El callejón del Cristo de la Cadena
El ábside
de la Magistral y el desaparecido callejón del Cristo de la
Cadena
Aunque la trama urbana de Alcalá -me refiero al casco antiguo y a sus arrabales- no ha experimentado demasiados cambios en los últimos siglos, esto no quiere decir que no hayan existido. En especial durante las últimas décadas del siglo XIX, una vez que Alcalá comenzó a recuperarse de los graves daños sufridos durante la Guerra de la Independencia y a la profunda decadencia en que quedó sumida tras la supresión de la Universidad y las desamortizaciones, sí existió actividad urbanística, aunque ésta estuvo limitada por lo general a intervenciones puntuales y no se tradujo en nada equivalente a los ensanches burgueses de otras muchas ciudades españolas. Pese a su innegable mejora, la deprimida economía complutense no daba para más.
Una de las actuaciones de mayor relieve, junto con la remodelación de buena parte de la calle Mayor, el trazado del paseo de la Estación, la ampliación del cementerio o la construcción del parque ODonnell, fue sin duda la apertura de la plaza de los Santos Niños, la segunda en importancia tras la plaza de Cervantes con sus 2.000 m2 sin contar las calzadas, la cual transformó de forma radical el abigarrado corazón del antiguo caserío medieval. Fue éste un proceso laborioso ya que el Ayuntamiento tuvo que negociar una por una la compra de las viviendas que se alzaban allí, alrededor de una docena, la cual fue iniciada en 1889 y se prolongó durante más de una década -sin contar con algunas intervenciones, perimetrales mucho más tardías- hasta que la nueva plaza pudo quedar terminada en el cambio de siglo.
No es mi intención relatar aquí la complicada gestación de la plaza de los Santos Niños, puesto que ya han sido publicados artículos históricos muy detallados sobre este tema1,2,3, sino hablar sobre una pequeña vía urbana muy poco conocida que desapareció al ser absorbida por ésta. Me estoy refiriendo al callejón del Cristo de la Cadena, que discurría entre la fachada norte de la Iglesia Magistral -la que da ahora a la plaza- y las traseras de las fincas que se alzaban frente a ella. Y, aunque llevaba tiempo acariciando la idea de escribir este artículo, fue una fotografía que me proporcionó mi amigo Tomás Polo la que me movió a hacerlo, puesto que proporcionaba una información gráfica no sólo interesante sino también desconocida, al menos hasta donde yo conozco.
Todo empezó con una subasta de arte realizada el 3 de julio de 2018 en la madrileña Subastas Segre. Tal como suele ser habitual esta empresa editó un catálogo con las obras puestas a la venta, en el cual aparecían dos acuarelas de 25 × 35,5 cm. pintadas por Manuel Laredo en 1875, las cuales reproducían dos rincones de Alcalá, uno desaparecido -el callejón del Cristo de la Cadena- y el otro muy transformado -la girola de la Magistral-, por lo que a su valor artístico, que lo tenían y no poco, se sumaba su interés documental, ya que no cabe la menor duda de que Laredo los representó con total fidelidad.
No tengo la menor noticia de quien pudo ser su comprador, aunque considero que sería una lástima que éstas no hubieran pasado a formar parte del patrimonio de la ciudad, pues ciertamente lo merecían. Por fortuna contamos con sus fotografías tomadas del catálogo, lo que nos permite al menos disfrutar del pincel de Laredo así como incrementar, siquiera levemente, el conocimiento gráfico de la Alcalá de la segunda mitad del siglo XIX, no por reciente poco conocido.
Puesto que en otro artículo hablo de los cuadros desde un punto de vista artístico, en esta ocasión me voy a centrar en el del callejón del Cristo de la Cadena para hacer un estudio urbanístico de esta peculiar vía urbana y de su hoy irreconocible entorno, aprovechando que la acuarela de Laredo es la única representación gráfica que conozco de éste... y además, es excelente.
La vista está tomada desde la esquina de la calle Escritorios, y representa parcialmente el ábside de la Magistral junto con el callejón. Pero antes de seguir adelante conviene hacer una pequeña descripción histórica. Tal como he comentado, hasta finales del siglo XIX la plaza de los Santos Niños estaba ocupada en su mayor parte por una manzana de viviendas que fueron demolidas en su totalidad. Asimismo se planteó hacer lo propio con las que se encontraban en la manzana vecina, entre las calles San Juan y San Felipe, ya que se pretendía alinear la actual calle del Cardenal Cisneros con la calle Mayor retranqueando la línea de las fachadas. Aunque, como veremos más adelante, este último proyecto no llegó a ser completado, razón por la que sobrevivió la Casa Tapón haciendo honor a su nombre, quedó como vestigio de la frustrada iniciativa el solar en el que hasta hace poco se ubicó la oficina de turismo, hoy ocupado por las dependencias del tren turístico.
