Nebulosa
En los inicios de la astronomía moderna, a raíz de la invención de los telescopios, se denominó nebulosa -del latín nébula, objeto parecido a una nube- a todos los objetos celestes que no eran ni planetas -o satélites- ni estrellas, caracterizados como tales porque a través del telescopio se veían no como objetos puntuales o esféricos, sino con el aspecto de pequeñas nubes.
El desarrollo de los telescopios permitió diferenciar más adelante varios tipos de objetos que en su día fueron considerados como nebulosas, tales como las galaxias o los cúmulos estelares, reservándose hoy este término únicamente para las nubes de gas (normalmente hidrógeno) o polvo interestelar, es decir, las verdaderas nebulosas.
Hay diferentes tipos de nebulosas. De emisión, como la nebulosa de Orión; de reflexión, como la que envuelve a las Pléyades, las cuales reflejan la luz emitida por estrellas cercanas y en cuyo seno suelen tener su origen las nuevas estrellas; oscuras, como la nebulosa Saco de Carbón, formadas por nubes de polvo que ocultan a las estrellas situadas tras ellas; planetarias, como la nebulosa del Anillo, formadas por la transformación de estrellas de masa baja o intermedia en enanas blancas y, por último, los pleriones que, como la nebulosa del Cangrejo, provienen del estallido de una supernova, conservando en su interior una estrella de neutrones o un agujero negro remanentes de la explosión.
Aunque las galaxia fueron catalogadas inicialmente como nebulosas espirales, una vez que se descubrió su verdadera naturaleza dejaron de ser consideradas como tales.
Publicado el 6-9-2009