Un cuadro de Zurbarán procedente
del
convento alcalaíno de las Agustinas
Santo Tomás
de Villanueva de Zurbarán
Fotografía descargada de
internet
Hace algunos años el prematuramente desaparecido José García Saldaña acuñó el término El saco roto de Alcalá para referirse al patrimonio artístico perdido por nuestra ciudad a causa de diversos avatares históricos tales como la invasión napoleónica, las desamortizaciones religiosas, la supresión de la Universidad o más recientemente la Guerra Civil, sin olvidarnos tampoco de la simple incuria, todos los cuales acarrearon en su conjunto la desaparición, cuando no la destrucción, de una parte muy importante de los tesoros artísticos que había acumulado Alcalá a lo largo de los siglos, que no fue poco, a los cuales en tan sólo contados casos ha sido posible seguirles la pista.
Paradójicamente puede que sea el expolio que se produjo al estallar la Guerra Civil, junto con las ventas que algunos conventos hicieron al parecer en los años de la inmediata posguerra como medio de pura supervivencia, la etapa peor estudiada del Saco roto de Alcalá, a pesar de ser el más reciente, y a pesar también de la existencia de algunos indicios que mueven a pensar que no todo este patrimonio se perdió, sino que simplemente cambió de manos con independencia del proceso -legal o ilegal- seguido por estos objetos.
Izquierda, fotografía del Archivo
Moreno, nº de inventario 37633_B |
Y a veces suena la flauta por casualidad. Estaba recopilando en internet documentación gráfica sobre la iconografía dedicada a los diferentes santos complutenses -los Santos Niños, san Diego, santo Tomás de Villanueva-, algo que suelo hacer periódicamente, cuando encontré un cuadro, nada menos que de Zurbarán, dedicado a este último. Hasta aquí no vi nada de particular, puesto que el antiguo estudiante alcalaíno y futuro arzobispo de Valencia, famoso por su extremada caridad, fue un santo muy popular en el período barroco, lo que hizo que muchos de los grandes pintores de la época, en especial Murillo, pintaran cuadros inspirados en su figura.
Pero la cosa cambió cuando en una ficha del cuadro, además de los datos técnicos -dimensiones, fecha de ejecución, ubicación actual-, vi que indicaba que procedía del convento alcalaíno de Santa María Magdalena, regentado por una comunidad religiosa perteneciente a la orden agustina. La ficha explicaba que esta congregación, que posee una de las más imponentes iglesias de la ciudad, encargó a Zurbarán la confección de dos lienzos destinados al retablo del templo, y que el pintor eligió para ellos al fundador de la orden, san Agustín, y a santo Tomás de Villanueva a causa de su vinculación con Alcalá. Aunque se desconoce la fecha exacta de su ejecución, se cree que ésta debió de tener lugar hacia 1660, en el período de madurez del artista.
El cuadro, con unas dimensiones de 140 × 82 centímetros, representa al santo con su iconografía más habitual, ataviado con el hábito agustino y con mitra episcopal, dando limosna a unos pobres. Según la información que obtuve en internet pertenece a una colección privada, al parecer de Madrid.
Aunque la desaparición del cuadro del convento de las Agustinas en principio podía haber ocurrido durante cualquiera de los percances acaecidos a lo largo del siglo XIX, decidí probar suerte con el archivo Moreno, cuyas fotografías fueron tomadas con anterioridad a la Guerra Civil. Dado que el convento, al ser una congregación femenina, se salvó de las desamortizaciones decimonónicas y consiguió preservar prácticamente intacto su patrimonio artístico hasta que fue saqueado en 1936, bien merecía la pena intentarlo, máxime contando con la comodidad de poder consultar los fondos de éste y de otros archivos fotográficos por internet. Y efectivamente encontré en este archivo una fotografía del cuadro, lo que indica que, al menos hasta la citada fecha, se conservó en Alcalá.
Ficha del cuadro de santo Tomás de
Villanueva del Archivo Arbaiza
Tiempo después descubrí otra fotografía del cuadro en el Archivo Arbaiza, un catálogo gráfico de las obras de arte que, tras ser recuperadas al finalizar la guerra, fueron devueltas a sus propietarios. Por consiguiente el cuadro de Santo Tomás no sólo no desapareció sino que retornó al convento con posterioridad al 27 de marzo de 1940, fecha en la que fue redactada la ficha, perdiéndosele el rastro a partir de ese momento.
Por supuesto desconozco por completo la manera en la que el cuadro llegó hasta su actual propietario, tarea que dejo a aquellos más cualificados que yo para investigarlo. Eso sí, por si a alguien le pudiera interesar descargarla, he de indicar que a la fotografía le corresponde el número de inventario 37633_B, y que en la ficha se indica sin ningún tipo de ambigüedad que su procedencia era el citado convento de las Agustinas.
San
Agustín, cuadro de Zurbarán compañero del de santo
Tomás de Villanueva
Asimismo, con el número 37632_B aparece también fichado el cuadro de san Agustín compañero del de santo Tomás, y al cual merecería también la pena seguirle el rastro. Lo que no he podido determinar es el lugar preciso en el que pudieron estar ubicados ambos cuadros; no en el desaparecido retablo mayor, dado que en el mismo archivo fotográfico existen varias fotografías detalladas del mismo y en ellas no aparece ninguno de los dos.
Publicado el 28-5-2013
Actualizado el 5-8-2019