Choque espacial



Aunque el espacio, incluso considerando tan sólo las zonas cercanas a nuestro planeta, es realmente inmenso, por lo que cabía esperar que la posibilidad de un choque entre dos objetos en órbita fuera virtualmente nula, lo cierto es que se han producido ya varios incidentes de este tipo.

El primero documentado fue un pequeño orificio, de alrededor de un centímetro de diámetro y producido por el impacto de un objeto desconocido, que los astronautas encargados de la primera misión de mantenimiento del telescopio espacial Hubble encontraron en una de sus antenas.

Más grave fue el accidente sufrido por el satélite militar francés Cerise, lanzado en julio de 1996 y dañado severamente por un fragmento de basura espacial procedente de la fase superior de un cohete Ariane.

Mucho más espectacular fue el primer choque conocido -excluyendo ensayos militares- entre dos vehículos espaciales completos. Ocurrió el día 10 de febrero de 2009, a casi 800 kilómetros de altura en la vertical de Siberia, entre dos satélites de comunicaciones, uno ruso inactivo -el Cosmos 2251, lanzado en junio de 1993 y fuera de control desde 1995- y otro norteamericano operativo, el Iridum 33, propiedad de la empresa homónima.

Ambos artefactos colisionaron de forma frontal, lo que motivó que el impacto, de gran intensidad, los dejara completamente destrozados, calculándose que los novecientos kilos del satélite ruso y los casi seiscientos del norteamericano generaron al menos 500 fragmentos de basura espacial en una zona muy frecuentada por los satélites artificiales de este tipo , por lo que no es descartable que alguno de ellos pudiera provocar un nuevo accidente en un futuro.


Publicado el 17-2-2009