Pasó la Semana Santa de 1995
Un año más es necesario enjuiciar el desarrollo de la Semana Santa en Alcalá, y un año más es válida la afirmación de que esta conmemoración está razonablemente consolidada en nuestra ciudad después de los anteriores años de penuria. Sin embargo, junto con la conclusión de que su celebración ha resultado satisfactoria, conviene ser consciente de que no conviene dormirnos en los laureles puesto que es aún mucho lo que queda por hacer, como acertadamente nos recordaban los responsables de las distintas cofradías en el número anterior de este mismo semanario, con afirmaciones tan evidentes como que nuestra Semana Santa no es ni tan siquiera la mejor de la provincia de Madrid, puesto que la de San Lorenzo del Escorial sin ir más lejos la supera a pesar de tratarse de una población mucho más pequeña.
Cierto es que el nivel se mantiene e incluso se supera puesto que no hay año que no nos traiga alguna novedad; en esta ocasión la de más fuste ha sido la nueva carroza de la Virgen Dolorosa, pero lo cierto es que prácticamente todas las cofradías han puesto su granito de arena. Pero como acertadamente afirma Alfonso Muñoz, presidente de la cofradía de la Virgen de la Soledad, el avance ahora es mucho menor que hace algunos años, lo cual resulta lógico si tenemos en cuenta que las cofradías están comenzando a acercarse a su techo.
Aunque hay varias asignaturas pendientes perfectamente alcanzables en el plazo de algunos años, tales como la vuelta del Cristo de los Doctrinos a las procesiones, la reconstrucción del desaparecido paso de los Atributos de la Pasión o incluso la reconstrucción del primitivo Cristo de la Agonía, o de Mena, conviene no olvidar que actualmente existen en Alcalá tan sólo seis cofradías (siete si contamos también a la Adoración Nocturna, que de hecho actúa como una más) y que desde la constitución de la cofradía del Cristo de Medinaceli en 1957, hace casi cuarenta años, tan sólo se ha creado una nueva, la de las Peñas. Un nuevo paso adelante de la Semana Santa alcalaína similar al revulsivo que supuso la aparición de esta última pasa necesariamente por la aparición de nuevas cofradías, ya que las que hay actualmente no pueden hacer más de lo que hacen, que ciertamente es bastante. Recordemos, por ejemplo, que el Cristo de los Trabajos sale en procesión gracias al empeño personal de José Macías, por lo que su continuidad estará en precario mientras no cuente con cofradía propia.
Un punto muy interesante es el abordado por Pascual de Diego, presidente de la junta de cofradías, cuando afirma que sería muy bonito que cada parroquia organizara procesiones por su barrio; y no sólo bonito, insisto yo, sino sumamente positivo a la hora de implicar a los barrios en unas celebraciones que hasta ahora se desarrollan exclusivamente en el centro de la ciudad. Enlazando este comentario con el anterior, habría que intentar que las nuevas cofradías se crearan precisamente en los barrios, lo que podría dar un ímpetu a la Semana Santa capaz de dejar boquiabierto a cualquiera.
En cuanto a la de arena, también ha habido cosas merecedoras de comentario en el deseo de que puedan ser subsanadas en años sucesivos. La procesión del Domingo de Ramos resultó pobre tal como fue realizada, sin la habitual representación en vivo y sin ninguna imagen. Tal como dice Pascual de Diego sería necesario comprar un paso y, como me comentó, no resultaría especialmente caro; alrededor de unas setecientas mil pesetas, cantidad perfectamente asumible, pongo por ejemplo, para una cuestación popular. También sería interesante organizar el Domingo de Resurrección la procesión del Encuentro, para la que haría falta también la imagen de un Cristo Resucitado.
La procesión general quedó por cierto un poco corta al doblar por la calle Beatas; tendría que haber llegado hasta los Cuatro Caños para, evitando el largo trayecto hasta la puerta de Aguadores, doblar por la calle de San Diego hasta la plaza de la universidad.
La queja más extendida entre las cofradías ha sido la insuficiente colaboración del ayuntamiento, aunque justo es reconocer que la policía municipal realizó una labor impecable en lo que al control del tráfico se refiere. Pero sí es cierto que el ayuntamiento podía apoyar más de lo que lo hace a la Semana Santa como manifestación cultural y ciudadana que es, en forma similar a como colabora activamente en otras actividades de distinta índole. Sin el menor deseo de establecer comparaciones ni juicios de valor de ningún tipo, me gustaría recordar el esfuerzo municipal realizado en cosas tales como las ferias, el carnaval, los deportes o las actividades juveniles; si el ayuntamiento apoya, y mucho, a los toros, pongo por ejemplo, o al trofeo Cervantes, ¿por qué no lo hace en idéntica medida con algo tan importante, independientemente de las creencias religiosas, como es la Semana Santa?
Y hablando de colaboraciones, descubrí un detalle que considero poco afortunado. Todos los años las cofradías, al montar sus respectivos pasos en la Magistral, instalaban unas mesas petitorias destinadas a sufragar los gastos de las procesiones, que son considerables para sus menguados presupuestos. Este año, sin saber por qué, se les impidió hacerlo, por lo que se vieron obligadas a pedir en la puerta de la misma. No creo que causaran el menor daño haciéndolo de forma tan discreta como lo hacían en el interior de la iglesia, y no alcanzo a entender las razones de esta decisión tan perjudicial para ellas.
Publicado el 22-4-1995, en el nº 1.427 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 1-6-2006