Los Santos Niños en España
Su culto
en San Justo de Turón (Asturias)
Ermita de San Justo de
Turón
En el verano de 2005 pasé mis vacaciones en Asturias y, al igual que hiciera en las vacaciones de 1996, que también disfruté en el Principado, aproveché la circunstancia que Asturias es la región de España, junto con la provincia de León, donde más arraigado está, con diferencia, el culto a nuestros patronos. Claro está que tampoco pude visitar todos los lugares que tenía localizados -eran demasiados- y también ocurrió, como comentaré más adelante, que en algunas ocasiones me fue imposible encontrar lo que buscaba debido a lo enrevesado de la toponimia asturiana. Pero en fin, lo importante es que no volví con las manos vacías aunque, eso sí, me hubiera gustado traerlas más llenas... otra vez será.
Como anécdota, he de reseñar que mi lugar de alojamiento fue una casa rural situada en pleno monte tal como indica el nombre de la misma, Peñacrespa, la cual está enclavada en la parroquia de... San Justo de Sariego, o de Villaviciosa, un pequeño lugar cercano a esta última población cuya iglesia ya visité en mi anterior viaje, razón por la que en esta ocasión no necesité volverlo a hacer. Es conveniente reseñar, no obstante, que existe una asociación de vecinos, de nombre San Justo, que es la encargada de celebrar las fiestas de los santos titulares, a las cuales lamentablemente no llegué por tan sólo unos días.
Aunque logré encontrar dos ermitas, la de San Justo de Turón y la de San Justo de Solís, por diferentes motivos -generalmente la imposibilidad de llegar hasta los lugares buscados por culpa de la ya citada complicación de la toponimia local- en el resto de los intentos acabé pinchando en hueso. En la zona de Langreo -importante municipio cuya cabecera está formada por los núcleos urbanos de Sama de Langreo y La Felguera- tenía reseñados varios lugares de interés, ninguno de los cuales fui tampoco capaz de encontrar: Nava de Turiellos, con una capilla o ermita, y un San Justo, en este caso una pequeña aldea o núcleo de población. Topónimos que ni siquiera hice intención de buscar, dada su naturaleza, fueron el cordal de San Justo y el despoblado y la sierra homónima de El Payuste.
Retablo en 2005 (arriba)
y restaurado. Fotografía inferior tomada de
www.mieres.es
La primera de las dos ermitas visitadas, cronológicamente hablando, fue la de San Justo de Turón, en plena cuenca minera. El valle de Turón, regado por el río homónimo tributario del Caudal, se encuentra al sur de Mieres y al norte de Pola de Lena, no demasiado lejos pues del puerto de Pajares, y es allí donde se encuentra la famosa mina de La Felguera, ya cerrada. La capital del valle es Turón, perteneciente al municipio -o concejo- de Mieres. Pero no era Turón el lugar que me interesaba sino el pequeño caserío de San Justo, adscrito según la división administrativa local al lugar de Turón y a la parroquia de San Martín de Turón. Porque, conviene aclararlo, San Justo tan sólo es un puñado de casas agrupadas en torno a la ermita -que no parroquia- de los Santos Niños.
Pero San Justo no se encuentra en el valle, sino colgado en la ladera septentrional del monte Cogollo, también llamado Pico San Justo, y a una considerable altura sobre el fondo del mismo. Su única vía de acceso es una estrecha y tortuosa carretera que asciende serpenteando por el monte, la cual permite gozar al viajero de unas magníficas vistas al tiempo que le infunde cierto temor ante la posibilidad de despeñarse. Y puesto que la velocidad de subida es necesariamente muy reducida, lo cierto es que el viaje, pese a tratarse tan sólo de unos pocos kilómetros, acaba haciéndose interminable.
Imágenes de los
santos Justo y Pastor
Sin embargo, el esfuerzo merece la pena. San Justo, tal como he comentado anteriormente, es un mínimo caserío que en invierno queda prácticamente deshabitado, aunque buena parte de sus viviendas han sido habilitadas como residencias de verano. A la entrada del pueblo está la ermita, de tamaño reducido pero no por ello carente de interés. Gracias a la amabilidad de unos vecinos tuvimos ocasión de visitarla, recabando a la vez algunos detalles curiosos: Según la tradición su origen arrancaría de la llegada hasta allí de unas reliquias de los santos titulares, dato éste imposible de verificar en la actualidad dado que el templo fue arrasado en la Guerra Civil perdiéndose el retablo mayor y las imágenes originales. Tan sólo se pudo salvar el otro retablo, que es el que se conserva en la actualidad, siendo necesario adquirir dos nuevas imágenes que, por variar, son prácticamente idénticas a las de otros muchos templos asturianos que fueron asimismo víctimas de idéntico expolio.
Capitel aparecido en
2008. Fotografía tomada de
La Nueva España
Al testimonio de nuestros amables anfitriones se sumó el texto de un cartel instalado en el exterior de la ermita, cuyo contenido transcribo a continuación:
ERMITA DE SAN JUSTO
Ya se cita su existencia en el año 857, en un documento donde Ordoño I la cede a la iglesia de Oviedo. Su origen parece provenir del asentamiento de unos frailes eremitas que fundaron un monasterio y la citada ermita. En ella depositaron un arca conteniendo algunas reliquias de los niños mártires Justo y Pastor. Se habla incluso de la existencia de culto precristiano al encontrarse huellas de la existencia de un dolmen prehistórico o piedra sagrada. Fue centro de peregrinación por los milagros atribuidos a sus mártires, convirtiéndose en variante del camino de Santiago. Fue también cenobio y hospital de peregrinos. Arquitectónicamente sufre la primera transformación durante el siglo XV. Además de las reliquias citadas, destaca la existencia de un retablo de madera policromada de estilo churrigueresco, datado en el siglo XVIII, que dota a este monumento de un valor intrínseco muy destacado.