Tan sólo existían dos pequeñas plazoletas situadas en los dos extremos de la manzana: la de Abajo, en la confluencia de las calles Mayor, Escritorios, San Felipe y Empecinado, y la de los Santos Niños -antigua del Piojo- en la de las calles de San Juan, Cardenal Cisneros y Tercia. Ambas estaban unidas por una calle estrecha y tortuosa que discurría de forma aproximada por donde ahora lo hace la calzada de la plaza. Esta calle, llamada tradicionalmente de los Bodegones y varias veces citada en el Quijote apócrifo de Avellaneda, fue dedicada al Cardenal Cisneros a mediados del siglo XIX, nombre que se trasladó a la vecina de los Coches cuando aquélla desapareció al quedar incorporada a la nueva plaza.
La plaza de Abajo vista
desde la calle del Empecinado. La casa
que aparece en primer
término es la misma que la del cuadro
Las casas que ocupaban el solar de la plaza no estaban adosadas a la Magistral, sino separadas de ella por el callejón del Cristo de la Cadena. Al parecer su nombre se debía a que el Cabildo lo cortó con unas cadenas atravesadas en sus dos extremos para evitar que lo utilizaran como atajo los transeúntes en lugar de rodear la manzana, pero los documentos del siglo XIX hablan de rejas. La intención del Cabildo era mantenerlo exclusivamente como acceso al templo por la puerta que hoy se abre a la plaza. y reclamaba su propiedad alegando que los muros traseros de las viviendas eran las medianerías que limitaban con los terrenos de la Magistral, por lo que el callejón quedaba dentro de sus dependencias. Por el contrario el Ayuntamiento negaba en redondo esta apropiación de facto, dado que lo consideraba una vía pública de libre acceso para cualquier persona con independencia de que quisiera acceder a la Magistral o simplemente evitar el rodeo. Y como justificación, esgrimía que las viviendas vecinas vertían aguas al callejón y tenían luces -ventanas- abiertas a éste, lo cual no habría estado permitido si se tratara realmente de medianerías.
La plaza de Abajo vista
desde la calle Mayor
En cualquier caso este modesto callejón era al parecer objeto de frecuentes controversias entre el Cabildo y el Ayuntamiento, el cual tiró por la calle de en medio -literalmente- cuando, una vez derribados todos los edificios que estorbaban, lo incorporó a la nueva plaza haciendo caso omiso de las protestas de las autoridades eclesiásticas, llevándose también por delante el propio atrio con el argumento de que éste se encontraba en ruinas.
Calle de San Felipe. El
primer edificio de la izquierda fue también demolido
Si nos fijamos en el cuadro nos encontraremos con dos detalles interesantes. El primero es la casa que hacía esquina en la entrada del callejón, una de las demolidas, la cual contaba con un largo tramo de soportales. Se conservan varias fotografías y cuadros de la época y, aunque en ninguna de ellas se aprecia el callejón, sí reflejan que la plaza de Abajo estaba porticada en todo su perímetro. Según Vicente Fernández también los hubo en la calle de los Bodegones, que había sido profundamente remodelada a mediados del siglo XIX, en la mayor parte de la acera de los impares de la calle de San Felipe y en el inicio de la del Empecinado, todos los cuales habían desaparecido con anterioridad a la construcción de la plaza víctimas del empeño municipal en regularizar el trazado de las calles aledañas a la calle Mayor.
Final de la acera de los
pares de la calle Mayor, con los antiguos soportales tapiados
De todos los existentes en el perímetro de la plaza de Abajo tan sólo se preservaron los de la Casa Tapón y los de la vivienda vecina, en el arranque de la calle de San Felipe, junto con los situados entre la calle Mayor y la de Escritorios. También se conservan, aunque tapiados, los pilares en la casa que hace esquina entre la calle Mayor y la de San Felipe, pudiéndose apreciar en la fachada la cara frontal de éstos.Por el contrario la apertura de la plaza de los Santos Niños se llevó por delante, junto con sus respectivos edificios, los soportales de la casa situada en lo que ahora es el lado oeste de la plaza de los Santos Niños -el que linda con el ábside de la Catedral-Magistral- y los de la que se encontraba entre la Casa Tapón y la antigua calle de los Bodegones, o de Cisneros.
