Alcalá de no sólo Henares (I)
El Camarmilla





Bucólica estampa del Camarmilla a su paso por el Chorrillo



Aunque siempre que hablamos de los ríos de Alcalá pensamos inmediatamente en el Henares, no es éste el único curso de agua que atraviesa la ciudad o su término. Ciertamente sus afluentes complutenses son todos pequeños arroyos e incluso alguno de ellos ha desaparecido, pero no obstante su modestia resulta interesante recordarlos en sus tramos urbanos o periurbanos, ya que por uno u otro motivo han tenido relevancia en la historia de nuestra ciudad.

Sin considerar los barrancos que descienden de los cerros estos arroyos, según el sentido en el que fluyen las aguas del Henares, son los siguientes: el de las Monjas, el Villamalea, el Camarmilla, el Bañuelos y el Torote, aunque el de las Monjas tan sólo recorre un corto tramo por tierras complutenses, a través de la finca de El Encín, antes de desembocar, mientras el Torote, el más importante de todos ellos, discurre alejado del casco urbano cercano ya al límite administrativo entre Alcalá y Torrejón.

Así pues consideraré tan sólo a los tres restantes empezando por el más relevante de ellos, el Camarmilla, que es asimismo el más imbricado en la ciudad. En esta ocasión no voy a centrarme en una descripción de su curso completo ya que ésta se encuentra en otro artículo, sino tan sólo en su recorrido por Alcalá haciendo hincapié en los aspectos geológicos e históricos más relevantes de nuestro pequeño arroyo.

Hasta hace unas décadas discurría por pleno campo, paralelo a la carretera de Camarma, hasta llegar al Chorrillo, pero el crecimiento de Alcalá hizo que su primer contacto con la ciudad se produzca ahora aproximadamente un kilómetro y medio más al norte, justo donde comienza el barrio de Espartales, pasando a continuación por el del Chorrillo, por detrás del cementerio de San Roque -hora es de que recuperemos su nombre original-, por la zona industrial que se extiende entre la vía del ferrocarril y la antigua carretera nacional, para bordear por último el barrio del Pilar, la ciudad deportiva del Juncal y la ciudad romana de Complutum, desembocando en el Henares tras cruzar bajo la carretera M-300.

Resulta interesante, aunque no tan conocida, la influencia que el Camarmilla ha tenido en nuestra ciudad desde épocas posiblemente remotas hasta otras recientes. Y conviene empezar con una peculiaridad ya resaltada por otros autores, el brusco cambio de dirección de su curso justo antes de llegar al Chorrillo. Si nos fijamos en un plano, o en las fotografías de Google Maps, veremos que el Camarmilla discurre en dirección sur desde su nacimiento hasta aproximadamente su cruce con la autovía, o quizá un poco antes en las cercanías del estanque del parque de Espartales. A partir de aquí comienza a hacerlo en dirección suroeste, una orientación que mantendrá, con ligeras fluctuaciones, hasta su desembocadura.




El curso del Camarmilla a su paso por Alcalá. Las flechas indican el cambio de orientación del cauce y la desembocadura.
La línea roja marca el recorrido aproximado del paleocauce. La línea azul el borde de un antiguo meandro


Por sí solo este detalle no tendría mayor relevancia, ya que estos cambios de curso son frecuentes en todos los ríos. Lo que ocurre es que, a partir del punto en el que tiene lugar el cambio, se aprecia la existencia de un antiguo paleocauce que continúa en dirección sur, paralelo a la avenida del Doctor Marañón y a la avenida de los Reyes Magos, hasta llegar a la glorieta del Chorrillo.

Llaman los geólogos paleocauce a un tramo de río abandonado por éste tras un cambio de dirección, el cual puede ser identificado tanto por los sedimentos del antiguo lecho como por el valle, ahora seco, excavado por las aguas. En el caso del Camarmilla este paleocauce es todavía identificable por la diferencia de altura existente entre las avenidas del Doctor Marañón y de los Reyes Magos por un lado y la parte trasera del alto del Campo del Ángel por el otro, lo que provoca que las calles transversales estén todas en cuesta, aunque antes de que se terraplenara el terreno al urbanizarlo se apreciaba mucho mejor el talud que separaba ambas zonas.

El rastro del talud es perfectamente identificable hasta la glorieta del Chorrillo e incluso un poco más allá, pasada la calle de San Ignacio de Loyola, donde se confunde con el límite de la terraza del propio Henares que discurre en dirección este tras el antiguo barrio de Mazzoni y la calle Alcor, donde una escalera salva el desnivel existente con la calle Alalpardo. Pero como este tramo y su continuación no son ya responsabilidad del Camarmilla, los dejaremos para otra ocasión.




