Universo remoto





Número 31 de la colección. Al iniciarse las nuevas aventuras de la familia Aznar, la Editorial Valenciana respetó tanto el formato como la numeración de las novelas aunque, en vez de utilizar ilustraciones originales, sus responsables optaron por expoliar el patrimonio gráfico de su antigua colección Luchadores del Espacio; más adelante se cambiaría el formato, pero de ello ya hablaremos en su momento.

Ilustrada con la portada perteneciente a La sinfonía cósmica, una novela del Profesor Hasley publicada con el número 88 de la anterior colección, comienza esta novela casi trescientos años después de que Valera consiguiera la independencia del gobierno de Redención, tiempo que ha invertido en una marcha a través del universo en busca de la fuente de unas misteriosas señales de radio que han llegado hasta el autoplaneta. El protagonista principal no es otro que Miguel Ángel Aznar Polaris, héroe de la lucha contra los redentores en Lucha a muerte, el cual, hastiado de la incomprensión de sus conciudadanos una vez lograda la independencia -su candidatura a la presidencia de la recién creada república valerana sufrió una humillante derrota, mientras los Aznar comenzaban a ser muy mal vistos en el planetillo- había solicitado ser hibernado mientras Valera no arribara a algún destino.

Pero Valera lo ha alcanzado ya, por lo que Miguel Ángel Aznar es resucitado de su letargo secular. Ante los valeranos se muestra el origen de las señales de radio, un gigantesco planeta anular bautizado por éstos con el nombre de circumplaneta y más tarde conocido como Atolón. Sin embargo, no le resultará fácil a Miguel Ángel Aznar la adaptación a la nueva sociedad, ya que tras un largo período de incuria Valera se muestra en un estado de abandono y decadencia realmente alarmante. Al mismo tiempo los opositores al gobierno son reprimidos por una auténtica dictadura civil, mientras una nueva técnica que permite inducir conocimientos directamente a la mente es utilizada ampliamente por los gobernantes para realizar un efectivo lavado de cerebro a los valeranos. Y, puesto que el gobierno valerano ha identificado a los enemigos del régimen con los simpatizantes del antiguo régimen, conocidos genéricamente como aznaristas, Miguel Ángel Aznar les resulta un huésped francamente molesto al que someten a un solapado arresto domiciliario en la habitación del hospital donde éste se recupera de su largo proceso de hibernación.

Como cabe suponer, Miguel Ángel Aznar comienza a encontrarse incómodo en una situación de la que no se considera culpable pero sí víctima, sobre todo cuando las diferentes facciones políticas del planetillo comienzan a pugnar por conseguir sus favores. Así, un primer intento por parte de los aznaristas de convertirlo en su líder, se salda con una rotunda negativa del ex Almirante Mayor. Poco después recibe la visita de unos altos cargos gubernamentales los cuales, enterados de la anterior entrevista gracias a la instalación de micrófonos secretos en su habitación, le felicitan por su decisión proponiéndole a su vez que dirija un mensaje televisado al pueblo valerano descalificando a los opositores al actual gobierno.

Sin embargo, la ecuanimidad del protagonista no deja lugar a dudas: Rehúsa también hacer el juego a los políticos del régimen, forzando a sus interlocutores a marcharse con el rabo entre las piernas y su orgullo humillado. Claro está que no se resignan, por lo que intentarán por las malas aquello que no pudieron conseguir por las buenas: Poco después los servicios médicos que atienden a Miguel Ángel Aznar reciben una orden directa, desde muy arriba, de inyectarle una droga que se utiliza únicamente en casos de enfermedades mentales graves y que acarreará, en la práctica, la destrucción de la personalidad del prisionero. La enfermera encargada de ejecutar la orden, que simpatiza abiertamente con el enfermo, duda entre acatarla, presionada por el adoctrinamiento mental recibido, o desobedecerla... Pero nunca llegará a saber qué hubiera hecho finalmente puesto que, tras un oportuno asalto al hospital, un grupo de comandos especiales se lleva limpiamente al prisionero.

Sus captores, o salvadores según se mire, son en esta ocasión unos altos oficiales de la Armada que, hartos de la situación, han decidido dar un golpe de estado aprovechando ¡cómo no! la figura del ex Almirante Mayor como reclamo para su causa, razón por la que le proponen que encabece el alzamiento. Pero Miguel Ángel Aznar está ya más que harto de ser utilizado como moneda de cambio por todas las facciones existentes en el avispero valerano, razón por la que se vuelve a negar en redondo a cooperar con los militares al tiempo que Enguídanos aprovecha -y, dados los tiempos que corrían con el franquismo agonizando, no puede pensarse que se tratara de una casualidad- para dar una lección de democracia por boca de su personaje. Los militares sediciosos, aunque profundamente disgustados, acatan su decisión pero le advierten del peligro que corre si vuelve a caer en manos del gobierno, razón por la que le ofrecen proporcionarle una identidad falsa.

