La Alcalá de Antonio María López Ramajo
Portada del ejemplar de
la edición de 1863
conservado en la Universidad de
Alcalá
Hasta hace muy poco Antonio María López Ramajo era para mí un perfecto desconocido, y no debía ser sólo para mí puesto que no suele aparecer citado en las bibliografías de temática alcalaína del siglo XIX. De hecho, tradicionalmente se ha venido considerando a la inconclusa Historia de la Ciudad de Alcalá de Henares de Francisco de Asís Palou, escrita en 1866, como la primera historia moderna de la ciudad, y a la Guía del viajero en Alcalá de Henares de Liborio Acosta, de 1882, como la primera guía. De hecho, el propio Liborio Acosta afirmó en el prólogo que el motivo que le había movido a escribirla fue descubrir, a su llegada a Alcalá -fue canónigo de la Iglesia Magistral-, la inexistencia de una guía que describiera el todavía importante patrimonio histórico de la ciudad.
Ciertamente tanto en la España Artística y Monumental de Patricio de la Escosura y Genaro Pérez Villaamil (1842-1850) como en Recuerdos y bellezas de España de José María Quadrado y Francisco Javier Parcerisa (1848) aparecen sendas descripciones de Alcalá a caballo entre la reseña artística y la crónica histórica, la primera circunscrita a cuatro monumentos alcalaínos y la segunda más extensa y global, pero ambas tienen en común su pertenencia a obras enciclopédicas que abarcaban la totalidad, o al menos una gran parte, de la geografía española.
La obra de Antonio María López Ramajo, por el contrario, es una monografía escrita para dar a conocer a los españoles las bellezas artísticas que aún existen en Alcalá, tal como explica el autor en el prólogo de la segunda edición. Anterior en cinco años al libro de Palou y en veintiuno al de Acosta, fue publicada por vez primera en 1861 con el título de Breve descripción de las cosas más notables que existen en la insigne ciudad de Alcalá de Henares (Madrid, 1861, Imprenta y Estereotipia Española), siendo reeditada dos años más tarde, notablemente ampliada, como Reseña histórica de los monumentos que existen en la insigne ciudad de Alcalá de Henares (Madrid, 1863, Imprenta de la Galería Literaria).
Todavía llegó a haber una tercera edición, titulada en esta ocasión Reseña histórico-arqueológica de los monumentos que existen en la célebre ciudad de Alcalá de Henares (Madrid, 1871, Imprenta de Rojas) de la cual lo único que conozco es la ficha de la Biblioteca Nacional, por lo que no puedo aventurar si se trata de una reedición de la de 1863 o, por el contrario, de una nueva revisión y ampliación de ésta, aunque la inclusión en el título del adjetivo arqueológica parece indicar más bien lo segundo.
Las dos anteriores, por el contrario, están accesibles en Internet, tanto la de 1861, digitalizada por la Universidad Politécnica de Valencia, como la de 1863, disponible en la página de la Universidad de Alcalá y en la de la Biblioteca Nacional.
Al llegar a este punto la pregunta que se plantea de inmediato es la siguiente: ¿Quién fue Antonio María López Ramajo, y cuál fue su relación con Alcalá? La cual, por cierto, soy incapaz de responder, ya que no he encontrado más datos biográficos suyos que los que aparecen en las portadas de las ediciones de 1861 y 1863, más completa la segunda de ellas:
Caballero de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III, Comendador y Caballero de la Americana de Isabel la Católica; de la Imperial y Pontificia de la Espuela de Oro (San Silvestre); de Justicia la ínclita, militar y sagrada Constantiniana de San Jorge, y de la del Mérito, Civil de Francisco I, de las Dos Sicilias; Condecorado con la de Francia, y con medallas honoríficas de Oro, por mérito literario; Académico de número y Archivero de la Española de Arqueología y Geografía; Socio de Mérito, Corresponsal de la Tarraconense; y de la de Sevilla (Itálica); individuo de la Academia General de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba; Socio de número y Corresponsal de las Reales Económicas de Amigos del País de Madrid, Sevilla, Barcelona, Cádiz, Jerez de la Frontera, Jaén, Toledo, Granada, Málaga, etc. etc. etc.