El talud del Chorrillo en la calle Jorge Guillén


Más difícil resulta encontrar su equivalente en la margen derecha, aunque se aprecian algunos vestigios de su acción erosiva en el terreno situado entre las carreteras de Camarma y Daganzo, donde existe un marcado talud que discurre unos 400 metros en dirección sur desde la pasarela que comunica los barrios del Chorrillo y el Olivar hasta la rotonda donde confluyen la carretera de Daganzo y la avenida de Europa. Todo parece indicar que pudiera tratarse del borde de un antiguo meandro abandonado, y aunque la construcción de la autovía borró su posible continuidad en dirección a la carretera de Camarma, la existencia de abundantes junqueras en el margen de la autovía parece corroborar esta hipótesis. En cualquier caso este hipotético meandro no forma parte del paleocauce comentado, ya que se encuentra aguas abajo de su inicio e incluso se desvía más de éste que el actual curso del Camarmilla, que discurre intermedio entre ambos.




Posible borde de un meandro abandonado entre la autovía y la carretera de Daganzo


A partir de la glorieta del Chorrillo la acción sedimentaria del Henares ha borrado cualquier vestigio del lugar por donde pudiera haber discurrido el antiguo Camarmilla, ya que todo el terreno que se extiende desde allí hasta el río es prácticamente llano. Pero sí tenemos un indicio, las inundaciones históricas provocadas por el arroyo, que solían llegar a los muros de la ciudad principalmente a través del paseo de los Pinos, entrando por la antigua Puerta de Burgos que se encontraba y se sigue encontrando, aunque cegada desde el siglo XVII, justo frente a este paseo.

Un segundo indicio lo constituye la abundancia de aguas subterráneas en este lugar. La fuente del Chorrillo, hoy cegada, fue durante siglos uno de los principales abastecimientos de agua potable de Alcalá, y lo que hoy es el parque O’Donnell estuvo ocupado hasta finales del siglo XIX por feraces huertas que se surtían de pozos todavía hoy en funcionamiento. Incluso en la toponimia urbana ha quedado registrada la cercana calle de la Noria, con toda probabilidad por la existencia en ese lugar de una noria agrícola.

Asumiendo -me estoy refiriendo, claro está, a una época anterior a la existencia de Alcalá- que su curso mantuviera la dirección sur, este antiguo Camarmilla habría continuado por el paseo de los Pinos para discurrir aproximadamente por las actuales plazas de las Bernardas y de Palacio, las calles de San Felipe y Empecinado y el paseo de Pastrana, desembocando en las cercanías del puente Zulema. Pero en un terreno llano los cursos de agua no suelen comportarse de esta manera, ya que divagan cambiando de orientación en función de los pequeños obstáculos con los que se puedan encontrar en su camino. Por esta razón resulta extremadamente difícil averiguar cual podría haber sido su recorrido hasta llegar al Henares, y sólo con un estudio geológico minucioso sería posible determinarlo.

En cualquier caso, la pregunta que se plantea es: ¿cuándo pudo ocurrir eso? Para la cual no tengo la menor respuesta, ya que tendría que ser un geólogo, o un geógrafo, quien la respondiera. Además, hay que tener en cuenta que éstos manejan unas escalas temporales de difícil comprensión para los profanos; a modo de ejemplo, cabe recordar que hace alrededor de 75.000 años el curso del Camarmilla se remontaba mucho más al norte de su nacimiento actual, pero la captura de su curso alto, hoy conocido como arroyo de Valtajar, por el Torote le dejó reducido a su recorrido actual así como mermado de caudal. 75.000 años nos pueden parecer mucho, pero desde un punto de vista geológico es como decir que ocurrió ayer mismo.

Así pues, el rango temporal en el que se originó este desvío de su curso bajo pudo ser muy amplio y presumiblemente anterior a la aparición de los primeros pobladores humanos, aunque vuelvo a repetir que nada puedo afirmar al respecto.

Lo que no me cuadra en absoluto son las afirmaciones vertidas en algunos trabajos sugiriendo que este desvío habría sido fruto de la mano del hombre bien durante el imperio romano, bien en la Edad Media. Pero al menos que yo sepa no existe ninguna prueba que permita confirmarlo, e incluso son varias las razones que indican lo contrario.

