La Semana Santa de 1988
Este año, y por vez primera que yo recuerde, ha sido editado un cartel en color para conmemorar la Semana Santa alcalaína, una celebración que parece querer salir, poco a poco, del hondo letargo en el que había estado sumida.
Además, este cartel ha tenido el acierto de reflejar la imagen más característica de estas celebraciones alcalaínas, la magnífica talla del Cristo de los Doctrinos, una imagen no obstante que muestra un preocupante estado de deterioro que sería muy conveniente solventar.
Por lo demás, se trata de una feliz iniciativa que es de esperar se vea continuada en años sucesivos.
Pasada ya la Semana Santa de 1988, tan sólo un calificativo cabe para definir el cambio experimentado por esta celebración en nuestra ciudad con respecto a años anteriores: Muy importante, por lo que felicito a las cofradías, al cabildo magistral y al ayuntamiento.
La Semana Santa alcalaína, ciertamente, nunca se destacó por su especial relevancia, pero dentro de su modestia inició hará unos quince o veinte años un marcado declive que sólo hasta hace muy poco pudo evitar. Pero si bien en estos últimos años ya se podía detectar un cierto esfuerzo por resurgir, ha sido en esta ocasión, con colaboración por vez primera del ayuntamiento a través del concejal José Macías, cuando se ha conseguido dar el gran paso adelante, paso que es de esperar continúe en años sucesivos para bien de todos los sectores sociales implicados en esta celebración, incluyendo claro está al propio pueblo de Alcalá.
Así, la Adoración Nocturna se ha consolidado definitivamente como cofradía penitencial, sacando por vez primera túnicas de nazareno; recordemos que es esta congregación religiosa quien desde hace varios años saca en procesión a la imagen de Cristo con la Cruz a cuestas, y quien organiza el Vía Crucis del Martes Santo. La cofradía del Santo Entierro volvió a sacar en procesión a la Virgen Dolorosa, hecho que no ocurría desde hacía varios años, mientras las del Cristo de Medinaceli y el Cristo de la Agonía celebraban sus ya tradicionales procesiones del Jueves y el Viernes Santo respectivamente.
Pero sin duda, la novedad absoluta de esta Semana Santa ha sido la salida por vez primera de una cofradía formada por las peñas alcalaínas, una iniciativa que ha salido adelante con toda brillantez y por la que quiero expresar mi más profunda felicitación a todos los responsables de la misma. Teniendo que afrontar todos los problemas inherentes a la bisoñez y, ¿por qué no decirlo?, las reticencias de algunos, los chicos de las peñas afrontaron el reto con plena responsabilidad, obteniendo un éxito que es de esperar se repita en años sucesivos, con toda la importancia que supone esta inyección de savia nueva en una celebración tan tradicional. Como es sabido, las peñas sacaron en procesión por vez primera la imagen del Ecce-Homo que se conserva en el convento de la Imagen, y lo hicieron en andas y no en carroza, lo que supone otro mérito adicional.
La conclusión, pues, no puede ser más positiva y más esperanzadora con vista a los próximos años. Me consta que existe la voluntad de potenciar aún más la Semana Santa alcalaína, iniciativa que aplaudo sin reservas. Hay que recuperar la Procesión del Silencio, hay que restaurar al Cristo de los Doctrinos y hay que sacar a la calle las imágenes que todavía no lo hacen. Teniendo en cuenta que en la provincia de Madrid no hay ninguna celebración de Semana Santa famosa por su renombre salvo, quizá, la escenificación de la Pasión en Chinchón, no sería ninguna tontería potenciar nuestra Semana Santa hasta convertirla en el acontecimiento más importante de estas fechas en toda la provincia de Madrid, capital incluida.
Publicado el 5-3-1988, en el nº 1.087, y el
9-4-1988, en el nº 1.091 de Puerta de Madrid
Actualizado el
6-2-2009