Los embalses de la cuenca del Henares
Vista parcial del mapa
provincial de Guadalajara donde se aprecian los cinco embalses de la cuenca del
Henares
Hasta mediados de los años cincuenta del pasado siglo la cuenca del Henares no contó con ningún embalse que regulara sus aguas y las de sus afluentes, y sólo algunas pequeñas lagunas naturales como la de Somolinos, situada en la cabecera del río Bornova, aparecían en la accidentada geografía de los territorios serranos situados al norte de la provincia de Guadalajara. Evidentemente ni la topografía del terreno ni los exiguos caudales de estos ríos permitían la construcción de pantanos de regular tamaño tales como los de Entrepeñas y Buendía, y la escasa demanda de agua tanto para consumo humano como para riego -se trata de unas comarcas muy despobladas- impidió que se creara una constelación de pantanos a la manera de lo que ocurrió en la sierra norte de la vecina provincia de Madrid, donde sí eran necesarios para saciar la sed de la capital de España y de su cada vez más poblada área metropolitana.
En cualquier caso, basta con estudiar un plano topográfico de la zona para llegar a la conclusión de que las posibilidades para hacerlos eran bastante limitadas. Para empezar era preciso descartar al propio Henares, dado que la peculiar distribución asimétrica de su valle, salvo en su curso alto, resulta de todo punto inadecuada para la construcción de una presa, al no existir ningún lugar suficientemente estrecho, por su margen derecha, para hacerlo. Tampoco el estrecho desfiladero que labra entre Sigüenza y Matillas, único tramo de su recorrido en el que discurre encajonado, parecía demasiado adecuado, puesto que la capacidad de ese hipotético pantano sería muy pequeña y sus escasos beneficios no compensarían probablemente los importantes trastornos que causaría, empezando por el desvío de la línea férrea que discurre por allí. Así pues, que yo sepa jamás se planteó siquiera esta posibilidad.
Su vecino y afluente el Dulce, por el contrario, sí parecía ofrecer en principio más posibilidades, dado que durante buena parte de su recorrido atraviesa las profundas hoces de Pelegrina, La Cabrera y Aragosa, idóneas para ser taponadas... lo cual hubiera supuesto un monumental desastre paisajístico y ecológico, por lo que es de celebrar que a nadie se le ocurriera perpetrar tamaño disparate, gracias a lo cual hoy podemos disfrutar de unos parajes vírgenes declarados con toda justicia Parque Natural.
Puesto que por la margen izquierda del Henares no quedaba otra posibilidad tras descartar al exiguo Badiel, lo lógico era que los ingenieros fijaran su atención en los afluentes de la margen derecha, que por descender de las serranías norteñas y contar con cursos más largos y unas redes de afluentes bastante desarrolladas, aparecían como alternativas más interesantes. A ello se unía el hecho de que, al tropezar por las estribaciones montañosas más meridionales del Sistema Central, situadas a mitad de camino entre sus cabeceras y el valle del Henares -sierras del Ocejón, Gorda, del Alto Rey, de la Bodera o de la Pila-, se han visto obligados a labrar unos estrechos valles y desfiladeros muy apropiados para estos fines.
De todos ellos también había que descartar al Aliendre, tanto por su escaso caudal como por el hecho de que, al nacer al sur de estas estribaciones montañosas en la vertiente meridional de la Sierra Gorda, su cauce resulta poco apto para ser embalsado, al discurrir por terrenos abiertos durante la mayor parte de su recorrido.
Así pues, quedaban los cuatro grandes afluentes que drenan la margen derecha de la amplia cuenca del Henares: el Salado, el Cañamares, el Bornova y, finalmente, el Sorbe, su principal tributario. Y de ellos el primero en ser elegido fue el Cañamares, una decisión un tanto sorprendente si tenemos en cuenta que su caudal es bastante inferior a los de sus vecinos Bornova y Sorbe y, por lo tanto, con una capacidad de embalsado asimismo bastante más reducida.
Pálmaces
Vista aérea del embalse de
Pálmaces
Fotografía de Avioneto tomada de
Embalses.net
La fecha que figura para la finalización oficial de las obras de construcción de la presa es la del 1 de enero de 1954, aunque su inauguración oficial conjuntamente con la de la presa de El Vado, en el alto Jarama, tuvo lugar el 28 de junio de ese mismo año. La presa de Pálmaces se encuentra en la vecindad del pueblo homónimo, Pálmaces de Jadraque, cuya ubicación en un alto sobre la vega del río le salvó de quedar anegado tal como ocurriría años más tarde con otras poblaciones menos afortunadas. La misión principal de este embalse es la de regular las aguas para el riego agrícola de la vega del Henares, abastecida en su mayor parte por el Canal del Henares.