En cuanto al resto de su obra, además de las diferentes ediciones dedicadas a Alcalá fijó su atención en otras poblaciones españolas como El Escorial: Breve descripción de las cosas mas notables que encierra el magnífico Monasterio de San Lorenzo (Escorial) (Salamanca, 1848); Manual del viajero en el Rl. Monasterio de S. Lorenzo (Escorial) (Salamanca, 1860), Documentos sobre el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial (Madrid, 1865) o Ciudad Rodrigo: Reseña histórico-arqueológica de la antigua Miróbriga (Ciudad-Rodrigo) (Madrid, 1865), Disertación histórico-arqueológica de la antigua Miróbriga (Madrid, 1875). También fue autor del Discurso leído ante la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del Pais por Antonio María López y Ramajo en Junta de Febrero de 1875, y de algunas obras de índole religiosa: Defensa de la orden militar y pontificia de la Espuela de Oro (San Silvestre) (Madrid, 1864), Discurso filosófico-moral-religioso-literario (2ª ed. Madrid, 1867) y El cólera considerado religiosamente como castigo del cielo: discurso filosófico-moral-religioso-literario (2ª ed. Madrid, 1888).
Y eso es todo lo que he podido averiguar. Paso pues a reproducir íntegro, sin más correcciones que la conveniente modernización ortográfica, el texto de la edición de 1863, más completa que la de 1861, incluyendo la introducción del propio López Ramajo y la censura, firmada por cuatro personas de las cuales a tan sólo uno se le identifica como presbítero. En cuanto al opúsculo en sí, éste resulta interesante ya que, al igual que ocurriera con Escosura y Quadrado, nos da una visión de una Alcalá sumida en la profunda depresión a la que la arrastraron la supresión de la Universidad y las sucesivas desamortizaciones, en especial la de Mendizábal de 1836 y la de Madoz de 1855; una Alcalá que, no obstante, comenzaba a levantar tímidamente la cabeza tras la construcción del ferrocarril en 1859 y el asentamiento de varias guarniciones militares en los antiguos edificios de los suprimidos colegios menores o en los cuarteles del Príncipe y de Lepanto, construidos entre 1859 y 1864 y por lo tanto prácticamente contemporáneos de la breve guía de López Ramajo al que, pese al positivismo propio de su época, no le queda otro remedio que reconocer que la Alcalá con la que se encontró presentaba síntomas claros de decadencia:
Esta insigne ciudad que debió siempre su principal importancia histórica a la nombradía de su célebre universidad, no menos que al número de colegios y conventos en ella fundados, y que la mano destructora del hombre ha hecho desaparecer en nuestros días, tenía necesariamente que resentirse con la extinción de éstos, y traslación de aquélla a Madrid en el año de 1836.
Por lo demás, y pese a algunos errores, la obra de López Ramajo es interesante sobre todo por las descripciones de los edificios o las obras de arte desaparecidos durante la Guerra Civil, en especial todo lo existente hasta entonces en la Magistral. Lamentablemente, no hay ninguna ilustración acompañando al texto.
Reseña histórica de los monumentos que existen en la insigne ciudad de Alcalá de Henares
INTRODUCCIÓN
El deseo de dar a conocer a mis compatriotas, por medio de la prensa, las bellezas artísticas que aún existen al través de los siglos en la antigua Cómpluto, patria de los Cervantes, Solís, Cobarruvias, y de tantos otros varones ilustres que la han ennoblecido con sus gloriosos hechos, me ha impulsado a dar a luz estos ligeros apuntes históricos, en los cuales si bien no encontró el lector mérito alguno literario, me persuado sin embargo que no dejarán de satisfacer en lo posible el deseo y la curiosidad de los que se propongan visitar la célebre por tantos títulos ciudad de Alcalá de Henares.
No abrigo la pretensión de que mi obrita sea completamente perfecta, y tanto así que desconfiando siempre de mí mismo, he querido someterla antes al examen y censura de personas de reconocida ilustración, y muy competentes en estas materias, con todo he procurado, consultando la historia que en la narración de los hechos que presenta, haya toda la exactitud y verdad histórica posible.
No soy yo quien debe juzgarla; el público a cuyo respetable fallo la someto, sabrá hacerlo con la debida imparcialidad y justicia. Madrid 7 de Febrero de 1865.
Antonio María López y Ramajo.
