inauguró un museo monográfico dedicado a su obra, el cual fue ampliado en 1994 y 2009 y que sin duda merece una visita.
Menos conocida que su faceta de pintor es la de escultor, destacando sus obras por representar habitualmente en ellas escenas a caballo de gran plasticidad: Carro romano, El piel roja, La feria... y la que a nosotros nos interesa especialmente, Don Quijote y Sancho Panza.
Esculturas de Lorenzo Collaut
en el monumento de la Plaza de España
Esta escultura se conserva en el museo de Colmenar, concretamente en la sala 5. Fue fundida en bronce en 1895 en la fundición artística parisina de Siot-Decauville, que trabajó para numerosos escultores de la época, y expuesta en la galería, también parisina, de George Petit. Sus dimensiones son de 59 × 40 × 28 centímetros y, a pesar de su pequeño formato, posee un innegable valor artístico, mostrando a Don Quijote y a Sancho Panza jinetes en sus respectivas cabalgaduras y al escudero dirigiéndose a su señor, que le atiende con aire ausente.
Algunos comentarios que he leído acerca de esta obra resaltan un aparente parecido entre la escultura de Ulpiano Checa y las figuras del monumento a Cervantes de la Plaza de España madrileña, realizadas por Lorenzo Collaut Valera en la década de 1920, argumentando que esta semejanza se debería a que Collaut fue discípulo de Agustín Querol, que a su vez fue condiscípulo de Checa en Roma. Yo, la verdad, no les veo tal semejanza salvo en el hecho de que ambos cabalgan juntos, amén de que esta explicación me parece bastante cogida por los pelos y, además, tampoco consta que existiera ninguna vinculación directa entre Ulpiano Checa y Lorenzo Collaut Valera.
Grabado de Gustavo
Doré
Donde sí encuentro bastante más similitudes es entre la obra de Checa y un conocido grabado de Gustavo Doré que representa una escena similar y que hubiera podido, por lo tanto, servirle de inspiración al artista. En cuanto a las esculturas de Collaut Valera este parecido, si en realidad existe, podría deberse a una influencia similar o, quizá, a la de otra de las muchas representaciones iconográficas de los personajes cervantinos.
Publicado el 29-8-2013