Los afluentes del Henares
El Dulce
Todas aquellas personas que hayan seguido en alguna de sus reposiciones la celebrada serie de Televisión Española El Hombre y la Tierra habrán podido comprobar cómo el malogrado Félix Rodríguez de la Fuente situaba varios de sus programas en el limpio y cristalino río Dulce. Lo que quizá no sea tan conocido es que este río, cuyas hoces están declaradas Parque Natural, es uno de los principales afluentes del Henares.
Pero comencemos con su descripción. Nace el Dulce, al igual que el Henares, en la Sierra Ministra, aunque lo hace más al sur que éste, en el término de Bujarrabal. En realidad no se trata de sus verdaderas fuentes, sino de un grupo de arroyos o barrancos de escasa relevancia que remontan su cabecera hasta los 1.100 metros de altitud, en las proximidades de la citada localidad de Bujarrabal. Uno de ellos, el arroyo Viejo, que le desemboca en las proximidades de Estriégana, extiende su valle hasta las cercanías de Alcolea del Pinar, lo que convierte al puerto de Alcolea en el punto más oriental de la cuenca del Henares, mientras que otro de sus tributarios de cabecera, el arroyo de la Vega, penetra incluso unos centenares de metros en la provincia de Soria, lo que hace que algunos autores den como lugar de nacimiento del Dulce el término municipal de Torralba del Moral, la vecina localidad soriana.
En realidad las verdaderas fuentes del Dulce están a algunos kilómetros de distancia de allí, en las cercanías del vecino pueblo de Estriégana. En esta ocasión se trata de alrededor de media docena de manantiales, el primero de los cuales se encuentra junto a la carretera que enlaza Alcolea del Pinar y Sigüenza, mientras el resto se desgranan en las afueras del caserío, aportando en su conjunto un caudal equivalente al que en Horna da origen al vecino Henares1.
Pasadas ya Bujarrabal y Estriégana, y camino de Jodra del Pinar, el Dulce se encuentra ya formado, recogiendo aquí las aguas de su principal afluente, el río de Saúca, que nacido en la localidad de este nombre cercana a Alcolea del Pinar, le desemboca por la izquierda junto al pequeño caserío de Jodra del Pinar. A partir de esta confluencia su curso empieza a encajonarse, seccionando el alto páramo alcarreño y labrando sus célebres hoces, un relieve caprichoso y de grandiosas formas que, junto con la frondosidad de sus riberas, convierten a esta zona en un lugar de muy apreciable valor paisajístico.
El
Dulce en Aragosa
Continúa el Dulce su camino bañando con sus aguas los pequeños pueblos de Pelegrina, La Cabrera y Aragosa, donde su valle se abre tras dejar atrás las espectaculares hoces. Poco antes de alcanzar Mandayona, cuando se cruza con la carretera comarcal 204, que enlaza la nacional II con la ciudad de Sigüenza, el Dulce se revela ya como un río maduro, más caudaloso sin duda que su vecino Henares a su paso por la cercana ciudad del Doncel.
Aguas abajo de Mandayona, el valle del Dulce se muestra ya como un anticipo de lo que serán los cursos medio y bajo del Henares, permitiendo el asentamiento en su ribera de la población de Villaseca de Henares y, al fondo de un corto barranco tributario suyo, de la de Castejón de Henares, ambas con un curioso apellido teniendo en cuenta que están situadas no a orillas de este último río, sino del Dulce. Las dimensiones del valle permiten ahora que una carretera local discurra paralela al cauce del río, estableciendo una ruta alternativa y seguramente más cómoda al antiguo camino que remontaba el valle del Henares hasta Sigüenza. Por fin llega el Dulce a Matillas, lugar en el que tiene lugar su confluencia con el Henares, al pie del cerro de la Dehesa y a 815 metros de altitud sobre el nivel del mar. Aquí acaba el curso de este río por decisión de los geógrafos, decisión bastante discutible si tenemos en cuenta que el Dulce, amén de aportar más caudal que el Henares, es el que determina la morfología del terreno aguas abajo de su confluencia2.
Este último aspecto es claramente reconocible para todo aquél que viaje en ferrocarril desde Sigüenza hasta Alcalá. Entre Sigüenza y Matillas el valle del Henares, por el que discurre la vía del ferrocarril, es muy estrecho y profundo, sin que recuerde en absoluto a la amplia llanura limitada a la izquierda por la abrupta escarpadura de la Alcarria a la que tan acostumbrados estamos sus ribereños. Este paisaje tan característico de los cursos medio y bajo del Henares es aportado por el Dulce desde antes incluso de su confluencia, lo que contribuye a incrementar la sensación de que es este río la corriente principal de agua a pesar de los criterios geográficos. Esto explica que, con la excepción del Badiel, sea el Dulce el único río digno de tal nombre que afluye al Henares por su margen izquierda; aguas abajo de su cuenca la disposición del terreno hace que las aguas de la franja norte de la Alcarria escurran no hacia el Henares (salvo el anómalo caso del Badiel) sino hacia el cercano Tajuña, que discurre más al sur.
El Dulce resulta ser, junto con el Sorbe y el Bornova, uno de los principales afluentes del Henares; pero mientras estos dos últimos cursos de agua confluyen con el Henares en su curso medio (el Bornova) o en el inicio de su curso bajo (el Sorbe), el Dulce lo hace en su curso alto, cuando tan sólo ha recogido aún las escasas aguas del río Salado, lo que le convierte en el verdadero responsable de la mayoría de edad de nuestro río.
El Dulce es un río fundamentalmente serrano, de aguas limpias y bravas. Es muy rico en pesca, sobre todo en truchas, y como quedó dicho al principio de este artículo su rica fauna y lo frondoso de sus riberas han hecho que varios naturalistas, incluido el propio Félix Rodríguez de la Fuente, lo eligieran para el desarrollo de sus trabajos. Su curso, de algo más de 40 kilómetros de longitud, carece de embalses, aunque está regulado por varias acequias y canales de riego que, como el de Mandayona, existen en su curso bajo.
Publicado el 19-4-1986, en el nº 995 de Puerta
de Madrid
Actualizado el 19-6-2007