El segundo detalle es el propio callejón del Cristo de la Cadena. Amén de que se aprecia perfectamente su angostura, lo que más llama la atención es el atrio que protegía la entrada a la Magistral, con arcos por los dos lados, apoyándose en la propia fachada de la Magistral y en las medianerías traseras de las casas de enfrente, el cual fue derribado por el Ayuntamiento haciendo caso omiso de las protestas del Cabildo. Por fortuna Laredo pintó con todo detalle no sólo el atrio sino también el portillo que delimitaba la entrada al callejón de la discordia por la parte del ábside, formado por dos pilares rematados con bolas de piedra. Aunque no se aprecia al quedar tapado por el atrio en el extremo que daba a la calle de la Tercia, existía otrosimilar, aunque éste queda tapado por el atrio. Lo que no aparece es la reja que lo cerraba, cabe suponer que por estar abierta en ese momento tal como sugieren las figuras de los dos mendigos allí apostados para pedir limosna.
El entorno de la actual
plaza de los Santos Niños en el parcelario de 1870
Contamos con otra interesante representación del callejón aunque de índole muy diferente, ya que se trata del detallado plano de la Magistral y su entorno que aparece recogido en el parcelario de 1870. Aquí el callejón está perfectamente dibujado con los dos portillos y las rejas que los cerraban marcadas con líneas punteadas en verde. Curiosamente lo que no aparece es el atrio que evidentemente existía entonces, aunque sí las capillas que sobresalían entre los contrafuertes al otro lado de la puerta, las cuales fueron demolidas junto con las de la girola en la discutible restauración de principios del siglo XX.
También se aprecian las viviendas que fueron demolidas, nueve en total, situadas entre el callejón y la calle de los Bodegones, o de Cisneros, así como las que se encontraban en la acera contraria, incluida la situada junto a la Casa Tapón, las cuales no se vieron afectadas por por la construcción de la plaza en un primer momento. El plano refleja también la existencia de soportales circundando toda la plaza de Abajo y en el inicio de la acera de los impares de la calle del Empecinado, aunque no los suprimidos anteriormente en la calle de los Bodegones y de San Felipe.
Trazado del
callejón del Cristo de la Cadena sobre una fotografía
actual
La línea roja señala la ubicación aproximada de
las fachadas traseras de los edificios demolidos
Obviamente hoy no queda el menor rastro de este antiguo callejón, ya que tanto el atrio de la puerta de la Magistral como las capillas situadas entre los contrafuertes fueron demolidos a la par de los edificios de la plaza el primero y durante la restauración de la Magistral, ya en el siglo XX, las segundas. No obstante, se pueden rastrear sus vestigios en el pavimento actual de la plaza, tal como se aprecia en la fotografía. Si no recuerdo mal hasta los años setenta, cuando la plaza fue pavimentada, su superficie era de tierra a excepción de las aceras perimetrales y la que lindaba con la Magistral, esta última correspondiente de forma aproximada con el antiguo trazado del callejón. Es muy probable que no fuera modificada al pavimentar la plaza, ya que se diferencia claramente del resto, aunque me cabe la duda de si la parte que está empedrada con un dibujo en zig-zag, que en su momento estuvo plantada con un seto, perteneció al callejón o a la parte trasera de los solares de las viviendas demolidas; todo depende de la anchura que pudiera tener éste, difícil de calcular en el cuadro de Laredo aunque no creo que excediera de unos tres metros. Eso sí, hay que tener en cuenta que las rejas que cierran los huecos entre los contrafuertes entonces no existían, lo que le daba una anchura ligeramente mayor. En cualquier caso, todo parece indicar que el seto se debió de crear en su momento como una especie de barrera simbólica entre las dos jurisdicciones, la municipal y la eclesiástica, demarcando la zona que había correspondido al polémico callejón.
El proyecto de remodelación del entorno de la Magistral, que no surgió de forma planificada sino que se fue desarrollando sobre la marcha, contempló también retranqueos puntuales en los tramos iniciales de las calles de la Tercia y Empecinado para suprimir estrechamientos, así como el derribo de las viviendas de la acera opuesta de la antigua calle de los Bodegones, entre las de San Juan y San Felipe, seis en total. Si bien los primeros fueron ejecutados a la par que la obra principal no ocurrió lo mismo con las viviendas de la calle de los Bodegones, con cuyo derribo se pretendía, tal como he comentado anteriormente, alinear la actual calle del Cardenal Cisneros con la calle Mayor evitando el recodo que se formaba y se sigue formando en la antigua plaza de Abajo.
