Fuerzas de marea



Puesto que la atracción gravitatoria es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, entre la cara interna de un satélite y la externa se producirá una diferencia entre las fuerzas de atracción a las que están sometidas, mayor en la interna -por estar más cercana- y menor en la externa, al estar alejada de la primera en una distancia equivalente al diámetro del astro.

Cuando la distancia entre el planeta y el satélite es lo suficientemente cercana como para que esta diferencia sea apreciable, el efecto que producen las fuerzas de marea es un frenado en la rotación del satélite hasta que éste alcanza, como situación final de equilibrio, un período de rotación similar al de traslación, tal como ocurre en la Luna.

Si el satélite está todavía más cercano, las fuerzas de marea pueden proporcionarle, además de frenarlo, una importante cantidad de energía. Éste es el caso de Ío, al que las intensas fuerzas de marea provocadas por Júpiter han calentado su núcleo convirtiéndolo en el astro geológicamente más activo de todo el Sistema Solar.

A una cercanía del planeta aún mayor se alcanza el límite de Roche, definido como la distancia por debajo de la cual las fuerzas de marea son tan intensas que despedazarían a cualquier satélite de regular tamaño. Este último fenómeno es el responsable de la formación de los anillos que rodean a los planetas gigantes.


Publicado el 28-8-2009