La Virgen de la Trinidad
Sin ninguna duda la gran novedad de la Semana Santa de este año ha sido la nueva imagen de María Santísima de la Trinidad, propiedad de la cofradía de Jesús de Medinaceli, la cual desfiló con brillantez por las calles de Alcalá el Jueves y el Viernes Santo acompañando a la imagen titular de la cofradía. Puesto que el estreno de un nuevo paso se trata de un hecho muy poco común en Alcalá he estimado conveniente escribir un artículo sobre la misma, para lo cual he contado con la inapreciable ayuda de José Alberto Gómez, el joven presidente de la cofradía, o Esclavitud, que éste es el nombre oficial de la misma.
Antes de hablar de la Virgen de la Trinidad es conveniente hacer una breve historia de la cofradía, que es la que cuenta con un mayor número de cofrades -esclavos- de todas las cofradías de la Semana Santa complutense, más de mil trescientos en la actualidad... Y eso que, excepción hecha de las dos cofradías más modernas -la de las Peñas y la del Cristo de los Trabajos- la Esclavitud de Jesús de Medinaceli es la más reciente de todas, puesto que fue fundada a mediados de los años cincuenta siendo además de nuevo cuño, al contrario de lo que ocurre con el resto -Cristo de los Doctrinos, Cristo de la Agonía, Virgen de la Soledad y Santo Entierro- que, aunque reorganizadas en los años cuarenta, existían ya con anterioridad a la guerra civil.
Esta falta de tradición en Alcalá fue compensada por su vinculación a una de las advocaciones de Semana Santa más populares en España, puesto que la archicofradía que tiene su sede en Madrid y es custodia de la imagen original tiene decenas de cofradías hermanas repartidas por todo nuestro país, una de las cuales es precisamente la de Alcalá. Todas estas cofradías tienen unos vínculos comunes ya que veneran a la misma advocación, pero cada una de ellas tiene sus características propias.
Volviendo a la alcalaína, cabe destacar que se constituyó hace poco más de cuarenta años en unas condiciones muy precarias. La imagen que sacó en procesión inicialmente es la que hoy se encuentra en la iglesia del convento de las úrsulas, primera sede de la cofradía, la cual fue adquirida gracias a una donación anónima. En la década de los sesenta la cofradía se trasladó a su actual sede de la iglesia de las bernardas, adquiriendo una nueva imagen que hoy se conserva en la clausura del convento. Dado que esta imagen era de serie y los cofrades deseaban contar con una talla original, encargaron una nueva imagen -la tercera- al imaginero madrileño Emilio Tudanca, autor también de la carroza. Esta imagen es la actual, y salió por vez primera en procesión en 1975, haciéndolo desde entonces sin interrupción ya que durante las obras de restauración de la iglesia de las bernardas, a principios de la década de los ochenta, fue trasladada provisionalmente a la iglesia del convento de la Imagen.
Desde su fundación la cofradía de Jesús de Medinaceli tuvo un crecimiento continuado, pudiendo decirse que fue de las pocas cofradías que no sufrieron la crisis de los años setenta y ochenta que a punto estuvo de echar a pique la Semana Santa alcalaína. Como culminación de esta expansión nos encontramos ahora con su segundo paso, la Virgen de la Trinidad, de la cual es interesante contar su todavía corta historia.
A mí particularmente eran dos los temas que más me llamaban la atención. En primer lugar el hecho de que el Jesús de Medinaceli es una imagen que tradicionalmente sale sin acompañamiento de ningún otro paso en la inmensa mayoría de los lugares en los que esta cofradía existe. De hecho, según me informó José Alberto Gómez tan sólo la esclavitud de Málaga cuenta con un segundo paso, una Virgen concretamente, con lo que la de Alcalá es la segunda en adoptar esta iniciativa.
La segunda cuestión era el tema de su advocación, para la que en principio no había tradición alguna. Tal como los miembros de esta cofradía han manifestado recientemente en PUERTA DE MADRID éstos querían que su Virgen fuera diferente de las ya existentes (La Esperanza, la Dolorosa y la Soledad), para lo cual eligieron una Virgen correspondiente al momento de la Pasión en que se ubica el propio Cristo de Medinaceli. Pero, ¿por qué llamarla Virgen de la Trinidad? Todo ello viene de la propia historia del Cristo de Medinaceli. Esta imagen -me refiero a la de Madrid- había sido robada por los musulmanes y llevada al norte de África, de donde fue rescatada por los trinitarios, una orden religiosa que, conjuntamente con los mercedarios, desempeñaba la labor de rescatar a los cristianos cautivos, entre ellos a Cervantes.