Censura. Hoy que la insigne ciudad de Alcalá de Henares parece va tomando animación con la creación del archivo central, la vía férrea, las magníficas construcciones militares del grandioso cuartel de San Diego, las industrias que, no teniendo cabida en la corte, vienen a buscar campo más ancho en el Campo laudable, prolongación ya del Buen-Retiro por obra del vapor y la electricidad, no será fuera de propósito publicar la siguiente revista en la que el Sr. D. Antonio María López y Ramajo, bien conocido por su afición a esta clase de estudios, prueba una vez más su talento descriptivo, y su genio de excursión a investigaciones arqueológicas, como su buen decir fluido, claro, correcto y a veces sentimental. En este escrito todo es a un tiempo natural, sencillo, profundo y halagüeño. Resaltan en él un estudio esmerado y vastos conocimientos en la historia que recorre con críticas, que sienta con fijeza y aplica con filosofía las cosas, los hechos, las personas, los primores de las bellas artes, el renombre de las personas que se han distinguido en ellas y cuanto tiene de encantador y sublime la literatura de los tiempos antiguos y modernos. Pero sobre todo admira la prolijidad del examen con que se ha ocupado el Sr. López Ramajo de todos los objetos, el tino y buen ánimo con que ha encarecido lo que hay en ellos de meritorio, hasta con la minuciosidad de citas y hechos que sorprenden, interesando sobremanera el delicado testo con que presenta la notable coincidencia de estar juntas casi en un sepulcro las cenizas de los cardenales Jiménez de Cisneros y Carrillo de Albornoz, que cuando existieron parecía que ni podían ni querían estar juntos. Por este escrito se ve que el Sr. López Ramajo, sabe sacar fruto de sus expediciones, y que no se contenta como a muchos les sucede con viajar y ver para sí, sino con dar a conocer a los demás lo que de cualquier modo es digno de conocerse. Siga, pues, el Sr. López Ramajo deleitándose, y deleitando de ese modo mientras que la mayor parte de los que se hallan en su posición, gastan su tiempo y facultades en empresas reprobadas o completamente infecundas. Haciéndole así, no dudo, que merecerá bien de los hombres ilustrados, amantes de nuestras antiguas glorias nacionales, y de la prensa científica y literaria.
Joaquín de Villena, presbítero. - José Morón y Liminiana. - Miguel Velasco. - Zacarías Bermejo.
ALCALÁ
Antigua y célebre ciudad, cuya fundación remontan algunos historiadores hasta los primitivos tiempos de la población de España; consta sin embargo como cierto, que en tiempo de la dominación de los romanos, era de alguna importancia, hallándose comprendida en la España Ulterior en la ciase de las ciudades estipendiarias y sujeta al convento jurídico de Zaragoza.
Ocurrida la invasión de los sarracenos, sufrió Alcalá como los demás pueblos de Castilla, el estrago y la devastación, hasta que en el siglo XII, las armas victoriosas de D. Alonso VI, extendiendo sus conquistas a Madrid y Guadalajara, se posesionaron de la imperial Toledo. Continuaron sin embargo los moros por algunos años dueños de la fortaleza (llamada hoy Alcalá la Vieja)1 hasta que el animoso arzobispo de Toledo D. Bernardo de Augen, tomó dicho Castillo en el año de 1118, que después fue concedido por el rey D. Alonso VII, a la santa iglesia de Toledo. Desde entonces quedaron sus arzobispos constituidos señores de Alcalá, según así se expresa en la donación. Está situada esta ciudad en una dilatada llanura a la margen derecha del río Henares, distante cinco leguas de la corte por la parte de oriente.
Contiene multitud de edificios notables, restos de su antigua grandeza, que tan gratos al par que tristes recuerdos, despiertan en el corazón de sus hijos, entre los cuales llaman la atención con especialidad los siguientes:
Primero. El colegio Mayor-universidad de San Ildefonso2, fundado en el siglo XVI por el célebre cardenal don Fray Francisco Jiménez de Cisneros3. Trazó el plano de la obra Pedro Gumiel, natural de esta ciudad; la fachada principal la dirigió Rodrigo Gil de Ontañón4; quedó concluida en mayo de 1545. Es de piedra de Colmenar, y consta de tres cuerpos; en la parte superior se ve el escudo de armas del cardenal fundador, y en todo lo ancho de la fachada, formando orla, el cordón de San Francisco, a cuya seráfica orden perteneció aquel ilustre prelado.
