Intrusos siderales




Número 195 de la colección Luchadores del Espacio, cabiendo comentar a modo de anécdota que Enguídanos repitió este título en la única novela publicada en la colección de la editorial Bruguera. Esta novela se inicia de una forma completamente tradicional en este escritor: Ambientada en la fecha de su aparición, principios de la década de los sesenta, es decir coincidiendo con el inicio de los programas espaciales ruso y norteamericano, relata cómo una gigantesca astronave de procedencia desconocida entra en órbita alrededor de la Tierra.

Nada se sabe de su procedencia, pero sí que su origen es artificial y que fue construida por una civilización mucho más desarrollada que la terrestre. Puesto que supone un peligro potencial para el planeta, las naciones que tienen en marcha programas espaciales con destino a la Luna deciden enviar sus cohetes a la astronave desconocida: Estados Unidos, Rusia... Y Alemania.

Ésta es sin duda una de las principales originalidades de la novela: En una época en la que el culto a lo norteamericano arrasaba en todo el país e imponía su ley en las novelas populares, nos encontramos con que los protagonistas principales pertenecen a la nueva Alemania, es decir, la actual, que entonces comenzaba ya a levantar cabeza. Huelga decir que, como es sabido, Alemania jamás llegó a desarrollar un programa espacial propio, pero esto no lo sabía Enguídanos cuando lo escribió... Y no era disparatado, por cierto.

La novela será relatada, pues, desde el punto de vista de los alemanes, circunstancia ésta única en la colección y puede, incluso, que en toda la ciencia ficción popular de la época. Dentro de la carrera por llegar los primeros a la astronave serán los alemanes los que resulten vencedores. De los tres tripulantes del cohete dos de ellos -la pareja que finalmente acabará casándose- parten a explorarla mientras el tercero se queda vigilando su nave.

El colosal vehículo es descrito por Enguídanos como una esfera de tres kilómetros de diámetro dividida en dos hemisferios por un anillo al modo del planeta Saturno. El hemisferio norte, que es a donde se dirigen, presenta numerosos impactos de meteoritos y se encuentra deshabitado, pero los dos astronautas pueden recorrerlo a su gusto descubriendo miles de habitaciones vacías, un enorme parque que tenía por misión renovar el oxígeno (ahora se encuentra muerto al haberse perdido la atmósfera inferior) y, como hecho más importante, la naturaleza de los tripulantes de la nave: insectos, enormes hombres-hormiga tal como comprueban gracias a una estatua y a unos huevos abandonados.

Ninguna señal de vida encuentran, no obstante, en el abandonado recinto, todo él sometido a las inclemencias del vacío sideral; pero la astronave tiene otro hemisferio...

Mientras ellos desarrollaban su misión la nave rusa ha aterrizado bastante precipitadamente en las proximidades del cohete alemán. El tercer astronauta sale en ayuda de los rusos y consigue rescatar a los dos supervivientes, pero poco después se verán sorprendidos por varios de los tripulantes extraterrestres que, saliendo del hemisferio oculto, los hacen prisioneros.

La situación se complica todavía más cuando finalmente llega el cohete norteamericano, al cual comienzan a acechar los hombres-insecto apenas se han apagado sus motores. Aquí entrará en escena el protagonista alemán que, advirtiendo a los astronautas yanquis del peligro, ayudará a éstos a deshacerse de la amenaza enemiga. A estas alturas las intenciones hostiles de los intrusos son ya más que evidentes, por lo que su misión se puede considerar ya terminada; pero un astronauta alemán y el único superviviente ruso están prisioneros de los insectos, por lo que alemanes y americanos se aprestarán a su rescate.

Entran, pues, en el hemisferio habitado de la astronave descubriendo que éste está repleto de insectos en estado de hibernación, listos pues para ser despertados una vez que la astronave haya llegado a un planeta habitable... La Tierra, evidentemente, ya que comienza a estar claro que la misión de la astronave es la de facilitar la emigración de estos seres hasta un planeta apto para ellos.

Gracias a que la tripulación de la astronave debe de ser en esos momentos muy reducida, los astronautas terrestres consiguen internarse sin demasiados problemas en el corazón mismo del enemigo hallando por fin a sus compañeros... O a lo que queda de ellos, ya que si bien el ruso continúa estando vivo, el alemán ha sido asesinado y descuartizado, quizá para ser estudiada su anatomía o quizá para ser comido en bocadillo ya que, no faltaría más, los hombres-insecto son antropófagos según nos relatará Enguídanos en la segunda novela.

Rescatan, pues, al astronauta ruso y vuelven a sus cohetes... A tiempo, puesto que la astronave ha comenzado a alejarse velozmente de la Tierra. La aventura ha terminado, al menos por el momento.



Publicado el 6-11-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción