Satélite meteorológico
Satélite artificial cuya misión principal es la de seguir y predecir la meteorología de alguna región de la Tierra, aunque también son capaces de estudiar desde la órbita otros fenómenos tales como erupciones volcánicas, tormentas de arena, grandes incendios o cualquier otro tipo de catástrofe natural, así como mareas negras, cambios en la vegetación o en los hielos polares o variaciones en la capa de ozono. Actualmente existe una red de satélites de diferentes países, entre ellos los europeos Meteosat, gracias a la cual queda cubierta la práctica totalidad de la superficie terrestre.
Históricamente el primer satélite diseñado de forma específica para realizar estudios meteorológicos fue el norteamericano Vanguard 2, lanzado el 17 de febrero de 1959. Sin embargo su misión no resultó existosa, por lo que el primero realmente operativo -aunque tan sólo funcionó durante 78 días- fue el TIROS-1, lanzado por la NASA el 1 de abril de 1960.
Los satélites meteorológicos son fundamentalmente de dos tipos, los que describen órbitas geoestacionarias y los que ocupan órbitas polares. Los primeros están situados sobre puntos fijos de la superficie terrestre, y son útiles para el seguimiento continuado del clima en una región determinada. Los segundos, por el contrario, barren toda la superficie de la Tierra al ser su órbita perpendicular al ecuador, y tienen la ventaja sobre los anteriores de gozar de una resolución mayor al estar situados a mucha menor altura; en contraposición, tan sólo sobrevuelan cada punto de la superficie terrestre de forma periódica durante una breve fracción de tiempo. Obviamente, los mejores resultados se obtienen combinando las observaciones de ambos.
Publicado el 8-11-2008