Una imagen de san Diego en Santillana de Mar





Imagen de san Diego del Museo Diocesano de Santillana del Mar



Santillana de Mar es una localidad cántabra situada en las proximidades de la costa cantábrica -lo que justifica su apellido- a poco más de treinta kilómetros al oeste de Santander. Con poco más de cuatro mil habitantes goza de la reputación de ser una de las localidades españolas más bellas, lo cual pocos le discuten dado que en ella se conserva un importante patrimonio histórico y cultural, al que hay que sumar el su no menos importante valor paisajístico.

A apenas tres kilómetros de distancia se encuentra un bien cultural tan excepcional como la Cueva de Altamira, de la cual poco hay que decir que no sea sobradamente conocido. Ya en el casco urbano se alza su principal monumento arquitectónico, la colegiata de Santa Juliana que da también nombre al pueblo. Se trata de un monumental templo románico construido en el siglo XII, que cuenta con importantes elementos artísticos como la portada, el claustro o el ábside. Declarada monumento nacional en 1889, por sí sola ya justificaría una visita a Santillana.

No acaba aquí, ni mucho menos, la larga lista de monumentos, museos, palacios, iglesias y edificios de interés que atesora Santillana, pero vamos a centrar nuestro interés, dada la temática del presente artículo, en el Museo Diocesano Regina Coeli, en el cual se da la poco frecuente circunstancia de no estar enclavado en la sede del obispado, Santander en este caso, aunque en este caso la elección estaba más que justificada.

Ocupa el Museo Diocesano el que fuera un antiguo convento de dominicos de la Regina Coeli, fundado en 1592 y cuyo edificio fue construido a mediados del siglo XVII en estilo herreriano y remodelado a principios del XVIII ya dentro del barroco. Tras ser exclaustrados los dominicos en la desamortización de Mendizábal el convento fue ocupado por dos comunidades de monjas clarisas que, tras la Guerra Civil, cedieron parte de éste para actividades culturales, permaneciendo en el resto del edificio hasta que hace unos años, tras trasladarse a otro convento, el Museo ocupó la totalidad del mismo.

El Museo diocesano fue creado en 1967 y, según su página web, alberga más de ochocientas obras procedentes de diferentes lugares de la diócesis, que abarca la totalidad de la provincia de Santander junto con el burgalés valle de Mena. La reciente implantación de las nuevas normas litúrgicas adoptadas en el Concilio Vaticano II contribuyó a incrementar sus fondos aprovechando que en muchas parroquias de la diócesis se retiraron numerosos retablos e imágenes conforme a las nuevas directrices eclesiásticas, más austeras que las anteriores.

Y allí fue donde encontré, en una visita que hice hace varios años, la imagen de san Diego cuya fotografía reproduzco. Aunque su iconografía no puede ser más clara, ya que reproduce el conocido milagro de las rosas, la inscripción con su nombre de la peana despeja definitivamente toda posible duda. Según creo recordar se trataba de una talla de madera policromada de pequeño tamaño y lo único que puedo comentar, ya que no me ha sido posible encontrar ningún dato, es que parece pertenecer a lo que los expertos denominan arte popular, lo que indica que procedería probablemente de alguna parroquia rural de la diócesis.

Lamentablemente no he podido determinar su origen, ya que ni se informaba de ello en el museo ni tampoco aparece citada esta escultura en el inventario de las piezas más importantes publicado por Patricia Asúa en el número 6 de la revista Clavis.


Publicado el 14-11-2017