La presencia de Cervantes en Madrid
Los azulejos



Dentro de esta familiar arte decorativa que son los azulejos, existen también con diversos homenajes a Cervantes y el Quijote, por lo general fruto de iniciativas particulares, siendo varios los motivos de temática cervantina que se encuentran diseminados por distintos puntos de la geografía madrileña.

Y para empezar, nada mejor que hacerlo con los rótulos de su propia calle, confeccionados, como muchos del Madrid antiguo, con azulejos, los cuales reproducen el sempiterno retrato apócrifo de Jaúregui junto con los años de su nacimiento y su muerte. Éstos fueron realizados, tal como reza el texto de la parte inferior, en el taller de Artesanía Talaverana, y están firmados por el ceramista Alfredo Ruiz de Luna, nacido en Talavera de la Reina en 1948 y fallecido en Madrid en 2013.




Rótulo de la calle madrileña dedicada a Cervantes




Muy cerca de su casa y de su calle, en pleno corazón del Barrio de las Letras, nos encontramos con la Taberna del León de Oro, situada como cabía suponer, en la calle del León. La fachada de este establecimiento está decorada con azulejos que representan los retratos de cuatro importantes escritores del Siglo de Oro: Calderón de la Barca, Lope de Vega, Cervantes y Quevedo. Fueron realizados por la firma C.M. Espantaleón, de Aranjuez, aunque lamentablemente no he podido determinar la fecha. Como curiosidad, cabe reseñar que el correspondiente a Cervantes no está copiado del tradicional -y apócrifo- de Jáuregui, sino del grabado asimismo apócrifo, dibujado por D. J. Ferro y grabado por D. F. Selma, que fue publicado en 1791 dentro de una colección dedicada a retratos de españoles ilustres.




Taberna del León de Oro. Vista general (arriba) y retrato de Cervantes




A continuación deberemos desplazarnos hasta el paseo de las Acacias y más concretamente hasta el número 59, situado en el tramo de esta calle que discurre entre la plaza de Ortega y Munilla y la glorieta de las Pirámides. En la época de su construcción, durante la II República, no era éste un barrio residencial, como es ahora, sino un arrabal separado de los barrios meridionales de la capital por la trinchera del Ferrocarril de Contorno, que discurría entre las estaciones de Atocha y Príncipe Pío por lo que hoy es la calle del Doctor Vallejo Nájera. Hasta principios del siglo XX estuvo asentado aquí el mísero poblado chabolista del Barrio de las Injurias, y treinta años después la zona todavía no estaba consolidada urbanísticamente, ya que los escasos edificios de viviendas coexistían con las numerosas industrias que jalonaban el recorrido de la vía férrea y con los abundantes solares. La única comunicación de este barrio con el centro de la ciudad era el puente que cruzaba la vía en la confluencia del paseo de las Acacias con el paseo de los Olmos, en la que ahora es la plaza de Ortega y Munilla.




Vista general del edificio del paseo de las Acacias, 59


Se trata de un edificio modesto fruto, tal como reza una lápida de su fachada, de la denominada Ley Salmón o Ley de Previsión contra el Paro, promulgada el 25 de junio de 1935 por Federico Salmón Amorín, ministro de Trabajo, para paliar el elevado paro obrero mediante obras públicas o la construcción de viviendas. Aunque desconozco la fecha exacta de su construcción, ésta debió de estar comprendida entre la fecha de promulgación de la Ley Salmón y el final de la Guerra Civil, puesto que el régimen franquista creó el Instituto Nacional de la Vivienda, organismo que asumió estas competencias, el 19 de abril de 1939. Tampoco he conseguido saber el nombre del arquitecto que lo construyó.




Cuerpo central de la fachada


Por esta razón llama la atención que su fachada fuera decorada con gran profusión de azulejos de temática cervantina, algo insólito en Madrid -salvo el rótulo de la calle que tiene dedicada- y, todavía más, en unas viviendas baratas construidas en en extrarradio de la capital... pero el hecho es que este completo programa iconográfico -los azulejos se cuentan por docenas- está ahí. No conozco ningún otro ejemplo en Madrid, aunque sí me recuerdan a los existentes en el sevillano Parque de María Luisa; aparentemente -no me fue posible fotografiar a los situados en las plantas más altas- no son iguales que éstos, y me atrevería a decir que los dibujos de los madrileños están menos elaborados que los sevillanos. Tampoco aparecen firmados, y la mayor parte de ellos reproducen escenas del Quijote dibujadas en un único azulejo y agrupados éstos en dos o cuatro, junto con algunas de mayor tamaño que abarcan cuatro azulejos y el elemento central, un retrato de Cervantes que copia el conocido cuadro de Jaúregui.