Segundo. El palacio de los arzobispos de Toledo, fundado en el siglo XIII por D. Alonso Fonseca, es obra de los distinguidos arquitectos Berruguete y Covarrubias. En este edificio se celebraron las cortes de 13485, que publicaron las leyes de las Siete Partidas y la del Ordenamiento Real6. También se celebraron aquí algunos concilios sinodales y provinciales7. Aciaga fue la caída que en la escalera principal de este palacio sufrió el príncipe D. Carlos de Austria, hijo de Felipe II8, recibiendo en la cabeza un terrible golpe de cuyas resultas estuvo a punto de perecer. En este mismo palacio nacieron los príncipes doña Catalina, después reina de Inglaterra, y D. Fernando emperador de Alemania, hija menor aquella, y nieto éste de los Reyes Católicos.
Este edificio es una verdadera agregación de trazos heterogéneos, desde la ojiva gótica al arco romano. Antes que la idea de la comodidad sucediera a los instintos guerreros, allá por los siglos XIII ó XIV, debió ser este palacio un buen alcázar con excelentes palenques, y tener su entrada de rastrillo hacia el Norte, por el camino que conduce desde la puerta de Madrid a la de San Bernardo, con grandes cuadras para hombres de armas, y los caballos y armamentos flanqueados por fuertes torreones, y en que se descubre aún la ojiva convertida en salón de concilios en su piso principal. Mucho después se levantó el cuerpo que se descubre al frente de la actual puerta principal. Una de las cosas que más llaman hoy la atención en este edificio (verdaderamente regio), son los preciosos artesonados de maderas que se ven en las habitaciones altas y escalera principal. Lástima es que este palacio no se haya conservado cuidadosamente siquiera sea por recordarnos al través de cinco siglos sucesos gloriosos, que siempre formarán época en la historia de nuestra nación.
Tercero. La insigne Iglesia Magistral9 de San Justo y Pástor, naturales y patronos de esta ciudad. Se edificó este templo, según la opinión de algunos historiadores, en el mismo sitio en que fueron martirizados Justo y Pástor10. Otros por el contrario opinan, que el martirio de los santos niños tuvo lugar en un campo llamado Laudable, fuera de la antigua Cómpluto. En los primitivos tiempos fue catedral, y tuvo un número considerable de obispos11. Erigióla colegiata el arzobispo de Toledo D. Alonso Carrillo y Acuña, en virtud de bula del papa Sixto IV, en el año de 1479, y en el de 1519, fue aumentada y reformada por el cardenal Jiménez de Cisneros, con aprobación del pontífice León X, que la elevó al singular carácter de magistral. El templo es bastante capaz, y de estilo gótico, con alguna semejanza a la catedral de Toledo. El enrejado de la capilla mayor es dorado y de mucha composición; lo construyó en el siglo XVI, Juan Francés, maestro mayor de la obra de fierro en España, según lo indica un letrero que hay en el mismo, hacia la parte del coro.
El retablo del altar mayor es tallado y dorado, hay que subir diez gradas o escalones de alguna elevación hasta el presbiterio. En el tabernáculo del altar mayor se conservan con suma veneración las 24 Santas Formas, que milagrosamente fueron encontradas incorruptas después de 100 años, que yacían enterradas entre un basurero, en donde unos judaizantes las habían ocultado. La ciudad de Alcalá, de acuerdo con el Ilmo. Cabildo de esta insigne iglesia, celebra anualmente con toda solemnidad la función llamada de las Santas Formas, el domingo anterior a la festividad de la Ascensión del Señor, exponiéndolas, sólo en este día, a la pública veneración de multitud de forasteros, tanto de Madrid como de los pueblos de la comarca.
El coro es de igual gusto que el todo de la iglesia; tiene torrecillas, doseles y otros adornos, con dos órdenes de sillas en número de 72, inclusa la del señor arzobispo de Toledo que está en el centro, y sobre la cual se ve el escudo de armas arzobispales con el capelo cardenalicio. Entre las dos puertas que dan entrada al coro por la parte anterior, hay un altar con la imagen de la Purísima Concepción, y a los costados los santos niños Justo y Pástor, titulares de esta iglesia. Dos excelentes órganos existen en el coro para el culto divino, alternando en las grandes solemnidades.