Por diversas circunstancias el Ayuntamiento no retomó la iniciativa hasta mucho después, demoliendo tres de ellas entre 1928 y 1931. Terminada la Guerra Civil se demolieron otras dos, quedando tan sólo la Casa Tapón; pero por razones que ningún investigador ha logrado desentrañar ésta logró sobrevivir hasta nuestros días y evidentemente ya no se plantea su demolición, por lo que si bien se ha preservado, siquiera en parte, el antiguo entorno urbano de la plaza de Abajo, fue a costa de dejar el margen norte de la plaza de los Santos sin unas fachadas dignas de tal nombre, incluyendo la antigua medianería de la propia Casa Tapón apenas camuflada con sucesivos murales.
La fachada de la
Magistral, ya exenta, poco después del
derribo de los edificios de
la plaza de los Santos Niños
Concluyo con una curiosa y poco conocida fotografía tomada hacia 1900, cuando la plaza de los Santos Niños se encontraba ya libre de edificios pero, tal como indican los árboles recién plantados, había pasado muy poco tiempo desde la terminación de las obras. El Cabildo había reemplazado el atrio demolido por un pórtico techado que protegía la puerta, y si nos fijamos con detenimiento veremos, debajo de la ventana, la marca en el muro, en forma de uve invertida, del tejado del desaparecido atrio. Otro detalle interesante es que los muros laterales del nuevo pórtico se adelantaban sobre los contrafuertes, quizá por ser los restos supervivientes del atrio. No obstante, puede también que se tratara de un intento simbólico de reafirmar la propiedad eclesiástica sobre al menos una pequeña parte del desaparecido callejón.
Resulta llamativo que el cancel de la puerta se encontrara en el exterior y no en el interior de la iglesia tal como suele ser habitual, lo que se debía a que ésta era su ubicación original cuando se derribó el atrio que lo protegía de las inclemencias del tiempo. Así se deduce del dato que aporta Liborio Acosta en una nota a pie de página de su Guía del viajero en Alcalá de Henares4 publicada en 1882. Canónigo de la Magistral entre 1879 y 1884 y muy activo durante el período que residió en nuestra ciudad, este sacerdote describe un zócalo de azulejos antiguos en la pared interior del templo, entre la puerta y las pilas de agua bendita, explicando que procedían del desaparecido convento de Capuchinos y que fueron colocados allí por iniciativa suya ese mismo año (1882) en celebridad de la traslación del cancel que estaba dentro de la Iglesia, afeándola, al sitio para donde se hizo, refiriéndose con toda certeza al recinto del atrio. Y de hecho era así , tal como corrobora una fotografía de Manuel Compañy fechada hacia 1900 y reproducida por Manuel Vicente Sánchez Moltó5, en la cual se constata que justo antes de comenzar la restauración de Cabello Lapiedra no existía un cancel protegiendo la cara interior de la puerta. Lamentablemente, el sepulcro de Cisneros impide apreciar los azulejos.
La puerta vista desde
el crucero, sin cancel por la parte interior
Otro dato interesante de la fotografía de la plaza de los Santos Niños es la visión parcial de la capilla de Nuestra Señora de las Maravillas y su sacristía -el cuerpo más bajo, vecino a la puerta-, una de las demolidas años más tarde, cuya fachada exterior sobresalía también de los contrafuertes quedando a la altura del muro lateral del pórtico. En realidad no estorbaba -llevaba siglos allí- y todavía menos una vez que la plaza había quedado expedita, pero el arquitecto responsable de la restauración, Luis María Cabello Lapiedra, por razones difíciles de explicar decidió llevársela por delante junto con unas cuantas más. Asimismo revocó la fachada de la Magistral, que salvo el ábside hasta entonces no había estado a la vista puesto que la tapaban las casas, con un falso esgrafiado segoviano que perduró hasta que una nueva restauración, concluida en 2003, le dio su aspecto actual. Por último, Cabello Lapiedra eliminó también el antiestético pórtico -también desapareció el cancel, que ya no tenía ninguna razón para estar allí amén de que no estaba pensado para permanecer al aire libre- junto con los muros laterales, inventándose la actual portada, que al menos tuvo la virtud de ser discreta.
