Bienvenidos a la galaxia
El gran día llegó al fin y la Tierra, tras superar el preceptivo período de tutela previa, ingresó solemnemente como miembro de pleno derecho de la Federación de Estados Galácticos.
Este acontecimiento, sin duda la página más trascendental escrita en la milenaria historia de la humanidad, desmintió las pesimistas predicciones de los agoreros que vaticinaban que nuestro planeta jamás podría llegar a equipararse con las civilizaciones miles de veces más antiguas, y otras tantas veces más desarrolladas y prósperas, que florecían a lo largo y ancho de toda la galaxia. Ciertamente la distancia existente entre ellas y la Tierra, un planeta apenas recién salido de la barbarie, era enorme; pero la realidad era tozuda: la humanidad había sido aceptada y ya formaba parte de la vasta comunidad estelar. El resto sería cuestión de tiempo.
Claro está que uno de los principales factores que facilitaron el otrora imposible ingreso fue la urgente necesidad que tenían las superdesarrolladas y decadentes culturas del núcleo galáctico de ingentes cantidades de servidumbre dócil y barata, difícil de encontrar en los demás planetas federados; pero esto no dejaba de ser un detalle secundario al que los ufanos gobernantes terrestres no dieron la menor importancia.
Publicado el 25-11-2015