La nueva junta directiva, elegida tras la Semana Santa del año pasado, llevaba como uno de los puntos principales de su programa electoral la adquisición de esta Virgen, que se deseaba fuera de un estilo castellano concordante con el del Cristo. Así pues se dirigieron a Javier Tudanca, hijo del ya fallecido Emilio Tudanca y asimismo imaginero. La vinculación de la cofradía con este tallista es profunda -es esclavo de honor y su asesor artístico-, y ha sido él el encargado de las restauraciones y mejoras tanto del Cristo como de la carroza, obras ambas de su padre. Tras comunicar el proyecto al obispo, que lo apoyó con entusiasmo, en mayo de 1998 la cofradía encargó la talla a Javier Tudanca. La idea inicial era contar con la imagen en el plazo de dos años, pero el escultor se comprometió a tenerla lista para la Semana Santa de 1999, es decir, tan sólo nueve meses después.
El boceto, que reproduzco en este artículo, estuvo disponible en el mismo mes de mayo, y responde a la idea que tenían tanto la cofradía como el escultor, que por cierto ha desconcertado a más de un alcalaíno por salirse de los cánones más habituales. Javier Tudanca inició el trabajo en junio de 1998, y a finales de agosto concluyó el primer modelo en barro. De allí paso a la escayola y finalmente a la talla definitiva, realizada en madera de abedul. Finalmente, la imagen fue entregada a la cofradía tres semanas antes de su bendición por el obispo el pasado 26 de febrero, siendo guardada durante todo ese tiempo bajo siete llaves dado que la cofradía no quería darla a conocer hasta ese mismo momento.
En cuanto a las particularidades de la imagen, hay varios detalles merecedores de mención. No se trata de una Virgen joven sino madura, justo la edad que le correspondería con un hijo de treinta y tres años, y su estilo corresponde a la escuela castellana, muy diferente de la andaluza. El manto de color blanco, alusivo a su pureza, se debe a que todavía no está de luto -su hijo aún no ha muerto- ni tampoco se encuentra esperando el desenlace del prendimiento como la Virgen de la Esperanza, y ésta es también la razón por la que se la representa tan sólo con la primera lágrima. El manto ha sido bordado en El Escorial y la corona ha sido realizada por un orfebre madrileño, todo lo cual realza todavía más el carácter castellano de la Virgen.
Otro detalle a añadir al anecdotario es el tema de la carroza. Descartada la idea inicial de llevarla en andas, no por falta de voluntarios sino por necesidad de adecuar la marcha de las dos imágenes, cosa difícil de hacer yendo una de ellas en andas y la otra en carroza, la falta de tiempo impidió que la Virgen pudiera contar con carroza propia, cosa que ocurrirá el próximo año. En esta ocasión, y de modo provisional, se ha utilizado la carroza propiedad del Apostolado de la Oración en la que habitualmente se saca en procesión al Sagrado Corazón de Jesús desde el oratorio de San Felipe. De la carroza se ha desmontado la barca que la remata colocándose en su lugar unas andas, propiedad de las carmelitas de la Imagen, que años atrás fueron utilizadas para llevar en procesión primero al Cristo de la Columna y posteriormente a la Dolorosa de la cofradía del Santo Entierro, las cuales se utilizaron por última vez en la procesión de los Santos Niños del pasado año. Por último, en las cuatro esquinas se han colocado sendos ángeles obra de Javier Tudanca y muy similares a los que lleva la carroza del Cristo. A pesar de la provisionalidad de la solución, ésta ha resultado muy digna.
Para finalizar tan sólo me queda, además de felicitar a la Esclavitud de Jesús de Medinaceli por su iniciativa, proponer que el año que viene, de modo excepcional, se sustituya el concurso para el cartel de Semana Santa por una fotografía de esta imagen, de manera que la Virgen de la Trinidad cuente, al igual que el resto de los pasos procesionales, con su cartel propio.
Publicado el 10-4-1999, en el nº 1.615 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 16-3-2007