Hombres de titanio
Curiosamente en la nueva versión aparece esta novela con el título de El hombre de titanio, cambio debido quizá a un error puesto que tanto en la presentación como en la lista de títulos publicados aparece en plural tal como figurara en la versión original. Por lo demás las dos ediciones se diferencian tan sólo en mínimos detalles de nula importancia, simples retoques que al parecer hizo Enguídanos en la totalidad de las novelas de la serie.
Comienza la narración con el descubrimiento, por parte del ingeniero Adolfo Ferrer, de la forma de copiar las revolucionarias armas de luz sólida gracias al proyector traído de Urano por el comando de Miguel Ángel Aznar. Simultáneamente, el astrónomo Arsenio Valera y el biólogo Federico Castillo, ayudado este último por su hija Polonia, descubren que la radiación solar es perjudicial para la vida de los sadritas, los cuales sólo pueden medrar bajo los rayos de un sol de helio1, por lo cual albergan el temor de que pudieran intentar transmutar al Sol convirtiéndolo en una estrella apta para su metabolismo a la par que mortífera para los humanos.
Alarmado ante esta perspectiva, a la par que no demasiado convencido aún de que los pequeños pulpos capturados tras la batalla de Urano pudieran ser en realidad los auténticos sadritas, a los que pese a todas las evidencias muchos continúan imaginando como una raza humanoide, el gobierno terrestre decide enviar a Oberón un nuevo comando con la misión de identificar la verdadera naturaleza de estos seres, capturando uno o varios de ellos vivos con objeto de que puedan ser estudiados por los científicos terrestres.
Coincidiendo con el comando, y sirviendo de tapadera a éste, marchará también hacia Oberón una misión diplomática cuyo principal objetivo, además de arropar al comando, será el de reclamar la devolución de los prisioneros humanos capturados por los sadritas tras la batalla espacial ganada por estos últimos. El ex-Almirante Mayor honorario, don Miguel Ángel Aznar, decide formar parte de la misión, mientras su hijo Miguel Ángel, de nuevo acompañado por Sofía Medina, será a su vez el responsable del comando.
Una vez llegados a Oberón las cosas comienzan a ir mal, desviándose del rumbo previsto. Los miembros de la misión diplomática, tras ser informados por los sadritas de que los cautivos humanos fueron aniquilados en su totalidad, son hechos prisioneros y torturados y asesinados la mayor parte de ellos, ya que sus captores desean saber si los humanos han sido capaces de copiar la tecnología de la luz sólida. Asimismo la nave en la que llegaron es derribada en un intento de cerrarles cualquier posible vía de escape.
Por su parte, los comandos consiguen matar a un sadrita revestido de armadura para comprobar que en su interior se alberga, efectivamente, tan sólo un pequeño pulpo, siendo el resto del artilugio un simple robot en el que el cerebro electrónico es sustituido por el alienígena, que lo maneja desde un habitáculo ubicado en la cabeza como si de un vehículo se tratase. Tras capturar a varios sadritas vivos, los comandos se escinden en dos grupos. El primero de ellos, formado por los dos científicos que forman parte de la expedición -Polonia Castillo y Adolfo Ferrer- junto con varios de los soldados, decide partir hacia la Tierra de forma inmediata llevando consigo a los sadritas prisioneros, mientras Miguel Ángel Aznar, Sofía Medina y el resto de los soldados intentarán rescatar a los supervivientes de la fallida misión negociadora.
A partir de este momento, los éxitos y los fracasos se repartirán equitativamente para los protagonistas. La nave que transportaba al primer grupo es derribada nada más intentar abandonar Oberón, falleciendo todos sus tripulantes. Más adelante deducirán que los sadritas deben de disponer de algún tipo de comunicación telepática entre ellos, y que la muerte de un puñado de estos seres durante la captura de sus compañeros, así como las posteriores llamadas de auxilio de los prisioneros, habrían puesto al descubierto la precipitada fuga, la cual acaba saldándose con la muerte de sus protagonistas.
Por su parte Miguel Ángel Aznar tiene relativamente más suerte, ya que consigue rescatar con vida a su padre, a la postre el único superviviente de la misión diplomática, pero no así al resto de sus miembros, bien asesinados por los sadritas o bien caídos durante la refriega posterior, de la que también es víctima uno de los soldados del comando. No obstante, los supervivientes del grupo, acompañados por el ex-Almirante Mayor, lograrán escapar con éxito de la base de los sadritas logrando esquivar a sus perseguidores.
Para evitar acabar con el mismo trágico final que sus infortunados compañeros, los supervivientes de la misión optan por esconderse bajo la densa capa de polvo que cubre la superficie de Oberón, aguardando pacientemente a que se calmen los ánimos de los burlados sadritas. Por fortuna disponen, convenientemente miniaturizados, de un refugio estanco así como de suficientes provisiones y oxígeno para varios meses, junto con una nave que les permitirá, en su momento, poder retornar a casa atravesando las líneas enemigas.
Queda por reseñar, por último, la truncada historia de amor entre Miguel Ángel Aznar Schmidt y la bióloga Polonia Castillo, uno de tantos contrapuntos dramáticos que, a diferencia de la mayor parte de los escritores de ciencia ficción popular, acostumbraba a incluir Pascual Enguídanos en sus novelas, lo que les proporcionaba un grado de verosimilitud muy superior al de las obras equivalentes de sus colegas. Se trata, en este caso, de un amor no correspondido, ya que Miguel Ángel está perdidamente enamorado de Polonia mientras ésta, de formación y mentalidad científica, no ve en él sino a un antiguo amigo de la infancia, cuya profesión militar no le atrae en absoluto. El trágico final de Polonia, muerta con sus compañeros en la fría superficie de Oberón, podrá fin bruscamente a este sueño de quien ya comienza a perfilarse aquí como el nuevo protagonista de la serie, en sustitución de su mítico padre.
1 Resulta curiosa la alusión de Enguídanos a un sol de helio; en realidad no existen soles de esta naturaleza, puesto que en todas las estrellas el hidrógeno, que es su componente principal, se transmuta en helio por fusión nuclear, por lo que todas las estrellas contienen, en mayor o menor cantidad, tanto hidrógeno como helio. Cuando una estrella agota su combustible, es decir, el hidrógeno, pasa a experimentar una serie de procesos (fase de gigante roja, nova, supernova...) todos los cuales son absolutamente incompatibles con cualquier tipo de vida. Ignoro de dónde pudo sacar Enguídanos esta idea, pero aunque disparatada no deja de ser original como también lo es la forma en la que los sadritas consiguen trasmutar nuestro Sol.
Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia
Ficción
Actualizado el 5-6-2013