Horizontes sin fin
Número 58 de la colección, ilustrado con la antigua portada de Raza diabólica, número 66 de la primera edición y obra también de Enguídanos firmada como George H. White, aunque no está relacionada con la Saga de los Aznar sino con la corta serie de Más allá del Sol, de la que es colofón.
Que en la editorial aprovecharan las ilustraciones originales de las propias novelas de Enguídanos parece indicar que a estas alturas la editorial debía de haber renunciado a publicar obras que no fueran pertenecientes a la Saga; de hecho el intervalo medio de aparición de estas últimas novelas fue de varios meses, lo que habría dado hueco de sobra para intercalarlas sin problemas. No obstante, hay que añadir también que no fue esta portada la única aprovechada de la serie de Más allá del Sol, ya que El extraño viaje del doctor Main, que fue la primera de las reeditadas en su día como relleno de la Saga, con el número 34 concretamente, no apareció con su ilustración original sino con la perteneciente a Extraño visitante, la primera de las cinco de esta serie. Es una lástima, ya que hubiera merecido la pena haber visto reeditado este interesante ciclo.
Horizontes sin fin supone la continuación de las andanzas de los valeranos por el interior de hiperplaneta. Terminada su primera misión Tuanko Aznar, comandante de la expedición, decide volver a Valera. Sin embargo, los científicos que forman parte de la misma han descubierto una importante fuente de neutrinos -es decir, de actividad atómica- justo al otro lado del hiperplaneta, por lo que le presionan para realizar una visita a ese lugar. Tras muchas discusiones el grupo se escinde en dos: Tuanko vuelve a Valera en el crucero que los había llevado hasta allí mientras los científicos, acompañados por Marek y por Beg Hon, un tuma que se ha unido a ellos, viajan en una nave auxiliar hasta el lugar elegido. Transcurrido cierto tiempo, y si no vuelven vía karendón, Tuanko hará un segundo viaje para recogerlos.
Una vez alcanzado su destino, pronto comienzan los problemas para los valeranos. Los habitantes de esta región son también saurios, aunque su idioma y su cultura son distintos y poseen un nivel tecnológico superior al de sus congéneres... Y son asimismo belicosos, lo que hace que los ataquen destruyendo su nave y, con ella, las posibilidades de retornar a Valera -pierden también la máquina karendón- por sus propios medios. Resignados a la fatalidad deciden entregarse a los katumes, que así se llaman estos saurios, esperando ganar tiempo hasta que tenga lugar la llegada de la expedición de rescate.
Hechos prisioneros por los katumes, los protagonistas son llevados a su capital e interrogados. Dado que en Katum, al igual que ocurría en el otro extremo del hiperplaneta, habitan unos homínidos de ínfimo nivel cultural que son utilizados como esclavos por los saurios, éstos se muestran sumamente intrigados por la presencia de unos monos -así los llaman- provistos de una inteligencia similar a la suya, y todavía les desconciertan más los poderes parapsicológicos de que disfrutan Fidel Aznar y los tapos.
El azar quiere que el emperador de Katum sea víctima de un tumor cerebral que no puede ser curado por sus médicos pero sí por Fidel Aznar, el cual se gana su confianza y con ella su libertad y la de sus compañeros, a los que tan sólo resta esperar la ya inminente llegada de la expedición de rescate. Sin embargo, la curación del enfermo emperador acarrea consecuencias nefastas: Los reyes vasallos de Katum, que esperaban confiados la inminente muerte del tirano, deciden sublevarse contra él al descubrir que ha sido sanado, lo que provoca una devastadora guerra atómica entre sus reinos y la metrópoli. Refugiados en el subsuelo de la capital imperial los valeranos prometen llevarse con ellos al emperador, el cual ha perdido irremisiblemente su trono... Lo que ocurre poco después, cuando Tuanko Aznar llega finalmente recogiéndolos en su crucero sideral mientras la capital sucumbe bajo el ataque de las bombas atómicas. Parten, pues, los valeranos acompañados por el emperador y su séquito y por su amigo tuma, mortalmente enfermo de radiactividad y al que sólo la inmediata desmaterialización en la karendón consigue salvar la vida.
Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción