Una imagen de san Diego en Zafra (Badajoz)
Imagen del convento de Santa
Clara de Zafra
Zafra es una ciudad situada al sur de la provincia de Badajoz, allá donde Extremadura se va tiñendo suavemente de andaluza y donde abundan las poblaciones con un rico acervo histórico y artístico: Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, Llerena y la propia Zafra, entre otras.
Con una población de casi diecinueve mil habitantes en 2016, Zafra cuenta con un importante patrimonio arquitectónico que fue declarado Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional en 1965, tres años antes que Alcalá. Su principal monumento es sin duda el palacio de los Duques de Feria, sede de un Parador de Turismo, pero cuenta también con varias iglesias y conventos, dos de las antiguas puertas de la muralla, el antiguo palacio donde hoy se asienta el Ayuntamiento, las plazas Grande y Chica o la popular calle Sevilla, espina dorsal del casco antiguo de la ciudad equivalente a su escala -no en vano se conoce a Zafra como Sevilla la Chica- a la hispalense calle de las Sierpes.
Retablo de san Diego
A ellos hay que añadir otro importante monumento zafrense, el convento de Santa Clara que, como su nombre indica, es sede de una comunidad de monjas franciscanas. Situado en pleno corazón de la calle Sevilla -se accede a él a través de un arco que se abre a un callejón en cuyo fondo se encuentra el convento-, no sólo es interesante arquitectónicamente sino que además cuenta con un magnífico museo de arte sacro que merece la pena, y mucho, visitar.
Según la página web del museo, el convento fue fundado en 1428 por Gómez I Suárez de Figueroa, primer señor de Feria, y siempre contó con el patronazgo de esta familia que en 1461 contó con el título condal y en 1567 con el ducal. Fruto de este mecenazgo fue un gran patrimonio artístico, parte del cual es posible contemplar en el museo, inaugurado en 2007. Destaca además el convento por su impresionante colección de reliquias, entre las que se cuentan las de los Santos Niños.
Vista general de la nave de la
iglesia. Fotografía tomada de la
página web del
museo
La iglesia, con una nave de salón, fue construida a mediados del siglo XV en estilo mudéjar, pero dos siglos más tarde el artesonado primitivo fue sustituido por una bóveda barroca. Barrocos son asimismo los retablos, y al lado de la epístola -el derecho teniendo de frente el presbiterio- se abren la capilla ducal, con enterramientos de la familia Suárez de Figueroa, y un abigarrado relicario. Una reja situada a los pies del templo lo separa del claustro de las monjas.
Es en uno de los retablos laterales donde se alza la imagen de san Diego cuya fotografía reproduzco. Una vez más vuelvo a carecer de información acerca de ella, por lo que tan sólo puedo indicar que se trata de una talla bastante hierática de difícil atribución estilística, al menos para mí, al parecerme de un estilo más bien popular. La iconografía de la imagen se ajusta a uno de los modelos habituales, con el santo portando el crucifijo en la mano derecha mientras la izquierda, que es con la que suele recogerse el hábito cuando se le representa en el milagro de las rosas, permanece vacía. Llama la atención la profusa policromía del hábito franciscano, que nada tiene que ver con el tradicional color marrón del mismo.
Publicado el 20-11-2017