Los Santos Niños en en la diócesis complutense
Su recuerdo en Meco



Deslumbrados por la impresionante expansión territorial del culto a nuestros patronos, tanto por amplias regiones de España como en diferentes países, es fácil olvidar que aquí al lado, justo a las puertas de Alcalá, también han sido y siguen siendo objeto de culto y veneración. Así, basta con recorrer los escasos siete kilómetros que nos separan de la villa de Meco para encontrarnos con ellos. Sin embargo, y en contra de lo que pudiera pensarse, el culto a los hermanos mártires no arraigó allí sino hasta fecha relativamente reciente, 1568 en concreto, con ocasión del traslado de las reliquias desde Huesca a Alcalá.


Vistas exterior e interior de la parroquia de la Asunción, de Meco


Conviene advertir que, pese a su cercanía, Meco nunca perteneció a la Tierra de Alcalá ni al posterior Común de las Veinticinco Villas, ya que su adscripción administrativa a la provincia de Madrid, y con ella a la comarca de Alcalá, data tan sólo de principios del siglo XIX, consolidándose a partir del establecimiento de la división provincial de 1833, que no es otra que la actual. Así pues, en los aproximadamente siete siglos que transcurrieron desde la reconquista castellana de estas tierras hasta la citada fecha, Meco permanecería fuera de la órbita complutense y de la jurisdicción arzobispal de Toledo, puesto que tradicionalmente fue propiedad de la poderosa familia de los Mendoza, a través sucesivamente de varias de sus ramas: el marquesado de Santillana, el condado de Tendilla y el marquesado de Mondéjar.

Así pues, aunque cabe suponer que la vecina Alcalá influyera bastante en el devenir de Meco, la ausencia de vínculos administrativos haría que esta dependencia fuera más laxa que la existente en los pueblos del antiguo alfoz complutense. Sin embargo, un importante cambio tendría lugar, al menos en el ámbito religioso, en el citado año de 1568.

Como es sabido, el traslado de las reliquias de los Santos Niños -en realidad una pequeña porción de ellas- desde Huesca a Alcalá, tras largas y arduas negociaciones al más alto nivel, revistió el carácter de un desfile triunfal allá por donde pasaron en las diferentes etapas de su largo viaje. Pese a que Meco no se encontraba en el camino real que discurría entre Guadalajara y Alcalá, más o menos coincidente con el trazado de la actual autovía, sino desviado varios kilómetros, fue allí donde hicieron parada las veneradas reliquias en su penúltima etapa antes de rendir viaje en Alcalá. La razón para este desvío no fue otra que la de preparar convenientemente el solemne recibimiento de las reliquias en Alcalá, razón por la que permanecieron en la que era la población más cercana en su ruta desde tierras aragonesas nada menos que dos semanas, desde el 21 de febrero del citado año de 1568 hasta el 7 de marzo en que por fin rindieron viaje en nuestra ciudad. Según relata Ambrosio Morales en su conocida obra La vida, el martyrio, la invención, las grandezas y las traslaciones de los gloriosos Niños Mártires San Justo y Pastor y el solemne triunfo con que fueron recibidas sus Santas Reliquias en Alcalá de Henares y su postrera traslación”, durante esos quince días Meco se convertiría en el efímero foco de peregrinación de numerosos devotos de los Santos Niños que, procedentes de Alcalá o de otros lugares, se acercaron allí para venerar las preciadas reliquias.


Medallones de los Santos Niños en los testeros laterales del presbiterio


Por esta razón, no es de extrañar que el paso de éstas dejara una huella indeleble que aún hoy puede ser apreciado, por más que los patronos complutenses no reciban ya culto en Meco. Basta con entrar en la majestuosa parroquia de la Asunción, sin duda uno de los mejores templos de toda la comarca, para encontrarnos con dos medallones que, pintados en la parte alta de los testeros de los ábsides laterales, a ambos lados del altar mayor, honran la memoria de los dos mártires complutenses. Aunque carezco de datos acerca de quien pudo ser el autor de los mismos, no cabe duda de la fecha en que fueron realizados, la del traslado de las reliquias o, como mucho, poco después. Como puede apreciarse en las fotografías, son de estilo renacentista, como cabía esperar de la época en la que fueron realizados.

Paradójicamente, la parroquia carece de cualquier otra representación iconográfica suya, tanto de cuadros como de imágenes. Bien es cierto que el templo fue saqueado durante la Guerra Civil, por lo que cabría la posibilidad de que pudieran haberse perdido en éste o en algún otro conflicto bélico anterior; aunque algún autor ha llegado a asegurar recientemente la existencia de imágenes de san Justo y san Pastor en el altar mayor, junto a las tallas de san Agustín y san Gregorio, lo cierto es que las aludidas figuras representan a dos santos adultos de poblada barba y, en consecuencia, de difícil identificación con los dos niños.

