Fernando Hidalgo Aznar
Vicealmirante de la Armada terrícola y ayudante de Miguel Ángel Aznar Aznar. Fue secuestrado junto con éste por los militantes antibelicistas que, encabezados por Juan Schmidt y su hija Otis, exigían el cese de la construcción de armamentos y la destrucción de todos los arsenales. Liberado tras el estallido de la guerra contra el ejército invasor thorbod, logró incorporarse a su puesto desempeñando un importante papel en la defensa de Washington previa a la derrota definitiva de la Bestia Gris (La Bestia capitula).
Ostentaba el grado de almirante y ejercía el cargo de jefe del Alto Estado Mayor de la Armada terrestre cuando los sadritas irrumpieron en el Sistema Solar apoderándose de Urano. En su condición de máxima autoridad militar fue él quien recibió a la embajada sadrita y quien, algún tiempo después, envió a Urano un comando, encabezado por Miguel Ángel Aznar Schmidt, con objeto de apoderarse de un proyector de la misteriosa luz sólida frente a la cual la Armada terrestre estaba indefensa (¡Luz sólida!).
Meses más tarde, una vez conseguida la duplicación de los proyectores de luz sólida, decidió enviar un segundo comando al territorio enemigo, en esta ocasión al satélite Oberón, con objeto de intentar capturar a algunos sadritas vivos y poder así comprobar la veracidad de la hipótesis propuesta por el biólogo Federico Castillo y el astrónomo Arsenio Valera, según la cual los sadritas sólo podrían sobrevivir en el Sistema Solar si procedían previamente a la transmutación del Sol en una estrella apta para su metabolismo. De nuevo encomendó a Miguel Ángel Aznar Schmidt la jefatura del comando, cuya misión fue camuflada tras una fallida misión diplomática de la que formó parte el ex-Almirante Mayor Miguel Ángel Aznar Aznar, padre del anterior (Hombres de titanio).
Una vez retornados éstos a la Tierra, cuando poco después los sadritas provocaron finalmente la transmutación del Sol, le fue encomendado el mando supremo de la Flota combinada de los tres planetas -Venus, la Tierra y Marte- que intentó exterminar a los sadritas en venganza por haber condenado éstos a la humanidad al exilio. Aunque la desomunal batalla sideral quedó finalmente en tablas gracias a que la intervención postrera de Miguel Ángel Aznar Schmidt evitó la derrota, sus errores tácticos provocaron la pérdida del ejército autómata con el que estaba prevista la invasión de Urano, lo que impidió poder dar un golpe mortal a los tenaces hombres de titanio. El almirante Hidalgo no sobrevivió a la batalla, puesto que perdió la vida víctima de un haz de luz sólida que atravesó la nave almirante matándole en el acto (¡Ha muerto el Sol!)
Publicado el 15-2-2007 en el Sitio de Ciencia
Ficción
Actualizado el 7-8-2013