Recuperando las antiguas piedras
La linterna de la iglesia
de los Basilios durante su reconstrucción
I
Como puede comprobar fácilmente cualquiera de ustedes sin más que acercándose hasta la calle de los Colegios, en estos momentos se está procediendo a reconstruir la linterna de la iglesia de los Basilios, desaparecida como tantas otras torres alcalaínas en algún momento indeterminado del siglo XIX. Es para celebrar, ciertamente, que un edificio noble alcalaíno recupere su aspecto original como ocurrió, hace algunos años, con la iglesia de las Bernardas; pero esta circunstancia me sirve, asimismo, para reflexionar acerca de una cuestión que en nuestra ciudad, desgraciadamente, no está todavía nada clara.
Ésta no es otra, en definitiva, que la disyuntiva planteada a la hora de restaurar un edificio antiguo que ha perdido parte de sus elementos originales los cuales son, no obstante, conocidos merced a documentos gráficos de cualquier tipo con los que sería posible acometer una reconstrucción fidedigna de lo desaparecido. Dicho con otras palabras, me estoy refiriendo concretamente a los casos en los que se puede devolver a un edificio su traza primitiva sin necesidad de inventar nada; porque, si bien resultaría completamente absurdo intentar reconstruir idealmente un edificio -tal como el de San Diego, pongo por ejemplo- del que no se sabe prácticamente nada de cómo era antes de desaparecer, no menos inconveniente sería inventarse elementos diferentes a aquéllos diseñados por el constructor original del edificio en cuestión dándose la circunstancia de que se conoce perfectamente cómo eran estos. Se trata, en esencia, de la misma incongruencia a la hora de violentar innecesariamente una parte de nuestro patrimonio arquitectónico, independientemente de que sea pastiche o pegote.
Es por esta razón por la que el caso de la torre -o linterna, por hablar con mayor propiedad- de los Basilios resulta enormemente ejemplarizador: Porque, a pesar de que en un principio se había proyectado un a modo de zigurat que nada tenía que ver con la traza barroca de la iglesia y que forzaba notablemente tanto a la propia iglesia como a todo su entorno, finalmente el proyecto fue revisado buscándose que el nuevo elemento -la linterna- resultara ser lo más parecido posible al desaparecido... Labor nada difícil para un arquitecto capaz de leer en el edificio y que además vino ayudada por el hallazgo de una antigua fotografía. Y así, a falta de ver terminada la obra, todo mueve a pensar que la iglesia de los Basilios va a ver recuperado su antiguo esplendor, y el cielo alcalaíno un nuevo perfil olvidado desde hacía muchos años, gracias a que los responsables del proyecto de restauración supieron corregirlo a tiempo mejorándolo ostensiblemente, razón por la que es de justicia felicitarlos.
Vayamos ahora al reverso de la moneda, el convento del Carmen Calzado; situado en la confluencia de la calle de este nombre con la vecina de Santa Úrsula, este noble edificio vio cómo, hace tan sólo dieciocho años, era parcialmente demolida su iglesia por culpa de unas amenazadoras grietas aparecidas en la fachada de la misma. Dado lo reciente de esta demolición se conserva una abundante documentación gráfica del estado original del edificio, lo que unido a lo mucho que todavía se conserva del mismo permitiría, en opinión de varios arquitectos que lo conocen y con los cuales he comentado el tema, reconstruir la iglesia con toda facilidad y sin ningún tipo de problemas. La tarea, pues, resultaría sumamente sencilla de proponérselo así, lo que no ha impedido que se redactara un proyecto de rehabilitación que supondría, de ser llevado a cabo, una agresión realmente brutal tanto al propio convento como a su entorno urbanístico, que es uno de los más notables de todo Alcalá... Agresión completamente gratuita, dicho sea de paso, dado que nada habría que inventarse porque todo se conoce, la cual podría además llevarse por delante elementos sumamente interesantes que aún hoy se conservan, tales como el conjunto de capillas laterales, el claustro o la escalera.
Es por ello por lo que me gustaría llamar la atención de los responsables de este proyecto acerca de la conveniencia de obrar de modo similar a como se ha actuado en el cercano convento de Basilios, como ejemplo inmediato que es de cómo rectificar no sólo es de sabios, como muy acertadamente afirma el refrán, sino también de personas sensibles hacia el arte, la historia y la cultura.
Nota final
Otra de las obras de rehabilitación actualmente en curso, la del convento de la Madre de Dios o, si lo prefieren, los antiguos juzgados de la calle de Santiago, no contempla por lo que yo sé la reconstrucción de la desaparecida torre, probablemente una de las de mayor empaque de toda la ciudad; y, sin embargo, existe cuanto menos un documento gráfico -probablemente una de las fotografías más antiguas que se conservan de Alcalá- que permitiría hacerlo sin demasiados inconvenientes si así se decidiera. Creo, sinceramente, que merecería la pena, y mucho, hacerlo así.
La nueva linterna de Basilios, ya
terminada
II
Continuando con las anteriores Crónicas ciudadanas, quisiera insistir en un punto abordado en las mismas, el de la reconstrucción fidedigna de los elementos arquitectónicos perdidos y conocidos, recordando algunos ejemplos que me dejé entonces en el tintero... Y no voy a hablar de actuaciones realizadas hace ya algunos años, como la reconstrucción de la torre -o linterna- de las Bernardas o la de la bóveda hundida de la iglesia de San Cirilo, o del Carmen Descalzo, sino de intervenciones que están teniendo lugar ahora mismo tales como las que afectan a la espadaña de la propia iglesia de los Basilios, que hubo que demoler debido a su mal estado y que ahora se está sustituyendo por una de nueva construcción; el elemento que remataba los arcos de entrada a la iglesia de las Úrsulas, desaparecido hace décadas y rescatado gracias a fotografías antiguas, o el balcón principal del colegio de los Irlandeses, expoliado en fecha indeterminada y reconstruido en granito de acuerdo con la traza del edificio y de la inmediata portada... Sin olvidarnos tampoco de actuaciones no tan espectaculares tales como el rescate de una antigua puerta tapiada del paraninfo, la apertura de los arcos cegados del torreón del convento de las Úrsulas o la sustitución de la puerta de los Irlandeses por otra de aspecto similar.
Dicho brevemente, no sólo se puede y se debe, insisto una vez más, reconstruir lo perdido en vez de inventarse cosas ajenas al edificio que no hacen sino violentarlo, sino que ahora mismo se está haciendo frecuentemente en Alcalá tal como he reflejado en el párrafo anterior. Es de esperar, al igual que comentaba la semana pasada, que este mismo espíritu sea aplicado a las dos iglesias ruinosas que existen en estos momentos en Alcalá, la del Carmen Calzado y la de Caracciolos.
Publicado el 7-12-1991 y el 14-12-1991, en los nº
1.266 y 1.267 de Puerta de Madrid
Actualizado el 11-6-2008