Comencemos por la hipótesis romana. Según ésta, al fundarse la ciudad del Juncal en el siglo I después de Cristo sus habitantes habrían desviado al Camarmilla para asegurarse un suministro de agua cercano. Ciertamente se ha descubierto que Compluto se abastecía del Camarmilla y de algunas fuentes como la del Juncal y la de la Salud, ya que las aguas del Henares eran poco adecuadas a causa de su turbidez y de las sales que llevan disueltas.




El Camarmilla en el Juncal, cerca de Complutum


Pero lo que no tiene mucho sentido es que desviaran el arroyo, ya que parece más probable que los romanos, que eran eminentemente prácticos y unos excelentes ingenieros, optaran por construir una conducción de apenas tres kilómetros que siempre tendría muchas menos pérdidas que el lecho del arroyo. Y, más sencillo, podrían haber elegido para el asentamiento de la nueva ciudad no el Juncal sino lo que andando el tiempo se conocería como el Campo Laudable, es decir, los alrededores de la Catedral-Magistral, donde según todos los indicios existía una encrucijada de calzadas. Cierto es que esto la habría alejado de la ciudad antigua del Viso considerando la distancia en línea recta, pero habría permitido usar la antigua ruta por el puente y la cuesta del Zulema, más larga pero con menos pendiente que la empinada ladera del cerro, y sin necesidad de rodeos.

Además, en el caso de que sí lo hubieran desviado cabría esperar que hubiera quedado algún vestigio en el lugar en el que se iniciaba el nuevo cauce, algo que no han comunicado los arqueólogos o que, al menos, yo no conozco. Cierto es que la construcción de la autovía y del tramo de la carretera de Camarma que la cruza justo por donde discurre el arroyo se llevó por delante un buen puñado de metros de sus riberas justo en la zona donde tiene lugar el cambio de orientación, pero un estudio detenido de los mapas parece indicar que el punto de inflexión comienza en realidad algo antes, al final del parque de Espartales en las cercanías del estanque. Aparte de que tampoco es aquí donde el giro del cauce es mayor sino aguas abajo, ya en el barrio del Chorrillo y sobre todo a partir del cementerio.




Fragmento del parcelario de 1870. Arriba, las huertas que precedieron al parque O’Donnell. Abajo, el
convento de las Bernardas. Entre ambos, la antigua ronda -hoy Vía Complutense- surcada por el foso.
Marcados con flechas, los pontones frente al paseo de los Pinos, la calle de San Bernardo y la Cruz Verde


La hipótesis de la Edad Media tampoco resulta consistente, dado que lo que sí está demostrado es que el Camarmilla, con independencia de que hubiera una intervención romana o no, ya discurría por su curso actual cuando Compluto estaba todavía habitada. Lo que al parecer sí sucedió es que con posterioridad a la construcción del Burgo de Santiuste, cuando las murallas tenían una función defensiva, se construyó una acequia a través del paseo de los Pinos para llevar el agua desde el Camarmilla al foso que las circundaba.




El Camarmilla desbordado en el Chorrillo, fotografía de Baldomero Perdigón ¿1961?


En cualquier caso la solución no debió de ser demasiado buena, ya que las riadas del Camarmilla llegaron a ocasionar más trastornos que las del Henares al entrar en Alcalá desde una cota más alta, lo que ponía en riesgo de inundación a la mayor parte del caserío, mientras las del Henares tan sólo llegaban a las zonas más bajas. Si a eso sumamos que ya a finales de la Edad Media desapareció la utilidad militar de las murallas, quedando únicamente la fiscal, es fácil suponer que el agua del Camarmilla pasara a ser un engorro, lo que obligó a mantener el foso por su parte occidental esta vez como protección ante las riadas, desviando el agua hacia la zona de la puerta de Santa Ana y el paseo de los Curas. Todavía en un plano tan tardío como el parcelario de 1870 aparece dibujado este tramo del foso, lo que indica que su utilidad como salvaguarda frente a los desbordamientos del Camarmilla se mantuvo durante mucho tiempo.




El Camarmilla desbordado en la carretera Nacional II en 1961. Fotografía anónima
tomada de Memoria gráfica de Alcalá (1860-1970)1. Colección de José Félix Huerta.


De hecho, las riadas se siguieron produciendo. En octubre de 1961 el Camarmilla causó graves trastornos en la carretera N-II -actual avenida de Madrid-, y a principios de los años setenta volvió a hacerlo inundando el barrio del Chorrillo, evitando las vías que el agua penetrara por el paseo de los Pinos hasta el centro de Alcalá. Y, aunque no llegó a desbordarse, en diciembre de 1996 estuvo a punto de dar otro susto.