Retrato de Cervantes


Los azulejos ocupan en toda su longitud los frentes de los dos forjados que separan la planta baja de la primera y la primera de la segunda y parcialmente el situado entre la segunda y la tercera, mientras el último forjado -el edificio tiene cuatro plantas y el bajo- cuenta tan sólo con una pequeña cornisa decorativa de ladrillo. Es en el cuerpo central del edificio, alrededor de las dos ventanas situadas sobre el portal de entrada, y entre éste y las tres primeras plantas, donde encontramos una mayor profusión decorativa, con una serie de cinco azulejos de mayor tamaño que el resto entre planta y planta y el citado retrato de Cervantes entre las dos ventanas de la segunda planta. El conjunto muestra una armonía que no es en modo alguno casual, y que dice mucho de su anónimo creador. Puesto que no me ha sido posible encontrar información relevante acerca de este edificio y de sus azulejos, merecería realmente la pena una investigación en profundidad sobre el mismo.




Uno de los grupos de azulejos




Carlos Viñas-Valle, autor de un fotolog y de un blog dedicados a Madrid, me escribió para informarme de la existencia de otros azulejos de temática cervantina en la Antigua Casa Talavera, una tienda de cerámica más que centenaria -abrió sus puertas en 1904- situada en el número 2 de la calle de Isabel la Católica, muy cerca de la plaza de Santo Domingo y de la Gran Vía. Además de la fachada, están también forradas de azulejos las caras internas de los cuatro postigos que cierran las dos puertas, de manera que estos últimos sólo son visibles cuando la tienda está abierta.


De izquierda a derecha, y de arriba abajo, vista general del panel y detalles de los azulejos


De todos ellos el que nos interesa especialmente es el tercero de los paneles, ya que es el único que cuenta con motivos cervantinos. Son un grupo de 39 azulejos distribuidos en 13 filas de 3 columnas, y según Carlos Viñas fueron realizados por el maestro ceramista Emilio Niveiro Romo, nacido en Talavera de la Reina en 1893 y fallecido en esta misma ciudad en 1972. Los azulejos, de pequeño tamaño, corresponden a ocho motivos diferentes que se repiten al parecen sin orden ni proporción: un retrato de Cervantes, con diferencia el más abundante (10 azulejos); la aventura de las ovejas (5); Clavileño (4); la aventura de los molinos (4); Don Quijote leyendo libros de caballerías (4); Don Quijote velando las armas (4); Don Quijote ante Dulcinea (3), y Sancho Panza y el rucio (2), lo que hace un total de 36. Los tres restantes: una iglesia, una liebre y un dibujo geométrico, carecen de relación con Cervantes y el Quijote y pertenecen claramente a otras series distintas tal como se puede apreciar comparando los bordes, por lo que lo más probable es que se trate de reposiciones de azulejos perdidos. De hecho los azulejos de la parte baja, donde se encuentran dos de estos tres últimos, son como cabía esperar los que en peor estado de conservación se encuentran.




Los azulejos más de cerca. Fotografía de Carlos Viñas




En el número 112 de la calle de Claudio Coello, cerca del cruce con Diego de León, nos encontramos con un friso de azulejos en el que está representada una escena cervantina típica, con Don Quijote y Sancho Panza recorriendo las tierras manchegas.. Está situado sobre una de las ventanas que ofician de escaparate de un establecimiento que en su día, a juzgar por lo que se lee en los tres frisos vecinos, fue una tienda de cerámica denominada El Alfar, aunque en la actualidad es la sede de una librería que, con muy buen criterio, los respetó.




Azulejos de la calle de Claudio Coello




En el número 17 de la calle Echegaray haciendo esquina con la de Manuel Fernández y González y a escasa distancia de la plaza de Santa Ana, se esconde uno de tantos tesoros ocultos de Madrid, la antigua taberna taurina Los Gabrieles, cerrada en 2008 y sometida a diversos avatares desde entonces, la cual atesora en su interior uno de los más espectaculares conjuntos de azulejos de Madrid. Uno de ellos, el que reproduzco a continuación, es de temática cervantina y reproduce aparentemente el conocido episodio de la estancia de Don Quijote y Sancho Panza en el palacio de los Duques, con el añadido curioso de algunos anacronismos en forma de propaganda de una fábrica de galletas. El espectacular mural fue realizado por el ceramista Alfonso Romero Mesa (Montellano, Sevilla, 1882 - Madrid, 1940) en el primer tercio del siglo XX, y ojalá en un futuro pueda ser posible disfrutar de él y del resto de los azulejos que decoran la taberna, algo que en la actualidad no es posible al permanecer ésta cerrada.




Azulejo de la taberna Los Gabrieles. Fotografía de Juan Ramos publicada en Flickr


Publicado el 28-3-2007
Actualizado el 15-3-2019