Hay algunas pinturas repartidas por el templo; entre éstas citaremos un lienzo de San Jerónimo en el desierto, haciendo penitencia12, última obra de Vicente Carducho13, otros seis que existen en la capilla inmediata a la mayor de Eugenio Caxié14, que representan asuntos de la pasión del Salvador; otro de Juan de Sevilla que está en la sala de la Tesorería.
La iglesia tiene 11 capillas que no ofrecen cosa notable en pintura y escultura, excepto la de que hemos hablado antes. En una de éstas de la nave lateral derecha se guarda en una preciosa urna de plata, el cuerpo del glorioso San Diego, el que desde la supresión de su hermoso convento en 1836, se halla depositado en esta iglesia. Altares hay siete en las dos naves. Las paredes del templo se cubren y adornan con magníficos tapices que a su remota antigüedad, reúnen un grande mérito artístico. Los asuntos que representan pertenecen en su mayor parte a la historia sagrada de uno y otro testamento.
La capilla o bóveda donde se conservan las reliquias de los santos niños Justo y Pástor15, está precisamente a espalda de la capilla mayor. Bájase a ella por dos puertas de medio punto con verjas de hierro, simétricamente colocadas a los costados de dicha capilla. Encima de cada una de estas dos puertas, hay un buen relieve de mármol blanco16, que representan el del costado izquierdo17, cuando son presentados Justo y Pástor, niños de 7 años de edad el uno y de 9 el otro, al gobernador o procónsul romano, quien les excita a que adoren el ídolo de Júpiter que les señalan con la mano izquierda18 el del costado derecho representa el acto del martirio con todas sus circunstancias, viéndose a uno de ellos ya degollado, cuya cabeza tiene asida por los cabellos uno de los verdugos, y su cuerpo tendido en tierra , y al otro puesto de rodillas, con las manos cruzadas, esperando con extraordinario valor y cristiana resignación que el verdugo descargue el golpe fatal sobre su delicada cabeza19. Daciano sentado en el solio y rodeado de su corte, presencia impasible el bárbaro sacrificio de aquellos inocentes niños, que prefirieron morir por la fe de Cristo, antes que doblar sus rodillas ante los dioses falsos y ridículos del paganismo. En la parte superior se ven dos ángeles que bajan del cielo a ofrecerles la palma del martirio y la corona de la inmortalidad.
Lo que principalmente llama en el día la atención en esta iglesia, es el magnífico sepulcro del cardenal Jiménez de Cisneros, obra ciertamente suntuosa y de singular mérito, es labrado en mármol blanco de Carrara, y está colocado en el espacio que media entre el coro y la capilla mayor20. En la parte superior se ve la efigie del cardenal arzobispo con los ornamentos pontificales, y en los ángulos del mausoleo a los cuatro doctores de la iglesia latina, San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio el Magno, simbolizando la sabiduría. En 23 de octubre de 1850, a consecuencias de noticias que facilitó D. Lucas Garrido, vecino de Alcalá, se descubrieron los restos mortales del gran Cisneros. Este precioso hallazgo deseado y procurado sin éxito por largos años, vino a llenar de júbilo a los amantes de las letras y glorias de España, y muy especialmente a los hijos de Alcalá, que con el celo que tanto les distingue, trataron desde luego de adquirir por compra el edificio universidad, fundación, como hemos dicho ya, de aquel venerable prelado, y lo consiguieron para conservarlo, como desde entonces se está haciendo con mucho placer de propios y extraños que le visitan.
La inhumación de dichos preciosos restos, tuvo lugar el día 27 de abril de 1857, en el sepulcro de que hemos hablado ya, a cuyo religioso y solemne acto asistió el gobierno de S.M. (Q.D.G.), una comisión de la universidad central de Madrid, las autoridades y otras muchas personas distinguidas que quisieron rendir el homenaje de su admiración, amor y respeto a la memoria del prelado ilustre, del hombre eminente, honra y prez de la nación española, a quien es deudora Alcalá, de tan señalados beneficios.
