Después de la Hora Final
Número 171 de la colección. Cuando leí por vez primera esta novela recuerdo que me entusiasmó y que no dudé en colocarla inmediatamente entre una de las mejores de toda la colección, y ahora al releerla, aunque mis criterios se han moderado, sigo pensando que se trata de una buena novela pese a los defectos y carencias que lógicamente tiene... Y supongo que su autor debió de pensar algo parecido, puesto que esta novela es una de las cinco ajenas a la Saga de los Aznar que fueron reeditadas en los años setenta con el número 35 de la nueva colección.
Comienza la narración con un planteamiento interesante y original que en toda la colección tan sólo cuenta con otro ejemplo, Despertar en la Tierra de Larry Winters: Un grupo de personas se someten a hibernación para ser resucitadas en un futuro que por un fallo de las máquinas va mucho más allá de lo proyectado inicialmente: Dos mil quinientos años aproximadamente. ¿Qué encontrarán al salir de su refugio subterráneo, un paraíso o un infierno?
Obviamente, Enguídanos opta por lo segundo en aras de la aventura. Una vez en el exterior de su refugio los protagonistas empiezan a descubrir cosas extrañas: El sol tiene un insólito color verde, los días son mucho más cortos, la luna ha desaparecido sustituida por un pequeño satélite... Y aparentemente ha desaparecido todo vestigio de civilización.
Puesto que su refugio estaba situado en los desiertos centrales de Estados Unidos, deciden viajar hasta la costa atlántica en busca de los lugares más poblados del país, descubriendo en su camino que la naturaleza ha vuelto a adueñarse del planeta siendo los únicos habitantes que encuentran unos extraños y peligrosos salvajes que les ponen en más de un apuro llegando a matar a alguno de los expedicionarios. Por si fuera poco las rencillas comienzan a surgir entre ellos mismos a causa de la propia composición del grupo: Un millonario excéntrico y compendio de todos los posibles defectos humanos ha sido el que ha patrocinado el proyecto, lo que le convierte en el jefe de la expedición. Va acompañado de su novia, una muchacha mucho más joven que él, y de dos guardaespaldas, mientras el resto de los protagonistas está constituido por dos científicos y dos ingenieros. Huelga decir que uno de los ingenieros (el protagonista) está enamorado de la muchacha, lo que le enfrenta al millonario y sus gorilas etcétera, etcétera...
Así las cosas, y cuando han desistido ya de encontrar rastros de la antigua civilización, llegan al solar de la antigua universidad de Princenton, en las cercanías de Nueva York, donde descubren una cripta en la que se ha reunido una especie de compendio de los conocimientos perdidos. Gracias a ello saben que no muchos años después del inicio de su experimento un planeta errante se precipitó sobre el sol, lo cual según los científicos de la época habría de acarrear el estallido de éste y la conversión de la Tierra en otro planeta errante, con la consiguiente extinción de toda la vida del planeta.
Evidentemente la Tierra ha sobrevivido a la hecatombe, aunque con cambios tan radicales que los supervivientes no son capaces de entender. Acto seguido la fatalidad se desata y la acción combinada de un ataque de los salvajes y sus propias rencillas internas reducen el número de protagonistas a únicamente dos, la chica y el bueno. Sí, se han desembarazado del millonario y hablan de iniciar una nueva vida, pero ¿dónde? Sin saber muy bien lo que hacer se dirigen hacia su meta inicial de Nueva York, donde descubren con gran sorpresa la existencia de una nueva ciudad diferente por completo de la desaparecida... Y personas, muchas personas.
Un breve epílogo nos aclara todas las incógnitas planteadas en la novela: Efectivamente la Tierra se convirtió en un astro errante, pero al cabo del tiempo llegó a otro sistema planetario y se convirtió en un satélite más de su sol. Los habitantes del planeta que ellos confundieron con una lejana luna están explorándola en busca de vestigios de la desaparecida civilización, y ahora han tenido la suerte de encontrar algo así como dos fósiles vivientes... Con lo cual, todos contentos.
La novela, desde un punto de vista científico, no tiene ni pies ni cabeza por mucho que a Enguídanos le gustaran los planetas errantes de todo tipo, pero prescindiendo de ello está francamente bien y desde luego es una de las mejores suyas.
Publicado el 6-11-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción