Los medallones del Salón Noble del Ayuntamiento
Vista general del Salón
Noble
Sin duda, uno de los elementos más notables del edificio del Ayuntamiento es el Salón Noble, o Salón de Plenos, llamado así por ser donde se celebran estas sesiones municipales, así como diversos actos protocolarios o solemnes. Pero quizá no sea tan conocido que este salón ocupa la parte alta de lo que fuera la iglesia del colegio-convento de Agonizantes, un antiguo colegio universitario que había quedado vacío tras el cierre de la Universidad en 1836 y que, tras varias vicisitudes, fue adquirido por el Ayuntamiento en 1855 con objeto de instalar allí su sede, dado que la anterior, situada en la plaza de Cervantes en las cercanías del Corral de Comedias, se había quedado pequeña.
El edificio, un antiguo caserón construido a mediados del siglo XVII, había llegado a manos municipales ruinoso y en muy mal estado de conservación, por lo que fue necesaria una remodelación total del mismo no sólo para reparar los estragos del tiempo, sino para adaptarlo a su nueva función. Las obras se prolongaron durante muchos años debido a la penuria económica municipal, y sólo hacia 1870 comenzó a verse el final de las mismas bajo la responsabilidad del arquitecto Cirilo Vara y Soria.
En lo que respecta al Salón Noble la elección de la iglesia no fue casual, dado que se trataba del recinto de mayor tamaño del edificio y, por lo tanto, el más adecuado para instalar en él el Salón de Plenos. Pero como su altura era excesiva ya que ocupaba las dos plantas, se procedió a partirlo en dos mediante un forjado que hizo de suelo en la planta superior, donde se ubicó el Salón Noble, y de techo en la inferior, que quedó habilitada para oficinas. Dado que se trata de un suelo postizo y, al parecer, no demasiado resistente, ésta es la razón por la que existe una limitación de aforo, es decir, de peso, en el mismo.
Según la página web del Ayuntamiento las obras de construcción del nuevo Salón Noble comenzaron en 1872 y se prolongaron hasta 1875, realizándose entre 1873 y 1875 la decoración del mismo, siguiendo los gustos artísticos de la época, por parte del arquitecto Adolfo Fernández Casanova, autor también de la capilla del cementerio municipal. El salón fue decorado a base de estucos y en él se instalaron seis medallones representando a otros tantos alcalaínos ilustres, o bien a personajes vinculados con la ciudad: Miguel de Cervantes, el Cardenal Cisneros, Pedro Gumiel, Juan Martín El Empecinado, Antonio de Nebrija, y Antonio Solís
Llama la atención la ausencia de alcalaínos tan significados como Catalina de Aragón o el Emperador Fernando, o de ilustres profesores universitarios como Francisco Vallés o Francisco Díaz, este último también alcalaíno, mientras está presente El Empecinado pese a que su vinculación con Alcalá fue estrictamente militar y limitada a los avatares bélicos de la Guerra de la Independencia; pero lo cierto es que en aquella época se exaltó sobremanera su figura por motivaciones patrióticas, tal como demuestra la erección en 1879, de forma prácticamente contemporánea con el medallón, del monumento conmemorativo a este antiguo guerrillero, que fue instalado en la calle homónima, entonces una de las principales de la ciudad.
Al tratarse de un edificio antiguo y haberse utilizado unos materiales relativamente pobres, la decoración, y en especial los delicados estucos, del Salón Noble no tardó en empezar a deteriorarse, lo que motivó la necesidad de una profunda restauración en 1947, que afectó a todo el edificio, y otra del propio Salón Noble a mediados de los años noventa del pasado siglo.
En esta ocasión lo que nos interesa de este recinto son, lógicamente, los seis medallones, a los que se sumó en 1914 una lápida en memoria del político alcalaíno Lucas del Campo.
Medallones de Cervantes y Cisneros |
Los dos medallones más cercanos a la presidencia están dedicados a los dos personajes más ilustres -al menos hasta esa época, recordemos que Manuel Azaña no había nacido todavía- de la historia de Alcalá, el de Cervantes a la derecha sobre el muro que da a la calle Cerrajeros, y el de Cisneros a la izquierda, sobre el muro que separa al Salón Noble del resto del edificio. En la parte central se sitúan el del arquitecto alcalaíno Pedro Gumiel, a la derecha, y el del historiador, también nacido en Alcalá, Antonio Solís y Rivadeneyra. Los dos últimos, colocados en la parte trasera de la sala, corresponden al gramático Antonio de Nebrija, a la derecha, y a Juan Martín El Empecinado, a la izquierda.
Medallones de Pedro Gumiel y Antonio Solís |
El diseño de los seis medallones es similar, con el busto del personaje dibujado en relieve sobre un disco, a modo de camafeo. El disco está rodeado por una moldura con bordes dorados, y bajo éste aparece el nombre del representado rodeado por una guirnalda, también decorada en blanco y oro, que semeja colgar de los puntos medios del medallón. Aunque el aspecto es de mármol, supongo que estarán realizados, al igual que el resto de la decoración, en estuco.
Medallones de Antonio de Nebrija y El Empecinado |
La lápida dedicada a Lucas del Campo, más tardía y por lo tanto ajena al proyecto de decoración del Salón Noble, se ubica en el muro opuesto a la presidencia, es decir, el que da a la plaza de Cervantes, y ha sido recogida en el artículo1 correspondiente a las lápidas dedicadas a personajes alcalaínos, por lo que no es necesario repetir su descripción aquí.
Publicado el 17-1-2012