El Camarmilla crecido en el Juncal, justo antes de la desembocadura, en diciembre de 1996


Lo más preocupante es que los ha seguido dando. En una fecha tan reciente como el 1 de diciembre de 2023 un fuerte aguacero provocó el desbordamiento del arroyo en Camarma causando inundaciones en más de cincuenta viviendas y garajes de Nuevo Camarma, un barrio de viviendas unifamiliares situado al norte del casco antiguo del pueblo, al tiempo que obligaba al desalojo del colegio, la escuela infantil y el polideportivo. Aunque en Alcalá no llegó a desbordarse, el gran incremento de caudal obligó a cortar el puente de la calle homónima, junto al cementerio de San Roque, ante el riesgo de que así lo hiciera.




El Camarmilla en el puente del cementerio en octubre de 2023
Fotografía publicada en Dream Alcalá


Era la segunda vez que ocurría en poco más de un mes, ya que el 20 de octubre el puente también tuvo que ser cortado a causa de un desprendimiento en la ribera del cauce. Y desde luego, el aspecto del habitualmente apacible arroyo era poco tranquilizador en ambos casos tal como se puede apreciar en las fotografías publicadas en los medios de comunicación locales.




El Camarmilla en el mismo lugar en diciembre de 2023
Fotografía publicada en El Puert@


Descartado este desvío del cauce, lo que sí parece probable es que en distintos momentos se produjeran ciertas rectificaciones puntuales en lugares concretos. El caso más evidente es el cruce del Camarmilla con las vías del tren, ya que en lugar de hacerlo en diagonal y en un ángulo cerrado tal como ocurriría de haber seguido un recorrido más o menos regular, éste se desvía ligeramente a la derecha justo antes de donde debería haberse encontrado con la vías, algo más allá del cementerio, y tras recorrer casi doscientos metros paralelo a éstas describe un brusco giro de noventa grados que le permite atravesarlas en perpendicular para, una vez pasado el puente, volver a hacer un giro similar que le devuelve a su camino normal.




Arriba, mapa del Camarmilla en las proximidades de la vía del ferrocarril
Abajo, fotografía del recodo que forma al atravesar el puente


Como cabe suponer esta modificación, que afecta en total a unos trescientos metros del curso, no pudo ser anterior a mediados del siglo XIX, y de hecho en un plano de Alcalá fechado en 1848, es decir, unos diez años antes de la construcción de la línea de ferrocarril, no se aprecia este recodo. Aunque este plano no es tan preciso como los topográficos, sí debería haberlo reflejado en caso de haber existido.




Detalle del plano de 1848. El trazado del ferrocarril fue construido entre el antiguo camino
de Ajalvir, hoy calle Camarmilla (1) y la carretera de Aragón, actual avenida de Madrid (2)


Incluso en los mapas topográficos tampoco aparece dibujado con su trazado actual hasta una fecha tan tardía como 1968. Refuerza su carácter artificial el hecho de que el recodo esté protegido en la margen cóncava con unos muros para impedir que el agua se desvíe, y cabe suponer que la obra fuera ejecutada para minimizar los daños en el puente en caso de avenidas.




Detalle de la hoja 560 del mapa topográfico de 1877, donde se aprecia como
el Camarmilla cruza bajo la línea del ferrocarril en diagonal (flecha roja)


Otras alteraciones más recientes en su cauce fueron la construcción de la autovía y años después la de la variante de la carretera M-300, que discurre paralela al Henares en la zona del Juncal. En ambos casos se optó por entubarlo, y aunque no fueron tramos muy largos, de unos 170 metros el de la autovía -la carretera de Camarma, que cruza también por allí, obligó a alargarlo- y de alrededor de 100 el de la M-300, sí supusieron una alteración significativa, sobre todo esta última ya que se comió prácticamente la totalidad de la desembocadura. Cosas del progreso...




En esto ha quedado convertida la triste, casi humillante, desembocadura del Camarmilla




1 CABRERA, Luis Alberto, HUERTA, José Félix y SÁNCHEZ MOLTO, Manuel Vicente. Memoria gráfica de Alcalá (1860-1970). Brocar. Alcalá de Henares (1986).

Ver también:

Alcalá de no sólo Henares (II). El Bañuelos
Alcalá de no sólo Henares (III). El Villamalea
El Camarmilla
Cuando el Torote capturó al Camarmilla


Publicado el 28-11-2021
Actualizado el 15-1-2024