Richard Balmer



Sargento de la Air Force que participó, junto con el resto de los miembros de la Astral Information Office, en un viaje al Tíbet en busca de los tripulantes de los enigmáticos platillos volantes. Secuestrado por los thorbods, fue llevado prisionero a Venus (Los hombres de Venus). Al igual que el resto de sus compañeros, tomó parte destacada en la lucha entre saissais y thorbods saldada con la conquista de la base de Pore, siendo devuelto a la Tierra por los saissais tras el término de esta batalla (El planeta misterioso).

Tras su vuelta a la Tierra ni él ni sus compañeros fueron creídos, siendo expulsado de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Un año más tarde, invitado por Harry Tierney, formó parte de la tripulación del Lanza viajando de nuevo a Venus, donde descubrieron la cripta en la que reposaban hibernados los antiguos supervivientes de la extinta civilización saissai, a los cuales despertaron de su letargo. Pese a que la ayuda de los terrestres resultó fundamental en la consecución de la victoria de sus aliados sobre los thorbods, todos ellos se vieron obligados a escapar de sus aliados ante el fundado temor de que éstos les impidieran regresar a nuestro planeta (La ciudad congelada).

Durante el viaje de retorno el Lanza fue capturado por la atracción gravitatoria del planeta errante Ragol, naufragando en el mismo. Tras el descubrimiento de una fantástica ciudad poblada por robots aparentemente hostiles apoyó a Miguel Ángel Aznar en su disputa con Harry Tierney, que proponía intentar un contacto pacífico con ellos, refugiándose en un lugar seguro con sus antiguos compañeros de la Astral Information Office mientras el resto de los tripulantes eran apresados por los robots. Tras cerciorarse del peligro de muerte que amenazaba a sus amigos, acompañó a Miguel Ángel Aznar y a George Paiton en una misión de sabotaje que voló la central eléctrica que suministraba energía a la ciudad, lo que les permitió rescatar a sus compañeros y adueñarse de la misma (Cerebros electrónicos).

Cinco años más tarde retornó a la Tierra, junto con sus compatriotas y un pequeño grupo de saissais habitantes de Ragol, en el autoplaneta Rayo, descubriendo con estupor que, a causa de los efectos relativistas, en nuestro planeta habían transcurrido seis siglos y medio, encontrándose al borde de una guerra nuclear entre las potencias occidentales y un hostil imperio asiático. Desatado el conflicto bélico, cooperó decisivamente, al igual que el resto de sus compañeros, en la derrota del peligroso enemigo (La horda amarilla). Acto seguido, colaboró estrechamente con Miguel Ángel Aznar en la creación de la Policía Sideral, teniendo una participación significada en la defensa del asteroide Eros, donde se habían descubierto unos importantes yacimientos de dedona, de los ataques thorbods (Policía sideral). Participó, junto con Miguel Ángel Aznar, en la campaña que desarrolló el autoplaneta Rayo en Marte, durante la guerra contra los thorbods, en un intento desesperado por invertir el curso del conflicto, desfavorable para los humanos. Consumada la derrota, huyó en el Rayo, junto con varios miles de refugiados, en busca de un nuevo mundo donde la humanidad pudiera vivir en paz (La abominable Bestia Gris).

Aunque sobrevivió al largo viaje de 43 años de duración que tuvo como meta el gigantesco planeta Redención, su avanzada edad le impidió participar activamente en las tareas de colonización del mismo, en las que sí intervinieron sus hijos Ricardo y Verónica, amigos de Fidel Aznar. Falleció de un ataque cardíaco tras ver morir a su amigo Miguel Ángel Aznar, víctima de un escorpión de silicio (La conquista de un imperio).

En la segunda edición de la Saga su biografía viene condicionada por las modificaciones que Pascual Enguídanos introdujo en la trama. Tras la aventura en el Tíbet logró escapar de los hombres grises volviendo con sus compañeros a los Estados Unidos (Los hombres de Venus), pero al no ser creído aceptó la oferta de Harry Tierney para viajar hasta Venus, donde ayudaron a los saissais a combatir a los thorbods (El planeta misterioso). De vuelta a la Tierra naufragaron en Ragol y se enfrentaron a los robots, a los que consiguieron desconectar privándolos de energía eléctrica al tiempo que deshibernaban a los supervivientes de los saissais, cuya cripta se encontraba en los sótanos de la ciudad. Tras comunicarles la existencia de thorbods en Venus, éstos accedieron a proporcionarles ayuda para retornar a la Tierra, al tiempo que ellos hacían lo propio con Venus, cediéndoles el autoplaneta Rayo, cuya construcción había sido interrumpida por la rebelión de los robots (Cerebros electrónicos). Los episodios siguientes, de la guerra contra los asiáticos primero (La horda amarilla) y contra los thorbod después (Policía sideral y La abominable Bestia Gris) no presentan variaciones significativas. Sí son fundamentales, por el contrario, los cambios en su biografía introducidos por Pascual Enguídanos en el episodio correspondiente al descubrimiento del planeta Redención; en esta ocasión Richard Balmer no fallece tal como ocurriera en la primera versión, ignorándose de hecho las circunstancias de su muerte, aunque este personaje ya no volverá a aparecer en el futuro (La conquista de un imperio).


Publicado el 25-3-2003 en el Sitio de Ciencia Ficción