Este nombre, tomado de la diosa griega de la venganza, se aplica a un astro hipotético desconocido, quizá una estrella oscura, una enana marrón o incluso un pequeño agujero negro, que orbitaría en torno al Sol describiendo una órbita muy excéntrica que lo alejaría hasta uno o quizá tres años luz.

Periódicamente, cada 26 a 34 millones de años, Némesis alcanzaría el perihelio de su larga órbita acercándose al Sol y a los planetas del Sistema Solar interior, incluida la Tierra, pudiendo provocar graves trastornos a causa de las perturbaciones gravitatorias.

Según esta teoría Némesis sería la causa de las extinciones masivas que de forma periódica se producen en la Tierra, al desviar de sus trayectorias cometas y asteroides que, en su nuevo rumbo, acabarían chocando contra la Tierra. No obstante lo atractivo de esta teoría, al día de hoy no existe la menor confirmación experimental de la posible existencia de Némesis.