Nuevo Baztán, el sueño de un ilustrado





Retrato de Juan de Goyeneche por Miguel Jacinto Meléndez
Fotografía tomada de www.foroxerbar.com



Cuentan las crónicas que Juan de Goyeneche, un oriundo del navarro valle del Baztán que haría fortuna y poder tanto durante el mortecino reinado de Carlos II como en el nuevo régimen de los Borbones, decidió un buen día crear una población de nueva planta en unos terrenos de su propiedad cercanos a la villa de la Olmeda de la Cebolla, rebautizada hoy con el más eufónico apellido de las Fuentes.

A juzgar por su probada capacidad de supervivencia a través de un drástico cambio de régimen que arrastraría a España a una guerra que tanto tuvo de civil como de internacional, justo es pues reconocer a nuestro personaje (que sería tesorero en ambas cortes) una innegable valía aún más patente si tenemos en cuenta la confusa época en la que le tocó vivir. De hecho, Goyeneche constituyó un interesante precedente de los ilustrados de fines del siglo XVIII, de cuyo espíritu modernizador sin duda estaba imbuido.




Estatua de Juan de Goyeneche obra de Gonzalo de Lossada (2003)


El destino de Goyeneche hubiera sido, como el de tantos y tantos precursores españoles, el del olvido de no mediar en su favor el testimonio en piedra de sus anhelos: La población de Nuevo Baztán, una magnífica realidad felizmente conservada igual que fuera concebida hace más de dos siglos y medio.

Corrían los primeros años del recién estrenado Siglo de las Luces que, al menos en España, no lo era aún, y la Guerra de Sucesión desgarraba los cuerpos y las almas de nuestro país cuando Goyeneche encargaba el inicio de su gran proyecto a uno de los más afamados arquitectos de su época, el salmantino José de Churriguera, famoso epígono del arte barroco recordado sobre todo por la torturante exuberancia de sus más conocidos trabajos, cénit quizá pero también punto final al que fuera abocado el arte de la Contrarreforma.

Nueve años habría de invertir Churriguera en su labor, que daría por culminada en el año de 1718; y en contra de lo que pusiera pensarse, esta ingente labor más de urbanista que de arquitecto tendría más bien poco de churrigueresca y sí mucho de ilustrada o, al menos, de preilustrada.




Torreón del palacio de Goyeneche


Y es que en Nuevo Baztán Churriguera contendría sus fantasías y sus excesos para regalarnos con un proyecto racionalista de población de nueva planta único en la comarca alcalaína y claro precedente de las repoblaciones de la Sierra Morena realizadas años después durante el reinado de Carlos III.

Terminada la construcción del poblado, que recibió el nombre de Nuevo Baztán en honor al lugar de origen de su patrono, Goyeneche dispuso su poblamiento con gentes procedentes principalmente de Castilla y Navarra amén de un puñado de artesanos extranjeros, pues estos últimos de acuerdo con los planes del fundador habrían de ser los creadores de unas incipientes industrias en el pueblo que, en forma de fábricas de tejidos y de vidrios finos, serían el sostén económico de sus habitantes.




Portada del palacio de Goyeneche


Transcurrieron los años y el sueño, el bello sueño de Goyeneche, seguiría adelante, si bien de una manera muy distinta a la imaginada por el noble navarro. Atrás quedaron las disputas con el párroco de la Olmeda, saldadas con la concesión del título parroquial a la nueva iglesia de San Francisco Javier; atrás quedaron también el fracaso de las fábricas creadas por Goyeneche, lo que condenó al Nuevo Baztán a seguir el mismo destino que sus vecinas localidades agrícolas.

Convertido en un pequeño lugar dotado de municipio propio pero privado (cosas de los tiempos, evidentemente) del otrora lustroso título de villa, Nuevo Baztán vio desgranarse poco a poco los años con esa placidez propia de las zonas rurales, sin que sus hasta hace poco trescientos habitantes escasos pudieran hacer mucho más que ver cómo el tiempo pasaba lentamente por sus vidas.

Pero los tiempos cambian y Nuevo Baztán, por fin, vería cómo se transformaba radicalmente su futuro. Víctima o beneficiario, que esto nunca se llega a saber del todo, de este cáncer moderno de nuestro campo que son las eufemísticamente llamadas segundas residencias, Nuevo Baztán vio cómo su más bien exiguo término municipal se iba salpicando poco a poco de urbanizaciones que, a costa de mixtificar su ambiente, han conseguido despertarlo de su letargo secular convirtiéndolo, al menos durante los fines de semana, en una mala y descolorida caricatura capitalina... Poderoso caballero es Don Dinero, como muy bien dijera Quevedo.




