Yo no sé si considerarlo culebrón, serpiente de verano o guadiana; porque lo cierto es que de vez en cuando surge la amenaza del inicio de las obras de remodelación del convento del Carmen Calzado para luego callarse discretamente... Hasta la próxima, como ha ocurrido recientemente con el anuncio del rector de la universidad. Todo esto tiene, mucho me temo, bastante similitud con el cuento del pastor mentiroso ya que la amenaza estriba precisamente en el peligro de que las obras comiencen realmente, lo que supondría de no haber sido modificado significativamente el proyecto, y nada indica que haya sido así, el mayor atentado urbanístico perpetrado en nuestra ciudad en los últimos años, y miren ustedes que se han cometido algunos bastante más que regulares.

Es una pena que la universidad, a la que hay que agradecer que haya sido la promotora de la recuperación de varios edificios históricos que estaban abandonados o impropiamente utilizados, sea también la responsable directa de desaguisados tales como la escalera del colegio de San Pedro y San Pablo, la sala capitular de Jesuitas o la aberración de la facultad de Económicas; y sería una pena también que volviera a echar un nuevo borrón en el Carmen Calzado cuando tan fácil resultaría reconstruir la iglesia tal como la propia universidad hizo con la iglesia del Carmen Descalzo (San Cirilo) o más recientemente con la linterna de la iglesia de los Basilios. Si han sido varias las ocasiones en las que la universidad ha hecho bien las cosas, ¿por qué no una más?

Proyecto de restauración del Carmen Calzado, por fortuna desestimado

Y por otro lado, no estaría tampoco de más que todos aquellos que han mostrado últimamente tanto interés por la conservación del patrimonio alcalaíno se preocuparan asimismo por un edificio que es mucho más que una tapia y por uno de los mejores entornos urbanísticos de Alcalá que podría resultar también sumamente dañado.

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Aspecto actual de la iglesia y el convento del Carmen Calzado, ya restaurados

Nota: Finalmente hubo suerte, y por fortuna el desaguisado que se pretendía hacer quedó desestimado; coincidiendo con la llegada del nuevo siglo la Universidad restauró el antiguo convento, respetando sus trazas originales. Actualmente es la sede de la Escuela de Arquitectura.