Aunque mucho menos estudiadas que la iconografía artística que podríamos denominar mayor, es decir, la realizada sobre pintura o escultura, las artes menores tales como la orfebrería también son capaces de darnos llamativas sorpresas en lo referente a san Diego.

Así, basta con consultar el catálogo de la Fundación Lázaro Galdiano para encontrarnos con una ficha referente a una placa de bronce conservada en este museo. Carezco de datos respecto de la misma salvo los proporcionados por la propia ficha, que son los que copio aquí.

Es una obra anónima de la segunda mitad del siglo XVI, y se le atribuye una procedencia italiana. Está realizada en bronce fundido y dorado, con unas dimensiones de 104 × 72 mm., y representa en relieve a san Diego de pie, abrazado a una cruz y sosteniendo con la mano izquierda el pliegue del hábito con las rosas. Le acompaña un niño que sostiene una rosca de pan. Se aprecia parcialmente un retablo y al fondo se abre una ventana por la que se ve una capilla. Así pues, la placa reúne los tres elementos iconográficos principales con los que se representa a san Diego.

Está catalogada en el inventario de 1948-50, y no se exhibe en el museo sino que está guardada en sus depósitos.

Placa de bronce del El Maravedí

Curiosamente en la página El Maravedí, dedicada a la numismática, encontré la fotografía de una segunda placa de bronce muy parecida a ésta, pero no idéntica, aunque las diferencias son mínimas y hay que fijarse bastante para apreciarlas. Según esta página habría sido realizada en España en los siglos XVI o XVII, y fue subastada en diciembre de 2015, lo que descarta que se pudiera tratar de la misma ya que la placa del Lázaro Galdiano, tal como he comentado, fue inventariada entre 1948 y 1950.

Placa de bronce del Pazo de Tor

En el verano de 2018 encontré una tercera placa, también muy parecida pero no idéntica a ninguna de las anteriores, durante una visita al Pazo de Tor, cercano a la localidad lucense de Monforte de Lemos. Aunque en la actualidad es un museo, fue residencia durante varias generaciones de una familia que dejó en él su impronta hasta que su última propietaria, María Paz Taboada, lo legó en herencia a la Diputación de Lugo, que lo ha mantenido intacto, salvo las necesarias obras de mantenimiento, tal como quedó a su muerte, ocurrida en 1998.

Es por ello por lo que su visita permite contemplar como vivía una familia de la pequeña nobleza gallega, a lo que se suma el interés de contemplar una interesante colección de obras de arte, entre las que se incluye esta placa.