Sin embargo, no acaba aquí el rastro de nuestros patronos. A la salida del pueblo, frente a la puerta del cementerio, se alza un crucero en una de cuyas dos caras, en concreto la que mira hacia afuera del pueblo, aparecen representados nuestros dos santos, mientras en la otra, la que mira hacia el pueblo, el motivo representado es aparentemente una Piedad. Aunque la talla está, lamentablemente, muy deteriorada, todavía pueden apreciarse con nitidez las figuras de los dos hermanos, vestidos con túnicas largas y portando las palmas del martirio.


Crucero del cementerio. Vista general y detalle


La razón de la ubicación de este crucero es bastante fácil de discernir. A partir de ese punto arranca aún hoy un camino que conduce, primero, a lo poco que queda de las ruinas del despoblado de Buges, o Bujes, que de ambos modos aparece escrito en los documentos antiguos, -hace unos años todavía estaban en pie algunos lienzos de los muros de la antigua iglesia- y, posteriormente, a las localidades de Villanueva de la Torre y Alovera, ambas pertenecientes ya a la provincia de Guadalajara; y fue precisamente en esta última donde, según Ambrosio Morales, hicieron las reliquias de los Santos Niños la parada anterior a la de Meco. Así pues, su itinerario habría sido el siguiente: De Guadalajara a Alovera, desviándose del camino real -la actual autovía- dejando a un lado Azuqueca, y de Alovera a Meco pasando por Villanueva de la Torre y Bujes, entonces todavía habitado. Así pues las reliquias harían su entrada triunfal en Meco por el camino de Bujes, justo donde se alza el crucero que es de suponer sería erigido en recuerdo y homenaje de este acontecimiento.

Existe un segundo crucero, junto al nuevo ayuntamiento y al lado de la carretera que enlaza Meco con la autovía y con el vecino pueblo de Los Santos de la Humosa, que según una tradición local también estaría dedicado a los Santos Niños, cabiendo pensar que en este caso su ubicación correspondería al lugar por el que las reliquias abandonaron la localidad camino de Alcalá. Aunque en un principio esta interpretación resulta ser bastante lógica, el problema radica en que su grado de deterioro es muy superior al de su compañero, con lo cual poco es lo que se puede discernir acerca del motivo iconográfico que representa; tan sólo se adivina una figura con una túnica larga que podría representar a cualquier santo, siendo evidente que se trata de una figura en solitario y no de una pareja, como habría cabido esperar de tratarse de Justo y Pastor. En cualquier caso, reproduzco la fotografía para que cada cual pueda extraer sus propias conclusiones.




Crucero de la carretera de Los Santos


Por otro lado, si bien es cierto que por allí se puede llegar a Alcalá yendo hasta la venta de Meco para allí tomar la autovía, el antiguo camino real de entonces, no es éste el camino más directo para ir de Meco a Alcalá, ya que existe una carretera directa que enlaza las dos poblaciones, accediendo a nuestra ciudad por el prado de Villamalea, es decir, la zona del campus universitario y el hospital, con lo cual de haber sido éste el itinerario de las reliquias no habría tenido ningún sentido un crucero dedicado a las mismas erigido en el otro lugar.

He de reconocer que no conozco cual de estos dos fue el camino que siguieron las reliquias, y el hecho de que hicieran su entrada en Alcalá por la puerta de Guadalajara, rebautizada a partir de entonces como de los Mártires y popularmente conocida hoy como los Cuatro Caños, no nos ayuda en absoluto a discernirlo, ya que es justo allí donde confluían las dos posibles rutas, la del camino real y la del camino de Meco, con lo cual fuera una u otra la utilizada, ambas habrían acabado llegando al mismo punto.




Rótulo de la calle de los Santos Niños


Por último, es preciso recordar que el ayuntamiento de Meco ha perpetuado el recuerdo a los Santos Niños en su callejero, dedicándoles una calle -junto con la del Cardenal Cisneros y la avenida de Cervantes- en uno de los barrios nuevos surgidos en estos últimos años en la localidad, cercana por cierto al crucero del cementerio. Existe asimismo la calle de los Mártires, la cual hace también alusión, con toda probabilidad, a los santos complutenses. A diferencia de la anterior ésta se encuentra en el casco antiguo del pueblo, junto al edificio del Ayuntamiento, siendo una de las que desembocan en la plaza de la Constitución a cuyo fondo se encuentra la parroquia; camino, pues, obligado de las reliquias cuando éstas recalaron en la vecina villa. Como puede comprobarse, pese a lo efímero de su estancia la huella que dejaron allí fue duradera y fecunda.




Rótulo de la calle de los Santos Niños


Publicado el 14-3-2008
Actualizado el 26-2-2014