Los Santos Niños en Recuerdos y bellezas de
España,
de Quadrado y Parcerisa
Portada de la Iglesia Magistral
según Parcerisa
Menos conocida que la España Artística y Monumental de Patricio de la Escosura y Genaro Pérez Villaamil, su contemporánea Recuerdos y bellezas de España no se queda atrás en interés, tanto por los grabados de Francisco Javier Parcerisa como por los textos de Francisco Pi i Margall -que llegaría a ser presidente de la I República Española-, José María Quadrado y Pedro de Madrazo. Sus diez volúmenes fueron publicados entre 1839 y 1865, estando fechado en 1853 el correspondiente a Castilla la Nueva, en el que Quadrado dedica un capítulo entero a Alcalá, ilustrado con dos magníficos grabados de Parcerisa dedicados al desaparecido patio del Palacio Arzobispal y a la fachada de la magistral. Ésta es la descripción que hace Quadrado de la historia de los Santos Niños:
El nombre de Compluto, aunque mencionado en las tablas de los geógrafos, no aparecía unido a ningún personaje ilustre, a ningún hecho de importancia, cuando en los primeros años del siglo III dos niños hermanos Justo y Pastor se presentan ante el tribunal de Daciano proclamando la fe de Cristo, resisten con varonil constancia a los halagos y a los azotes, y fortaleciéndose mutuamente, entregan en el campo Laudable su tierna cerviz a la cuchilla del verdugo. Cantó Prudencio su valor invicto; y S. Paulino, también poeta y esposo de Terasia, insigne dama complutense, depositó los restos de su recién nacido en el suelo consagrado por aquellos mártires inocentes; pero la sepultura de éstos permaneció desconocida, hasta que un siglo después fue revelada sobrenaturalmente a Asturio, arzobispo de Toledo. Desde entonces se les erigieron altares y templos en todos los ángulos de la Península, y sus alabanzas dictadas por S. Isidoro resonaron solemnemente entre los cantos de la iglesia: pero los santos cuerpos emigraron durante la invasión sarracena, permaneciendo en las montañas de Aragón bajo la fiel custodia del ermitaño Urbicio; y sólo tras de varias traslaciones y repetidas instancias y tentativas por parte de los de Alcalá, volvieron harto desmembrados en 1568 desde Huesca a su patria en medio de pomposos y entusiastas regocijos.
Al descubrir Asturio las preciosas reliquias, no resolviéndose a apartarse de ellas, abdicó la mitra de Toledo, fundando antes en Compluto una silla episcopal, cuya serie de prelados aparece por intervalos en los concilios de la monarquía goda; los mahometanos mismos respetaron de pronto su existencia, y a mediados del siglo IX el santo viajero Eulogio recibió hospedaje de Venerio, obispo complutense. Pero entre las densas sombras de aquella era desaparece Compluto, y en su lugar se levanta con el nombre de Al-kala o castillo una, no se sabe si población o fortaleza, sobre aquel áspero cerro bañado por el río al oriente de la ciudad, donde aun subsisten dilatadas cavidades y descuellan restos de muros y torreones. Si en el campo Laudable, es decir hacia la llanura actualmente poblada, permaneció el principal y más numeroso vecindario a la sombra del castillo, si la villa sucumbió muchos años antes que éste a las armas de los cristianos, y si a la completa reconquista de aquel suelo precedieron reñidos vaivenes o pasajeras incursiones, son hechos que las crónicas callan y que ilustran muy poco las conjeturas.
Más adelante, en la descripción de la actual Catedral-Magistral se lee lo siguiente:
Al través de una artificiosa reja labrada por Juan Francés, y en el fondo de espacioso presbiterio, aparece levantado sobre once gradas el retablo principal, de barroco gusto, destacando sobre el ábside pintorreado; y debajo de él está la cripta o capilla subterránea, a la cual introducen por el trasaltar dos portadas de orden corintio adornadas de estatuas y relieves, y donde se custodian con amor y reverencia las reliquias de los tiernos mártires de Compluto.
Puesto que en una nota a pie de página, al hacerse alusión a san Urbicio, se remite a los lectores a la descripción de San Pedro el Viejo de Huesca, iglesia en la que se conservan reliquias de los Santos Niños, he estimado interesante reproducirla también. Ésta está incluida en el tomo correspondiente a Aragón, anterior al de Castilla la Nueva ya que fue publicado en 1844, siendo también responsable de la parte literaria el ya citado José María Quadrado.
En una capilla decorada con cimborio, descansan sobre un arco encima del retablo en el fondo de una especie de galería, los santos niños Justo y Pastor martirizados en Alcalá de Henares por orden de Daciano. Venerados con fervor en su patria hasta la irrupción sarracena, perdióse en aquel trastorno su memoria; y de pronto aparecen hacia el siglo IX en el valle de Nocito dentro de la cueva de un santo ermitaño llamado Urbicio que ni aun en muerte quiso separarse de ellos. En Nocito permanecieron, acrecentándose con el tiempo y con los límites del reino la devoción de los fieles y la santa codicia de los países vecinos, alcanzando la catedral de Narbona parte de sus reliquias de Ramiro II. Menos feliz Alcalá su patria, después de agotar los medios de negociación y de sustracción oculta o violenta vanamente intentados para recobrar su perdido tesoro, alcanzó por mediación del rey y del pontífice parte de sus huesos en 1568. Setenta años antes, en 1409, si hemos de creer a Ambrosio de Morales, habían traído los dos cuerpos a Huesca siete bandidos que los robaron de Nocito por encargo del arzobispo de Zaragoza, y que aturdidos con su sagrado botín, en medio del clamoreo de las campanas de S. Pedro que por sí solas tañían a milagro, los entregaron a su prior o cura a cuya jurisdicción desde antes de la conquista pertenecía por donación de Sancho I la primitiva residencia.
Publicado el 11-3--2015