Se denomina así a los satélites que comparten la misma órbita.

A diferencia de los satélites troyanos no mantienen la separación constante de sesenta grados que imponen los puntos de Lagrange, sino que van intercambiando periódicamente sus posiciones. Sus órbitas no son exactamente iguales, sino una ligeramente más baja que la otra, con una diferencia de radios inferior al tamaño de los satélites. Esto hace que ambos describan una especie de danza que convierte cada cierto tiempo al externo en el interno, y viceversa.

Jano y Epimeteo, dos de los satélites interiores de Saturno, presentan este comportamiento, e intercambian sus posiciones orbitales cada cuatro años.