También existen en esta iglesia los restos del cardenal Carrillo de Albornoz, arzobispo que fue de Toledo en el siglo XVI. Su sepulcro (restaurado recientemente), es de mármol blanco y está situado entre la puerta principal de la iglesia y el trascoro. ¡Notable coincidencia! Las cenizas de estos dos célebres personajes del perseguido y del perseguidor, que cuando existieron parecía que ni querían ni podían estar juntos, vinieron a confundirse bajo las bóvedas sagradas de este templo. Dios, sin duda lo ordenó así para dar a conocer al hombre la códice y perecedero de las grandezas humanas, y ante la ya divina presencia no hay distinción de personas.
La sacristía de la magistral, si bien no guarda la debida proporción con la iglesia, es sin embargo de alguna capacidad. Tiene una buena cajonería de nogal, donde se guardan los ornamentos sagrados y otros efectos, con tres grandes cuadros originales que representan, el 1º el martirio de los santos niños Justo y Pástor, donde se ve al emperador Diocleciano a caballo; el 2° de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, y el 3° de la crucifixión de N. S. J.
La iglesia tiene un buen patio cuadrado hacia el Mediodía, con cinco arcos de piedra por banda o sea 20 en su totalidad. La torre es toda de piedra, y de muy sólida construcción en forma piramidal; consta de tres cuerpos con una balaustrada de la misma materia en el superior. Tiene un buen reloj y 9 campanas, cuyo armonioso sonido produce agradable efecto.
A espaldas de la iglesia por la parte exterior, hay una lápida de mármol blanco, incrustada en un machón saliente con esta inscripción.
D.O.M. El cardenal D. Fray Francisco Jiménez de Cisneros, reformó y dotó esta iglesia magistral, año de MDXII.
Antes de publicarse el último concordato ajustado con la Santa Sede en 1851, constaba el cabildo de esta insigne iglesia de 8 dignidades, 14 canónigos, 12 racioneros, y un sacristán mayor. En la actualidad se compone de un presidente-tesorero, 8 canónigos de gracia y 6 beneficiados o capellanes asistentes.
Cuarto. La iglesia parroquial de Santa María la Mayor21, a cargo de un cura propio y de varios beneficiados. El templo es muy espacioso y de tres naves de igual extensión. Desde luego se observa que la parte que ocupa la capilla mayor, y colaterales es de atrevida arquitectura a que no corresponde lo demás del templo. Tiene algunos frescos de Juan Cano, que no son de gran mérito. Los restos que aun se conservan en esta iglesia de una antigua capilla, llamada del Relator, son dignos de verse y estudiarse, pues nada mas caprichoso que los preciosos adornos y arabescas molduras que aun existen.
A la entrada de la capilla del bautismo a mano izquierda hay una lápida de mármol blanco, con esta inscripción:
En esta parroquia fue bautizado Miguel de Cervantes Saavedra, por el párroco Sr. Bachiller Serrano. En domingo 9 de octubre de 1547. Su partida de bautismo se halla en el libro l° de esta iglesia parroquial al folio 192.
Quinto. El monasterio de religiosas Bernardas Recoletas, fundado por el arzobispo de Toledo D. Bernardo Sandoval y Rojas, en el año de 161822. La obra fue dirigida por el arquitecto Juan Bautista Monegro23. La iglesia es de figura elíptica con 6 capillas espaciosas, cerradas con verjas de hierro, en cuyos altares hay pinturas de mucho mérito. La cúpula o media naranja es de tal construcción que admira a cuantos visitan este monasterio; puede decirse que es la única de su género en España. En la capilla mayor hay algunas pinturas al óleo de Ángel Nardi, y otros distinguidos artistas del siglo XVII; entre estas merecen citarse con especialidad el martirio de San Lorenzo y el de San Esteban, diáconos, cuadros de grandes proporciones que se ven a los costados del altar mayor. El tabernáculo donde se expone al Santísimo Sacramento, es tallado y dorado, y de mucha elevación; figura un templete de tres cuerpos con cuatro frentes iguales, y en cada uno de estos hay preciosas pinturas que representan asuntos de la vida de San Bernardo, Abad de Claraval24, patrono de este monasterio. Faltan aquí tres cuadritos25, Pueden celebrarse en este tabernáculo cuatro misas a la vez; en sus ángulos están los cuatro evangelistas con sus figuras simbólicas. Se construyó en el siglo XVII. El coro bajo de las religiosas está precisamente a espaldas del tabernáculo.
