La estatua desaparecida
de Francisco
Vallés en Madrid
Fotografía de la
estatua desaparecida del Divino Vallés
Buscando en el catálogo de la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España fotografías antiguas de Alcalá me encontré, dentro de la colección Ruiz Vernacci, con la fotografía de una estatua de Francisco Vallés que, según la ficha VN-08819 del catálogo, había estado ubicada en el pórtico del actual Museo Nacional de Antropología, situado en la confluencia de la calle Alfonso XII y el paseo de la Infanta Isabel, frente a la madrileña estación de Atocha. Puesto que a mí no me sonaba la existencia de estatua alguna en dicho pórtico, me puse a indagar encontrándome con una serie de datos bastante interesantes que paso a relatar.
El Museo Nacional de Antropología fue fruto de la iniciativa personal del médico y antropólogo Pedro González de Velasco (1815-1882), tan afamado en su época como excéntrico, ya que once años después de su muerte desenterró el cadáver de su hija, que había embalsamado él mismo, y lo instaló en una habitación de su casa ataviado con un vestido de novia. Allí permanecería hasta que, tras la muerte del doctor Velasco, su viuda decidió volver a enterrar el cuerpo de la infortunada muchacha en el panteón familiar de la Sacramental de San Isidro, no siendo cierta la leyenda que atribuye su identidad a la momia que se conserva en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Fotografía
antigua del pórtico del Museo Nacional de Antropología, donde se
aprecian
las dos estatuas desaparecidas: Servet a la izquierda y
Vallés a la derecha
Tomada de la
Revista de la Escuela de Medicina Legal
En su casa-museo, construida expresamente para ese fin por el Marqués de Cubas entre 1873 y 1875 e inaugurada ese último año por el rey Alfonso XII, fundó un museo con su colección etnográfica particular, al que en un principio -así reza en el rótulo de la fotografía- se le conoció como Museo Velasco. Tras la muerte de su propietario el museo fue adquirido en 1887 por el Estado, experimentando una serie de transformaciones y cambios de orientación y de nombre desde su enfoque inicial, dedicado a la antropología anatómica, hasta el actual centrado en la antropología cultural, aunque todavía conserva algunos elementos originales de su primera época tales como varias momias guanches y andinas o el esqueleto del gigante Agustín Luengo Capilla -llegó a alcanzar los 2,35 metros de estatura-, afectado de acromegalia y fallecido de tuberculosis ósea en 1877 a la edad de 28 años.
Aspecto actual del
pórtico del Museo Nacional de Antropología, ya sin las
estatuas
Fotografía tomada de la
Wikipedia
Pero centrémonos en la estatua. Para adornar el pórtico de entrada del museo, construido en estilo jónico por el ya citado Marqués de Cubas, el doctor González de Velasco encargó sendas estatuas de dos médicos ilustres, Miguel Servet y Francisco Vallés, al escultor Elías Martín la primera y a Ramón Subirat y Codorniu la segunda. Ramón Subirat, nacido en Mora de Ebro (Tarragona) en 1828 y fallecido en Madrid hacia 1890, fue un prestigioso escultor que se especializó en escultura anatómica -confección de modelos para las prácticas médicas-, trabajando para la Facultad de Medicina de Madrid. Dentro del ámbito más puramente artístico fue autor de varias obras de mérito, tales como el busto de Mariano Benavente sito en el parque del Retiro, otros dedicados a la duquesa de Montpensier, Manuel José Quintana y Adelardo López de Ayala, una estatua de Lope de Vega, hoy desaparecida, o las esculturas del mausoleo del arzobispo Bernardo Francés Caballero, en la basílica del Pilar.
Detalle de la cabeza de
la estatua
Y también, como ya he comentado, fue el autor de la estatua de Francisco Vallés. Ésta fue tallada en piedra de Novelda, una variedad de caliza procedente de esta población alicantina y muy utilizada por los escultores españoles, siendo instalada en el pórtico del museo, junto con su compañera dedicada a Servet, en 1880. Allí estuvo hasta que en 1939 el estallido de un obús destrozó a ambas, las cuales, al sufrir daños irreparables, fueron retiradas por los responsables del mismo. Desconozco qué pudo ser de sus restos y si todavía se conservan, pero quizá merecería la pena, si las técnicas escultóricas actuales lo permiten, restaurarla o reconstruirla. En cualquier caso, por el momento tan sólo disponemos de esta fotografía que, no obstante, basta para constatar la gran calidad de la obra del escultor tarraconense. En ella aparecía Vallés en posición sedente, sosteniendo con sus manos un libro abierto apoyado en su rodilla izquierda. Los críticos que la conocieron hacían especial hincapié en el mérito artístico de la cabeza, perfectamente lograda.
Puestos a especular, imagino una réplica de ella instalada en Alcalá como homenaje a uno de los más ilustres profesores de nuestra Universidad, cuyos restos reposan en la Capilla de San Ildefonso. ¿Por qué no?
Publicado el 24-3-2014