Cuenta, asimismo, con una fuente con inscripciones y relieves alusivos a los Santos Niños. Y a juzgar por los hallazgos arqueológicos su importancia debió de ser grande en el pasado, como atestiguan el capitel y la basa encontrados en 2008 durante la ejecución de unas obras de alcantarillado, así como los restos del antiguo convento benedictino, hoy repartido entre tres viviendas. El historiador local José Luis Soto aporta en la página El valle de Turón y en un artículo publicado en La Nueva España una interesante información acerca de la ermita, que describe de estilo rural y reconstruida en dos ocasiones, una documentada en 1457 y otra tras la Guerra Civil, aunque según me comunicaron los vecinos a los destrozos provocados por ésta habrían sumado los hundimientos del terreno, ya que todos esos montes están perforados por miles de kilómetros de galerías mineras ya abandonadas. Asimismo, otras fuentes afirman que también habría sufrido daños en la Guerra de la Independencia. Veamos lo que dice José Luis Soto:
En el interior de la ermita existe un pozo de tierra bendita. Allí se supone que hubo un dolmen de culto precristiano en el cual se depositaron, después, las reliquias de los santos mártires. No se conserva la planta antigua, que tenía 9,5 metros de ancho por 16 metros de largo. Era una iglesia grande para sus tiempos. Tenía, al menos, dos arcos y una pequeña antesala, dentro había varias filas de bancos de madera y una reja que separaba la zona sacra del resto. La reja estaba torneada y el altar estaba labrado en piedra al estilo asturiano, con motivos geométricos.
A la entrada de la ermita, a mano derecha, se guardaban las reliquias de los santos mártires. En una de sus paredes había pinturas realizadas por los monjes que han desaparecido. En la actualidad permanecen en pie el tejado del cabildo, un solo arco y la nave central.
Hoy la ermita está restaurada, aunque perdió, entre otros elementos, uno de los dos arcos del atrio de entrada. También es importante el retablo, labrado en madera de nogal y policromado. Cuando yo lo fotografié en 2005 se encontraba sin restaurar, y en la fecha en la que fue publicado el artículo de La Nueva España, en noviembre de 2008, estaba siendo restaurado, concluyendo la restauración un año más tarde.
Relieves de los paneles laterales del retablo |
Según algunas de las fuentes que he consultado los relieves del retablo hacen alusión a escenas de la vida de los Santos Niños, algo en lo que reconozco no caí cuando visité la ermita, razón por la que no los fotografié en detalle. Así pues me he visto obligado a ampliar la fotografía que hice del retablo, ya que las que he conseguido con éste ya restaurado carecen de suficiente resolución. No es lo que yo hubiera preferido, pero por el momento no dispongo de otra opción mejor.
Relieves de la
predela
Y la verdad es que, mirándolos con atención parece ser así, aunque el estilo ingenuo en el que están labrados dificulta bastante una identificación correcta. Los dos paneles grandes, que flanquean a la hornacina central, podrían representar a los Santos Niños orando y frente al verdugo, mientras los dos inferiores situados en la predela parecen corresponder a su comparecencia ante Daciano y, quizá -se aprecia con dificultad- a los Santos Niños en el colegio... pero harían falta unas fotografías mejores y alguien más experto que yo en el complejo arte popular español de siglos pasados.
Fuente. Fotografía
tomada de
www.mieres.es
Dentro de la tradición popular, José Luis Soto relata una curiosa leyenda local según la cual los Santos Niños, huyendo de los romanos a lomos de una mula blanca, habrían llegado a un paraje cercano a la aldea en el cual la mula dio una coz en el suelo, quedando la huella de la herradura milagrosamente marcada hacia atrás, lo que permitió despistar a sus perseguidores. Ya en ésta la mula fue atada junto a una piedra en la que estaba escrita la siguiente frase en bable: Cuando Dios quería equi augua había. Y, efectivamente, tras otra oportuna coz de la mula comenzó a manar el agua de la actual fuente. Los lugareños ocultaron a los fugitivos durante nueve días, pero no pudieron evitar que éstos fueran finalmente descubiertos y capturados; la leyenda, por muy piadosa que fuera, no podía obviar su martirio. Eso sí, como cabe suponer los milagros continuaron a través de los siglos, dando cada vez más fama al pueblo.
Otra versión más verosímil afirma que tras la invasión musulmana un grupo de eremitas fugitivos, que portaban un arca conteniendo reliquias de los Santos Niños, se asentaron en San Justo dando origen al pueblo y a su monasterio. Llama la atención su similitud con la historia de san Urbicio, y si bien es evidente que carece de base histórica, lo que sí parece estar documentada es la existencia de reliquias en la ermita y la conversión de ésta en un importante foco de peregrinación, ya que por allí pasaba uno de los ramales del Camino de Santiago.
Ver también: La presencia de los Santos Niños en Asturias (I a IV)
Publicado el 19-11-2005, en el nº 1.928 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 14-5-2020