El Pozo de los Ramos
La presa del Pozo de los
Ramos
Hubieron de pasar más de veinte años hasta la finalización el 1 de enero de 1976 del segundo embalse de la cuenca del Henares, el del Pozo de los Ramos, situado en el curso alto del Sorbe. De pequeña capacidad dado lo angosto del valle en esta zona del río, técnicamente está considerado como un azud que, aunque es definido por el DRAE como una presa hecha en los ríos a fin de tomar agua para regar y para otros usos, término que en sentido literal podría aplicarse a todas ellas, en la práctica se utiliza para describir a las represas de pequeño tamaño, inferior al de un embalse convencional.
La misión del azud del Pozo de los Ramos, gestionado por el madrileño Canal de Isabel II, era la de aprovechar la concesión de un caudal de agua anual para derivarlo hasta el vecino embalse del Vado, utilizándolo para el suministro de agua potable al área metropolitana de Madrid. Esta concesión provocó en su momento roces con la Mancomunidad de Aguas del Sorbe, de la que hablaré más adelante, ya que ésta consideraba, en los años previos a la construcción del embalse de Beleña, que la detracción de agua del alto Sorbe perjudicaba al suministro de los municipios mancomunados, entre ellos Alcalá y Guadalajara, sobre todo en los períodos de estiaje y de sequías prolongadas.
Aunque a principios de los años noventa se planteó su recrecimiento con objeto de incrementar su capacidad, dado el impacto negativo que esta obra hubiera tenido sobre el entorno del alto Sorbe, hoy integrado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, fue final y afortunadamente paralizada.
Alcorlo
Embalse de Alcorlo
Tan sólo dos años más tarde, el 1 de enero de 1978 -aunque el llenado no comenzó hasta el 28 de enero de 1982-, se concluyó el embalse de Alcorlo, sobre el Bornova, que anegó el valle sobre el que se asentaba la población homónima, de la que tan sólo se pudo salvar su iglesia, desmontada piedra a piedra y trasladada a un barrio de Azuqueca de Henares. Al igual que el de Pálmaces fue ideado para regular el agua destinada al riego agrícola, pero ante la incapacidad de Beleña para cubrir durante los veranos de los años secos la demanda de las poblaciones a las que abastece de agua potable, a partir de 1996 comenzó a recurrirse a él en situaciones de necesidad.
En esta ocasión la orografía propició que se pudiera construir el que es, con diferencia, el embalse de mayor capacidad de la cuenca del Henares, más del triple de la de Beleña, pese a contar el Bornova con menor caudal que el Sorbe. Esto hace que el embalse, en la práctica, no se haya llegado a llenar nunca, por lo cual hace algunos años se planteó la posibilidad de construir un trasvase que derivara a Alcorlo los caudales excedentes del Sorbe que no pudieran retenerse en Beleña, un proyecto que quedó atascado por unos trámites burocráticos en los que, bajo pretextos ecologistas, parecen ocultarse intereses políticos y conflictos de competencias entre las comunidades autónomas de Madrid y Castilla la Mancha, a las que siempre les ha resultado sumamente incómodo que la Mancomunidad del Sorbe esté a caballo entre ambas circunscripciones, escapándose de esta manera a sus respectivas y asfixiantes tutelas.
Sí salió adelante, aunque no sin esfuerzos, la construcción de una captación para derivar agua desde Alcorlo hasta la estación potabilizadora de la Mancomunidad de Mohernando, ideada para reforzar el suministro del Sorbe en caso de escasez de agua en Beleña. Aunque la instalación de la tubería concluyó a finales de 2009, las trabas administrativas demoraron su entrada en funcionamiento hasta bien entrado 2014.
Lo que sí fue un destrozo fue la construcción de la presa justo en la embocadura del desfiladero del Congosto, un interesante paraje natural por el que discurría el Bornova entre Alcorlo y San Andrés del Congosto, arruinado en parte por ésta y que quizá hubiera podido ser salvado de haberse construido la presa algo más arriba a cambio, claro está, de un coste mayor.
Beleña
El embalse de Beleña, con el Pico
Ocejón al fondo
A Alcorlo le seguiría casi de inmediato Beleña, finalizado el 31 de diciembre de 1982 y construido para suministrar agua potable a la Mancomunidad del Sorbe, constituida por Alcalá de Henares, Guadalajara, Azuqueca de Henares y otras poblaciones menores. El embalse recibe su nombre de la vecina localidad de Beleña de Sorbe, la cual, por encontrarse en un lugar elevado, pudo salvarse de la inundación al igual que años atrás ocurriera con Pálmaces.