A la izquierda de la capilla mayor está la sacristía que es de corta extensión respecto al templo, tiene dos buenos cuadros antiguos que representan el uno a la Santísima Virgen en el acto de poner la casulla a San Ildefonso, arzobispo de Toledo26, y el otro a la misma celestial Señora contemplando al Niño Jesús que está dormido.
Sobre la puerta principal de su iglesia se ve en su hornacina la efigie de San Bernardo con cogulla y báculo en la mano derecha, teniendo en la izquierda un libro abierto en actitud de leer y meditar sobre él; hay bastante verdad en la ejecución. La efigie es de piedra de Colmenar. El monasterio forma ángulo con el palacio arzobispal por la parte del Norte y Poniente, y a su frente tiene una plazuela con dos filas de árboles.
Sexto. El colegio que fue de jesuitas, situado en la calle de Libreros, es obra de Juan Gómez de Mora. Tiene hermosas columnas de orden corintio y estatuas de varios Santos, siendo sensible que no pueda lucir todo su efecto esta fachada por falta del suficiente espacio o distancia para observarla. En la actualidad se está habilitando su magnífica iglesia, para trasladar a ella el cuerpo del glorioso San Diego, el que, como dejamos dicho ya, se halla depositado desde 1836, en la Magistral. Esta disposición ha sido tornada por el Emmo. y excelentísimo señor D. Fray Cirilo Alameda y Brea, cardenal arzobispo de Toledo, que con el celo y solicitud pastoral que tanto le distingue, la ha promovido para dar culto a un santo de la misma seráfica orden a que pertenece su eminencia.
Séptimo. El convento que fue de San Basilio en la calle de Roma, era uno de los edificios notables de Alcalá. Hoy por efecto de las vicisitudes de los tiempos, ha perdido mucho de su antigua belleza27.
Octavo. El colegio llamado del Rey, por haberlo fundado Felipe III, en el año de 1658, para educación de los hijos de los dependientes de la real familia. Tiene una buena fachada de piedra con el escudo de las armas reales y un gran patio con inscripciones, cercado de columnas; obras ambas del referido Juan Gómez de Mora. Está situado en la misma calle de Libreros contiguo al de los jesuitas.
Hay en Alcalá 8 conventos de religiosas a saber: Carmelitas calzadas, ídem descalzas; Santa Úrsula, Santa Catalina, San Juan, Santa Clara, Santa María Magdalena y Bernardas Recoletas, cuya descripción por lo notable, hemos hecho al principio.
Tiene asimismo 3 parroquias que son: Santa María la Mayor, Santiago y San Justo. El oratorio de PP. de San Felipe Neri, es de mucho gusto.
El número de vecinos de Alcalá es de 1.200, con muy buenas casas de moderna construcción, distinguiéndose entre todas la del señor marqués de Morante, y la quinta llamada de Cervantes, situadas una y otra a la entrada de la población hacia la parte del ferrocarril.
La plaza mayor es un cuadrilongo que se extiende de Norte a Mediodía, tiene una bonita alameda con asientos de piedra y una fuente labrada de piedra berroqueña, al extremo opuesto de la parroquia de Santa María.
Muy próximo a la estación del ferrocarril, está el paseo llamado del Chorrillo, con una frondosa alameda de bastante extensión, y una fuente bien surtida. Es el paseo predilecto de los habitantes de Alcalá.
Sobre el río Henares, no lejos de la población, hay un buen puente de piedra que mandó construir el arzobispo de Toledo D. Pedro Tenorio, a quien se debe también la reedificación de sus muros y cercas.
La ciudad de Alcalá de Henares ha sido teatro de sucesos numerables, desde la época de la dominación romana, por haberse celebrado en ella Cortes y algunos concilios, y por ser patria de los dos niños Justo y Pástor; de San Felipe mártir, de la famosa Therasia, esposa de San Paulino, del infante D. Fernando, hijo de Felipe I y de la infanta doña Juana28; de la infanta doña Catalina, hija menor de los Reyes católicos; del obispo Iberitano Gregorio, del famoso llamado el divino médico de Felipe II Vallés, de Cristóbal Vega, de Francisco de Silva, médicos célebres del siglo XVII; de Jerónimo de Florencia, famoso predicador del mismo siglo; del poeta Juan de Figueroa, del naturalista Juan Bustamante de la Cámara; de D. Antonio Solís, historiador de la conquista de Méjico, del inmortal Miguel de Cervantes Saavedra; del jesuita Alonso Deza, insigne teólogo, y del arquitecto Pedro Gumiel, que fue el que trazó, según dejamos dicho, la obra del colegio mayor-universidad de San Ildefonso.