Miguel Ángel acepta, siendo conducido por elección propia a los arrabales de Nuevo Madrid, la capital de Valera. Allí tiene ocasión de comprobar la decadencia económica y social en la que se halla sumido el autoplaneta, describiendo Enguídanos con tintes sombríos una situación que recuerda poderosamente a la que se destapó en los países del este europeo tras el colapso del comunismo... Sólo que la novela fue escrita catorce años antes de la histórica caída del muro de Berlín. Tras deambular sin rumbo por las calles de la ciudad, el último vástago de los Aznar decide buscar a una de las pocas personas en las que se atreve a confiar, la enfermera que le atendiera en el hospital. Ésta le confirma las intenciones del gobierno de lavarle el cerebro, al tiempo que mantiene con él un tórrido romance que supone -los tiempos habían cambiado- la primera concesión erótica de Pascual Enguídanos, eso sí, muy discreta y recatada, en su dilatada carrera literaria.

Finalmente la negativa de Miguel Ángel Aznar hace que los responsables del complot decidan desconvocar el golpe de estado, pero esto no evita que el corrupto gobierno lo aproveche como excusa para decretar el estado de excepción, tras lo cual en una amplísima redada hace prisioneros a todos los disidentes del régimen, independientemente de que estuvieran implicados o no en la intentona golpista. Todos los militares profesionales, junto con la práctica totalidad de la élite científica e intelectual del autoplaneta se ven de esta manera privados de libertad y confinados en un disco volante convertido en campo de concentración, Miguel Ángel Aznar entre ellos tras ser detenido fortuitamente en un control rutinario.

Puesto que mientras tanto Valera ha llegado ya a las proximidades del circumplaneta, y una nave automática enviada para recoger muestras ha revelado la existencia de un mundo aparentemente capaz de ser colonizado, el gobierno valerano decide matar dos pájaros de un tiro ofreciendo la libertad a los opositores detenidos a cambio de que éstos se exilien voluntariamente al nuevo astro. De esta manera elimina de raíz cualquier tipo de disidencia interna al tiempo que coloniza al circumplaneta sin necesidad de distraer ningún tipo de recursos del autoplaneta.

Acaudillados por Miguel Ángel Aznar, convertido en su líder natural, los exilados aceptan el reto encaminándose hacia su destino. Sin embargo, las cosas comienzan a ir mal en Valera. Debido a la ausencia de científicos capacitados -la inmensa mayoría de la élite científica ha sido desterrada-, una bacteria desconocida traída en las muestras procedentes del circumplaneta se escapa de los laboratorios donde éstas estaban siendo analizadas y provoca una mortífera epidemia que hace estragos en Valera sin que las ineptas autoridades médicas del planetillo sean capaces de atajarla. Aunque el disco volante que transporta a los exiliados se dirige ya hacia el circumplaneta, Miguel Ángel Aznar decide adelantarse en un caza delta con objeto de ganar tiempo en busca de una vacuna que permita conjurar la amenaza. En un viaje relámpago aterriza en el circumplaneta, donde es atacado por los aviones de unos desconocidos seres, toma unas muestras que lleva a su disco volante y los científicos que le acompañan descubren rápidamente una vacuna que envían a Valera. Aunque ha resultado imposible evitar la muerte de varios millones de valeranos la crisis, al menos por el momento, ha sido conjurada.

Universo remoto supone una brillante continuación de la Saga de los Aznar, abriendo una brillante etapa de la misma. Además del importante hallazgo narrativo que supone la invención del circumplaneta, un astro que nada tiene que envidiar al Mundo Anillo de Larry Niven y que Enguídanos desarrolló sin tener el menor conocimiento de la novela del escritor norteamericano, nos encontramos con unas evidentes inquietudes sociales y políticas a las cuales, dada la época en que fue escrita -mediados de 1975-, hay que reconocer su mérito, sobre todo teniendo en cuenta que Enguídanos, al tiempo que se manifiesta decididamente a favor de la democracia verdadera, no deja títere con cabeza a la hora de criticar tanto a los militares golpistas como a los políticos corruptos que hacen del engaño su medio de vida. Aunque más de veinticinco años después la primera de esas dos lacras ha desaparecido por fortuna de nuestro país, la segunda de ellas continúa estando más vigente que nunca.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción