Sergei Korolev



O Koroliov, según otras fuentes, dependiendo de la transcripción fonética que se realice desde el alfabeto cirílico al latino.

Durante muchos años, y a diferencia del caso norteamericano, el responsable del programa espacial soviético fue un absoluto desconocido para el mundo occidental, dado que su identidad era considerada por los responsables del gobierno ruso como un secreto de estado. No fue hasta la desaparición de la URSS y la apertura de sus archivos cuando se pudo conocer al equivalente soviético de Werner von Braun, así como los detalles de su vida que, en muchas facetas, nada tuvo que envidiar a las de los personajes imaginarios de las novelas de espionaje ambientadas en la Guerra Fría.

Sergei Pavlovich Korolev nació el 12 de enero de 1907 en la localidad ucraniana de Zhytomyr, y falleció en Moscú el 14 de enero de 1966. Estudió en el Instituto Politécnico de Kiev, donde se especializó como ingeniero aeronáutico, mostrándose interesado desde muy pronto en los cohetes balísticos.

Durante los años treinta realizó diversas investigaciones en este campo, siendo el responsable del lanzamiento, el 25 de noviembre de 1933, del GIRD-X, el primer cohete experimental soviético propulsado por combustible líquido. Sin embargo, los celos profesionales de varios de sus colegas, entre ellos el también ingeniero aeronáutico Valentin Glushko, hicieron que éstos le denunciaran a los servicios secretos estalinistas, lo que costó la deportación en 1938, durante una de las purgas estalinistas, a un gulag siberiano.

Aunque tiempo después fue trasladado a un campo de concentración para científicos e ingenieros, donde éstos trabajaban en sus propias disciplinas y el régimen carcelario era mucho menos duro que en el mortífero gulag, a consecuencia de su paso por éste Korolev arrastraría secuelas físicas durante toda su vida que acabarían provocando su muerte prematura a los 59 años de edad.

La necesidad de la Unión Soviética, una vez terminada la II Guerra Mundial, de no quedar atrás en la incipiente carrera espacial hizo que fuera liberado tras seis años de reclusión, poniéndosele al frente del equipo responsable de poner en marcha el programa espacial soviético. Fue el diseñador principal de los programas Sputnik y Vostok, ganándoles por la mano a los norteamericanos tanto en el lanzamiento del primer satélite como de las primeras cápsulas tripuladas. También colaboró en otros proyectos de la agencia espacial rusa, incluyendo el diseño de las cápsulas Soyuz.

Sin embargo su gran meta era alcanzar la Luna, por supuesto antes de que lo hicieran los astronautas norteamericanos del Proyecto Apolo, lo que le costó duras luchas tanto con la burocracia estatal, que le regateaba los fondos necesarios, como con los ingenieros rivales, celosos de su prestigio. Con ese fin Korolev llegó a diseñar el equivalente al Saturno V norteamericano, el cohete lanzador N-1, aunque su temprana muerte le impidió terminarlo. Pero el N-1 había nacido lastrado debido a la negativa de Glushko -experto en motores impulsores- a colaborar con Korolev, lo que le impidió dotar a su cohete de los impulsores adecuados. Tras su muerte sus sucesores llegaron a terminar el desarrollo del N-1, pero el citado problema de los motores provocó una serie de fracasos consecutivos, con cuatro lanzamientos fallidos entre 1969 y 1972 y algún accidente catastrófico silenciado en su momento por las autoridades soviéticas. Puesto que para entonces los norteamericanos habían ejecutado con éxito su propio programa lunar, el Proyecto Apolo, con lo cual el efecto propagandístico que se buscaba era ya nulo, el programa lunar fuera cancelado definitivamente por Leónidas Breznev en 1974.


Publicado el 6-11-2008