Esta insigne ciudad29 que debió siempre su principal importancia histórica a la nombradía de su célebre universidad, no menos que al número de colegios y conventos en ella fundados, y que la mano destructora del hombre ha hecho desaparecer en nuestros días, tenía necesariamente que resentirse con la extinción de éstos, y traslación de aquélla a Madrid en el año de 1836; así es que fue notándose por entonces la emigración de muchos de sus moradores, que dedicados a proporcionar hospedaje a los escolares que concurrían a esta ciudad tuvieron que renunciar ya a este medio de adquirirse su subsistencia.
En el día los establecimientos militares y los cuerpos de caballería que relevándose en ocasiones, ocupan los diferentes cuarteles que antes fueron conventos de religiosos, son los únicos elementos de vida con que a más de su agricultura y escaso comercio cuenta esta célebre ciudad.
NOTAS
1 Situado en elevado cerro llamado monte de Galát a medio cuarto de legua de la población, donde se ven algunos restos de un antiguo castillo árabe hacia la parte de oriente.
2 Era la segunda en categoría después de la de Salamanca.
3 Político eminente y grande hombre de estado en tiempo de los Reyes Católicos, y que tantos días de gloria dio ala nación española.
4 Fue natural de Rascafría, en la provincia de Madrid, y maestro de la obra de la catedral de Salamanca
5 En el reinado de D. Alonso XI de Castilla.
6 Llamado vulgarmente de Alcalá.
7 En el concilio que tuvo lugar el año de 1479, se condenaron la doctrinas de Pedro de Osma, catedrático de Salamanca, sobre la infalibilidad del papa y el sacramento de la penitencia.
8 Llamado el Escurialense.
9 Es la única de este título en España y para ser canónigo de ella es circunstancia precisa tener la borla de Doctor.
10 El año 301 de la Era cristiana, bajo el imperio de Diocleciano.
11 Véase el catálogo que unido a una reverente exposición elevó hace poco tiempo al gobierno de S.M. el Ilmo. Cabildo de esta insigne iglesia.
12 Este lienzo quedó sin concluirse según se expresa en el mismo.
13 Célebre artista del siglo XVI, que pintó algunos lienzos para el santo monasterio del Escorial.
14 Hizo lo mismo que el anterior.
15 Los cuerpos de estos santos niños, hermanos mártires, fueron llevados en el año de 777 a las montañas de Aragón en el valle de Nocito, donde permanecieron 781 años, esto es, hasta el de 1553, que reclamados por sus compatriotas, y después de haber sostenido un largo y ruidoso pleito, se restituyeron a Alcalá.
16 Por la acción del tiempo se hallan hoy estos relieves bastante oscurecidos o denegridos.
17 Sobre este relieve se lee la siguiente inscripción latina: Iusta utenin perpetum vivent.
18 Siempre se valían los tiranos de halagos para atraer los cristianos a su falsa religión.
19 Después de 1557 años que han trascurrido desde que padecieron martirio Justo y Pástor, se conserva aún la piedra sobre la que fueron degollados.
20 Llámase en la catedral la valla o crujía.
21 Está situada en un extremo de la plaza Mayor.
22 Reinando Felipe III.
23 Este célebre artista ejecutó algunas obras en el real monasterio del Escorial y en la catedral de Toledo.
24 En Francia.
25 Es el caso que encontrándose en cierta ocasión, la comunidad bastante escasa de recursos para subvenir a sus mas perentorias necesidades, tuvo que enajenarlos a una persona que se presentó en este convento, recibiendo por ellos una suma considerable de dinero.
26Este admirable suceso tuvo lugar en la santa iglesia de Toledo, en tiempo de los godos.
27 En la actualidad está sirviendo de cuartel para caballería.
28 Llamada la loca.
29 Las armas o blasones de Alcalá de Henares son un castillo sobre agua.
Publicado el 26-5-2015