Queda, no obstante, una incógnita pendiente. ¿Por qué razón la Magistral estaba separada de las viviendas vecinas por este estrecho callejón? En ocasiones las iglesias tienen edificios adosados, pero cuando existe una calle por medio ésta no suele ser tan angosta. Además está el detalle de la puerta que, por mucho que no fuera la principal, data probablemente de la época de construcción del templo actual, es decir, de principios del siglo XVI.
Yo tengo una hipótesis, aunque obviamente carezco de datos que la corroboren. El Cardenal Cisneros edificó la Magistral sobre la antigua parroquia medieval -más exactamente sobre las obras de ampliación ya iniciadas por el Arzobispo Carrillo- de la cual, aunque no queda el menor vestigio, resulta relativamente posible esbozar su trazado. Por analogía con otras iglesias de la comarca es probable que fuera un templo mudéjar con ábside semicircular similar a los de Valdilecha, Camarma o Talamanca, y posiblemente contaría con una única nave. Dado que el altar mayor estaba situado con total seguridad sobre la cripta, donde ahora se alza el presbiterio, cabe suponer que lo que hizo Cisneros fue recrecer la iglesia en todas las direcciones envolviendo a la antigua fábrica con el edificio actual, correspondiendo la planta de la parroquia medieval al presbiterio, el crucero y parte de la nave central hasta la altura del desaparecido coro.
Alrededor de lo que había sido la antigua iglesia se levantarían las dos naves laterales, la girola y el extremo final de la nave central, a expensas de los terrenos circundantes. No tenemos manera de saber lo que había en el lugar en el que se alzó la nave del Evangelio -la que linda con la plaza de los Santos Niños-, pero quizá pudo haber sido una calle lo suficientemente amplia como para que tras la ampliación -la nave tiene unos siete metros de anchura- todavía quedara espacio, aunque reducido a un estrecho callejón. Esto explicaría el empeño del Ayuntamiento en considerar vía pública al callejón del Cristo de la Cadena, así como que las fachadas traseras de las viviendas situadas enfrente tuvieran ventanas -aunque no fachada- y vertieran aguas a éste. Además existe un caso similar al otro lado de la Catedral-Magistral, donde una antigua calle medieval que discurría entre la plaza de Santa María la Rica y la calle de la Tercia quedó cortada tras la construcción de la sala capitular en el siglo XVII, convirtiéndose su tramo final en un patio del recinto eclesial aunque la existencia de ventanas en el edificio de enfrente -una servidumbre que no se permite en las medianerías- indica claramente su antigua condición de vía pública. No obstante, tendrían que ser los investigadores quienes confirmaran, o en su caso descartaran, mi hipótesis.
Salida de la antigua
calle medieval -hoy patio de la Catedral-Magistral- a la calle de la Tercia
Apréciense las ventanas del edificio vecino que se abren al interior del
patio
Yendo todavía más lejos en el campo de las hipótesis, me planteo también la pregunta de si el callejón del Cristo de la Cadena pudo ser en realidad el último vestigio de la antigua calzada romana que cruzaba el Campo Laudable camino de Complutum... o quizá no. Pero esto lo discutiremos en otro artículo.
1 Josué Llull Peñalba. La
destrucción del patrimonio arquitectónico de Alcalá de
Henares (1808-1939). Colección Monografías de humanidades,
nº 13. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares,
2006.
2 Manuel
Vicente Sánchez Moltó. Actuaciones y transformaciones urbanas
decimonónicas. La llegada del ferrocarril y el primer ensanche. En
Evolución histórica del urbanismo complutense.
Institución de Estudios Complutenses. Alcalá de Henares,
2015.
3 Vicente
Fernández Fernández. La evolución del entorno urbano de
la Magistral desde el siglo XII al XXI. En Historia y arquitectura de la
Iglesia Magistral de Alcalá de Henares. Institución de
Estudios Complutenses. Alcalá de Henares, 2016.
4 Liborio Acosta de la
Torre. Guía del viajero en Alcalá de Henares. Imprenta de
F. García Carballo, 1882. Edición facsímil de la
Institución de Estudios Complutenses. Estudio y edición de Manuel
Vicente Sánchez Moltó. Alcalá de Henares, 2021.
5 Manuel Vicente
Sánchez Moltó. El patrimonio durante la Guerra Civil:
Destrucción, salvaguardia y propaganda. La Magistral de Alcalá de
Henares. Revista de la CECEL, nº 14, 2014. Descargable en formato
pdf.
Publicado el 30-4-2021
Actualizado el 6-5-2021