Parroquia de San Francisco Javier. Vista general


Aún hoy podrá el viajero deambular por las cortas callecitas del pueblo, tan trazadas a cordel que, de ser éste castellano viejo acostumbrado a las retorcidas callejuelas medievales, no tendrá por menos que contemplar con una curiosidad no exenta de un punto de asombro; podrá también contemplar el elegante conjunto formado por el palacio, propiedad particular y por lo tanto cerrado a cal y canto, y la contigua parroquia, encomendada al patronazgo del santo navarro por excelencia... Podrá, por último, admirar el recinto urbanístico formado por las tres plazas: La principal, hasta hace poco convertida en un jardín cercado por mor del capricho del antiguo propietario del palacio, en contra de la lógica y del interés común; la lateral, con su estropeada fuente que a decir de los entendidos salió de la mano de Churriguera, y por último la de toros, un amplio recinto cuadrangular situado a espaldas del palacio que, destartalado y triste, parece querer ser mudo testigo de tiempos mejores que, lamentablemente, nunca pudieron llegar a ser.

Lo que no podrá el viajero será encontrar ya esa bucólica paz que es patrimonio común de nuestras aún abundantes zonas rurales; víctima de ese nefasto y artificial ruralismo de fin de semana que vacía la gran capital y su cada vez más extensa área metropolitana en detrimento de todos sus alrededores, en Nuevo Baztán será hoy mucho más fácil encontrarse con un quinceañero de la Gran Vía o con un falso deportista urbanita, antes que con el entrañable y ya prácticamente desaparecido lugareño, condenado al parecer a la extinción por culpa de un mal entendido progreso. Y es que, ni el hábito hace al monje, ni se puede pretender hacer del campo una ridícula y artificial opereta.




Parroquia de San Francisco Javier. Portada


Tan sólo una vez al año, todos los segundos domingos de marzo desde 1977 para acá, la Comisión de Navarros en Madrid y la Real Congregación de San Fermín de los Navarros organizan una réplica de la Javierada que tiene lugar en el castillo natal de san Francisco Javier, en conmemoración de su canonización en 1622. Así, durante unas horas el modesto pueblecito de la Alcarria complutense se hermana de forma fugaz con las lejanas tierras pirenaicas que fueron solar del santo navarro por excelencia.

En estos últimos años Nuevo Baztán parece querer despertar de su sopor secular y de la mistificación de estas últimas décadas, recuperando su importante patrimonio. En manos de la Comunidad de Madrid el palacio, que lo rescató de un preocupante abandono, dicen ahora que quieren convertirlo en museo, nada menos que en una sección del Thyssen, que no es precisamente moco de pavo; esperemos que esta iniciativa no se quede, como tantas otras propuestas de nuestros políticos, en simple agua de borrajas.

De momento, y desde octubre de 2003, existe un Centro de Interpretación, esa extraña forma de denominar a los museos que tan de moda se ha puesto ahora, el cual tiene por misión dar a conocer el fallido proyecto industrial de Goyeneche al tiempo que pretende ser el embrión de un futuro museo etnográfico de la provincia de Madrid.

Existe asimismo una entidad cultural, la Asociación del Patrimonio Histórico de Nuevo Baztán, constituida en Nuevo Baztán por descendientes de Juan de Goyeneche y navarros y madrileños el 12 de octubre de 1996, e inscrita en el Registro de Asociaciones del Ministerio del Interior el 29 de noviembre de ese mismo año. Según rezan sus estatutos, su fin primordial es la recuperación y utilización del patrimonio histórico-artístico de Nuevo Baztán , así como el enaltecimiento de la figura de su fundador. Fruto tangible de su actividad es la estatua de bronce, obra del escultor Gonzalo de Lossada, que el pueblo tiene dedicada a Goyeneche, la cual por razones incomprensibles ha sido arrinconada en un callejón lateral, junto a la entrada del Centro de Interpretación, en vez de ser colocada frente a la fachada principal del palacio, entre éste y la cuidada plaza, lugar de mucho más realce. La peana de la estatua tiene una inscripción que reza lo siguiente:


Juan de Goyeneche y Gastón
Arizcun (Valle del Baztán) 1656 - Nuevo Baztán 1735
Fundador de Nuevo Baztán
y de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros

La "ASOCIACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE NUEVO BAZTÁN"
al pueblo de Nuevo Baztán
2003



Publicado el 8-8-1987, en el nº 1.060 de Puerta de Madrid
Actualizado el 26-6-2007