Aunque la Mancomunidad ya existía desde años atrás, la inexistencia de un embalse regulador en el curso medio-bajo del Sorbe hacía que la captación tuviera lugar en un pequeño azud situado en las cercanías de Humanes, próximo ya el Sorbe a su desembocadura. Esta captación, ideada para una población muy inferior a la que alcanzaron todas estas localidades, y en especial Alcalá, a finales de los años setenta, pronto resultó ser insuficiente, lo que provocó una seria carestía de agua durante bastantes años, sobre todo en verano, que sólo pudo ser resuelta tras la construcción de la presa y de la infraestructura aneja a ella.
Hasta el momento el suministro de Beleña ha resultado ser suficiente excepto en momentos muy puntuales, en los que ha sido necesario recurrir a tomas de emergencia del Canal del Henares o del vecino embalse de Alcorlo. Esto se debe a que su escasa capacidad hace que sea incapaz de retener buena parte del agua que el Sorbe acarrea en invierno y primavera, al tiempo que se vacía en verano con bastante rapidez. Por esta razón se planteó la construcción de un trasvase que permitiera derivar los excedentes al embalse de Alcorlo, de donde se recuperarían cuando éstos fueran necesarios, proyecto que como ya he comentado está en estos momentos embarrancado en las marismas de la burocracia y la política, que nunca se sabe cual de ellas es la peor, aunque lo que sí se ha conseguido sacar adelante -algo es algo- es la conducción de agua desde Alcorlo hasta la estación potabilizadora de Mohernando..
El Atance
El embalse de El Atance visto desde la
presa
El más reciente de los embalses de la cuenca del Henares es el de El Atance, terminado el 1 de octubre de 1997 y construido también con destino a mejorar los regadíos del Henares. Ubicado sobre el río Salado, el último de los cuatro afluentes importantes que quedaba sin regular, su construcción se realizó no sin polémica, al argumentar sus detractores que la elevada salinidad de sus aguas -en sus cercanías existen varias salinas explotadas hasta fechas recientes- podría perjudicar a las plantaciones que utilizaran sus aguas. Finalmente el embalse se construyó anegando a la población del mismo nombre, cuya iglesia, al igual que ocurriera con la de Alcorlo, fue desmontada y trasladada a un barrio de Guadalajara.
Y eso es todo por ahora y, presumiblemente, lo será también durante mucho tiempo, ya que las posibilidades de construcción de nuevos embalses, siempre con la salvedad del respeto a los parajes de alto interés ecológico y paisajístico que algunos de estos ríos atraviesan, no parecen ser muy elevadas. En cualquier caso el único incremento previsible de demanda vendría de parte de la Mancomunidad del Sorbe, y bastaría probablemente con el ya varias veces aludido trasvase entre el Sorbe y Alcorlo, si al final se desatasca, para solucionarlo.
Estadísticas
Pasemos ahora a ver los principales datos estadísticos de estos cinco embalses. De izquierda a derecha, las columnas indican el año de inauguración; la altura de la presa (H) en metros; la longitud de coronación (L), es decir, la anchura de la presa en su parte superior, también en metros; la capacidad del embalse (C) en hectómetros cúbicos; la superficie que ocupa (S) en hectáreas; la extensión de la cuenca (E) en kilómetros cuadrados, y la aportación media anual (A) en hectómetros cúbicos.
Pulsando sobre el nombre del embalse, por último, se podrá acceder a la ficha correspondiente de la base de datos de la Sociedad Española de Presas y Embalses (SEPREM).
Embalse | I | H | L | C | S | E | A |
Pálmaces | 1954 | 43 m | 115 m | 31 Hm3 | 270 Ha | 275 Km2 | 45 Hm3 |
Pozo de los Ramos | 1976 | 29 m | 82 m | 1 Hm3 | 14 Ha | 363 Km2 | 170 Hm3 |
Alcorlo | 1978 | 73 m | 291 m | 180 Hm3 | 599 Ha | 366 Km2 | 82 Hm3 |
Beleña | 1982 | 57 m | 530 m | 53 Hm3 | 245 Ha | 472 Km2 | 160 Hm3 |
El Atance | 1997 | 45 m | 184 m | 35 Hm3 | 280 Ha | 317 Km2 | 43 Hm3 |
Como puede comprobarse, a excepción del de Alcorlo todos ellos, incluido el de Beleña, cuentan con una capacidad reducida, e incluso este mismo tampoco destaca frente a otros embalses de cuencas cercanas. Si bien el del Vado, en el Jarama, es equivalente en tamaño con sus 56 Hm3, prácticamente los mismos que los de Beleña, el de El Atazar, sobre el Lozoya, almacena nada menos que 426 Hm3. Y si ya nos fijamos en Entrepeñas (835 Hm3) o en Buendía (1.639 Hm3), podremos comprobar que nuestros embalses son, en comparación, casi de juguete a su lado.
Publicado el 18-10-2013
Actualizado el
19-1-2015